El Decreto 0572 del Ministerio de Hacienda ha despertado un generalizado rechazo, tanto desde las empresas como de los expertos fiscales. Se trata de una medida que eleva las tarifas de autorretención en la fuente, baja los umbrales para aplicarla y anticipa los cobros de ese impuesto del año entrante a este año en curso.
El Gobierno Nacional justifica la medida en la urgencia de aumentar sus ingresos en medio de la severa crisis fiscal. La istración Petro aspira a recaudar en torno a los siete billones de pesos, aunque centros de estudios como Fedesarrollo han estimado en más de 13 billones de pesos el monto por recoger. En otras palabras, una reforma tributaria entera vendría de este adelanto.
Cabe anotar que si bien este ejercicio impositivo ya se ha aplicado en el pasado reciente, su última implementación desbalanceó de tal manera las finanzas del Estado que el presidente Gustavo Petro lo calificó como "un error istrativo de mi gobierno": Al año siguiente de esa aplicación, el 'hueco' en el recaudo tributario fue de tal magnitud que todavía en la istración Petro se siguen señalando 'culpables' por la decisión.
Se equivoca en múltiples frentes el Gobierno Nacional en la determinación de adelantar estos pagos. En primer lugar, la dimensión de estos recursos billonarios constituye prácticamente una reforma de impuestos que no fueron aprobados ni discutidos por el Congreso de la República. Es inconveniente el cambio abrupto de las reglas del juego tributario para las empresas y las personas en cualquier economía, así como la repetición de errores fiscales ya cometidos.
Retornar a la senda de la sostenibilidad fiscal no pasa por anticipar estos cobros, sin un programa serio y ambicioso de recorte del gasto público.
Segundo, aunque el decreto incluye centenares de actividades económicas, varios sectores productivos serán impactados en mayor grado, como el agrícola, la construcción, el cultivo de café, las exportaciones no tradicionales, la generación y comercialización de energía eléctrica, oro y minería y gas natural. En momentos en que estas ramas y subramas de la producción reflejan dinamismo y otras luchan por levantarse, sobrecargarlas con más impuestos no parece ser la ruta para su consolidación y crecimiento.
En tercer lugar, el ambiente en el sector privado no está para elevar las cargas impositivas de forma acelerada e inconsulta. La economía nacional está protagonizando una recuperación heterogénea con varios sectores productivos con preocupantes rezagos, como las industrias manufactureras, la explotación de minas y canteras y la construcción. En vez de desplegar planes de reactivación diseñados para las necesidades de estas actividades específicas, el Gobierno le apuesta a un alza de impuestos. Lo más grave es que esos recursos provendrán de la liquidez de las empresas y con ella su capacidad de costear sus operaciones, inversiones y financiamiento. El golpe a los negocios más pequeños será duro.
Por último, retornar a la senda de la sostenibilidad fiscal no pasa por anticipar los cobros de retención en la fuente, sin un programa serio y ambicioso de recorte del gasto público. Sigue la istración Petro en mora de presentar una ruta clara para la reducción del derroche y el despilfarro.