El mes de diciembre arrancó con dos trascendentales noticias en torno al gas natural en Colombia, que reflejan tanto los retos en el corto plazo como las oportunidades para el mediano y largo plazo. La primera tiene que ver con la importación, por primera vez en 45 años, de gas natural para la demanda no térmica, es decir, la de los hogares, comercial y de las industrias, para ocho empresas distribuidoras del país.
Estos 40.000 millones de BTUD en firme llegan en momentos en que Colombia enfrenta un déficit de gas natural producido en el territorio nacional que, de acuerdo a cifras del gestor del mercado, está alrededor del 7,6 por ciento. Es decir, estamos hablando de la pérdida para el país de la autosuficiencia en este energético, con sus consecuencias en términos de precios más altos. Este panorama en el corto plazo luce retador y necesitado de urgentes definiciones.
Si bien el Ministerio de Minas y Energía ha anunciado investigaciones para determinar por qué algunas empresas han optado por adquirir gas importado, lo cierto es que los nubarrones sobre estos faltantes de moléculas para el año entrante no se han disipado lo suficiente. De hecho, este 'hueco' podría aumentarse en el 2026 y seguir así hasta que ingrese al mercado el gas natural de las exploraciones del mar Caribe. Ya el director de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), Antonio Jiménez, dijo que las regulaciones orientadas a brindar mayor flexibilidad se "están moviendo rápido".
Se requiere impulsar la nueva exploración que fortalezca la autosuficiencia y lleve a desarrollar una fuente sostenible de gas local.
La segunda noticia, más auspiciosa, fue la confirmación por parte de Ecopetrol y Petrobras del pozo Sirius-2 como el mayor descubrimiento de gas de toda la historia del país. Este hallazgo contaría con volúmenes mayores a los seis terapiés cúbicos, equivalente a un crecimiento de 200 por ciento en las reservas actuales de gas. Con la expectativa de producir hacia 2029 y tras una inversión de 1.200 millones de dólares, el proyecto encara ahora más de un centenar de consultas previas y demás trámites y licencias ambientales, que deberían surtirse de forma expedita.
Sirius-2, cuyo contrato se firmó en 2004, constituye una prueba contundente de la necesidad de aumentar y generar nuevos contratos de exploración de hidrocarburos. Si bien el descenso en las actividades exploratorias ya lleva alrededor de una década, la negativa del gobierno Petro de suscribir nuevos contratos de exploración viene enviando las peores señales a los eventuales inversionistas y profundizando el declive de la industria de hidrocarburos en Colombia.
De esta forma, conviven en este sector –estratégico para la transición energética ordenada– estas dos caras de la moneda con retos de abastecimiento en el corto plazo como oportunidades de crecimiento en el mediano. No sobra reiterar el papel crucial de la regulación para generar las condiciones para enfrentar el déficit y para, como lo afirma Minminas, un "funcionamiento más eficiente, transparente y competitivo" del mercado. Pero regular no basta. Se requiere, además, impulsar la nueva exploración que fortalezca la autosuficiencia y conduzca a desarrollar una fuente sostenible de gas natural local.
EL TIEMPO hace parte de un grupo empresarial que incluye compañías dedicadas al sector del gas.