Por fortuna, quienes pronosticaron que el libro impreso y los periódicos en papel irían a desaparecer durante el presente siglo no han acertado, hasta ahora. Es cierto que hoy día la información es fácil obtenerla a través de sorprendentes redes, producto algunas de la inteligencia artificial (IA), pero la prensa escrita y los libros se mantienen vigentes gracias a que aún pervivimos amantes suyos que los consideramos artículos de primera necesidad.
Asimismo, las editoriales constituyen una industria que subsiste porque los escritores subsisten no obstante algunos presagien que irán a ser sustituidos por la IA. Es sorprendente advertir que en todas partes del mundo surgen escritores de tal calidad que cautivan a millones de lectores gracias a ese invento revolucionario que fue la imprenta. Mientras haya lectores habrá escritores y habrá editoriales.
Entre los últimos escritores que han ocupado la atención de los círculos intelectuales sobresale el hebreo Yuval Noah Harari, cuya producción literaria ligada al género histórico ha sido recibida por la crítica como un best seller, es decir, como un fenómeno editorial. Harari nació en Haifa (Israel) en 1976. Doctorado en Historia por la Universidad de Oxford, en la actualidad es investigador en la Universidad de Cambridge y catedrático en el Departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Lo leí por primera vez en el 2015 cuando publicó Sapiens: de animales a dioses, que me impactó intelectualmente, a tal punto que me convertí en fan suyo. Luego leí Homo Deus: breve historia del mañana (2016) y 21 lecciones para el siglo XXI (2018). El último de sus libros, Nexus (2024), también me puso a meditar, que es el objetivo y el éxito de un buen escritor cuando pone en circulación sus ideas. Nexus es el relato histórico de las redes de información, desde la Edad de Piedra hasta la aparición de la IA. La información en sí misma ha sido una revolución mediante una serie de inventos que están llegando a su clímax. Puede decirse que el mundo es lo que es, gracias a la información.
La gran revolución llegó con el ordenador o computador que, al decir de Harari, es una máquina capaz de hacer dos cosas destacables: tomar decisiones y generar ideas.
Para Harari la información ha sido importante, no por representar con precisión la realidad –que no siempre la representa–, sino por crear nexos, por conectar. El relato oral fue el primer vehículo de información desarrollado por humanos al comportarse como conector central. Cita, como ejemplo, los relatos que dieron cuerpo a la Biblia e hicieron posible que la Iglesia católica cuente hoy con unos 1.400 millones de adeptos. La segunda gran tecnología de la información fue el documento escrito, que sirvió para crear nuevas realidades.
A diferencia de los relatos –que eran documentos memorizados–, los documentos escritos, bien fueran tabletas de arcilla, un pedazo de papel o un libro, convierten la realidad subjetiva de los relatos en realidad objetiva. El libro –o "artefacto tecnológico", como lo denomina Harari– es una base de datos a la que mucha gente de distintas épocas y lugares puede acceder. Con el advenimiento de la imprenta (siglo XV) fue posible que el libro se reprodujera de manera masiva, rápida y barata.
Pero la gran revolución llegó con el ordenador o computador que, al decir de Harari, es una máquina capaz de hacer dos cosas destacables: tomar decisiones y generar ideas. Para él, "los ordenadores se están convirtiendo en agentes activos que escapan a nuestro control y comprensión, y que pueden tomar iniciativas para moldear la sociedad, la cultura y la historia".
Los primeros ordenadores digitales aparecieron hace ochenta años y su transformación fue acelerándose constantemente. Ya no se habla solo de ordenadores; se habla también de algoritmos, robots, bots, redes o nubes, de IA, que es la primera tecnología de la historia capaz de tomar decisiones y de generar ideas por sí misma. Leyendo Nexus encuentra uno reflexiones del autor que sobrecogen de temor: "Hemos creado una inteligencia ajena no consciente pero muy poderosa. Si la manejamos mal, la IA podrá extinguir no solo el dominio humano sobre la Tierra, sino la propia luz de la consciencia, y convertir el universo en un entorno de oscuridad absoluta".