Las cifras reveladas la semana pasada sobre la participación de los vehículos eléctricos en el total de automotores que circulan por el territorio nacional invitan a la discusión sobre qué hacer para que estos cada vez sean más. Lo anterior en el entendido de que se requiere dar este paso con miras a la necesaria transición energética.
Es un tema cultural. De la mano con el cambio en la fuente de propulsión de los carros y camiones deben venir políticas y acciones exitosas en otros frentes como la deforestación y la ganadería extensiva. En todos los campos hay que actuar ya, y estimular los pasos hacia estilos de vida y modos de producción y consumo con menor saldo de gases de efecto invernadero.
Dicho lo anterior, se puede resaltar el aumento de 13,6 % que registró la matrícula de enchufables entre 2022 y 2023. En lo que corresponde a los híbridos –que combinan tecnologías–, este crecimiento fue de 21,7. Con todo, el porcentaje de aparatos movidos por tecnologías limpias, categoría en la que entran los eléctricos, apenas comprende el 0,35 % del total, con 24.531 vehículos. Visto el vaso medio lleno, es clara la tendencia al alza en la matrícula de eléctricos; visto medio vacío, aún falta mucho para que se pueda hablar de grandes avances.
De cara a esta realidad, son muchas las propuestas y es clara y bienvenida la disposición del Gobierno. Se habla de facilidades de financiamiento, sobre todo en lo que concierne a los taxis de las ciudades. Es necesaria una política nacional de estímulos permanentes a los vehículos de bajas emisiones basada en exenciones al pico y placa. Que se premie a los que no contaminan. Bonos y financiamiento con intereses menores a quienes le apuesten a reemplazar su automotor viejo por uno eléctrico, también son necesarios. El Gobierno tiene aquí una buena oportunidad de mostrar logros pronto en un terreno que es su prioridad. Todo, gracias a que ya están los consensos necesarios sobre los cuales avanzar.
EDITORIAL