Fue una salida en falso la del presidente de la república, Gustavo Petro, la semana pasada en la Universidad Nacional, al afirmar que medios como RCN y Caracol embrutecen a la sociedad.
El ciudadano Gustavo Petro está en libertad, ni más faltaba, de tener su propia opinión sobre la labor de los medios, mas el jefe del Estado, Gustavo Petro, debe ponderar los efectos de emitir un concepto tan a la ligera, pues las implicaciones del mismo son enormes dada su condición de primer mandatario, símbolo de la unidad nacional. Debe ser consciente de que sus palabras de ninguna manera pueden abonar el terreno para que se irrespeten derechos fundamentales consagrados en la Constitución, en este caso el de la libertad de información.
Y es que lo que dijo no solo desconoce de tajo la valiosa labor periodística realizada por décadas en ambas empresas sino que puede ser semilla de actitudes hostiles que dificulten la labor de los periodistas que trabajan en ellas.
Son varios los lugares del país en los que ellos ya están en riesgo. Qué necesidad hay de que un nuevo factor –las emociones de quienes escuchan emotivos discursos del jefe del Ejecutivo– se sume a los ya suficientes que pesan sobre estos comunicadores. Coincide el hecho con el informe de la Fundación para la Libertad de Prensa dado a conocer con motivo del Día del Periodista en febrero, en el que el aumento de las agresiones de funcionarios públicos a la prensa –121 casos durante el 2023– es uno de los puntos que más preocupación generan.
En suma, lo que menos necesita un país en el que los ilegales en tantas regiones persiguen a los medios de comunicación, pues son obstáculo para su actuar delictivo, es que desde las propias instituciones vengan señalamientos y juicios de valor hechos a la ligera y bajo la efervescencia del momento. El llamado respetuoso al mandatario es a tener en cuenta las consecuencias de sus mensajes antes de lanzarlos al aire.