¿Puede un escritor convertir a un animal en personaje central de una novela? En la ficción todo se puede. Esos seres sintientes que son los animales han tenido en los novelistas personas que han sabido contar lo que ellos representan en la vida de los seres humanos. Rocinante, el caballo de Don Quijote, no es el único animal llevado a la literatura. El Cid Campeador, don Rodrigo Díaz de Vivar, tuvo en Babieca el mejor aliado para ganar batallas. Juan Ramón Jiménez hizo de Platero un referente literario. Virginia Woolf, en un libro titulado Flush, cuenta la historia del perro cocker spaniel que acompañó hasta la muerte a la poetisa inglesa Elizabeth Barret Browning. Y George Orwell, el autor de 1984, escribió un libro donde los cerdos son los personajes principales: Animal Farm.
Jorge Osbaldo Barón, un escritor boyacense que obtuvo en el 2014 con su libro 28 buitres el Tercer Premio Nacional de Novela Breve convocado por la Universidad Central, escribió una obra donde una burra se convierte en el personaje más querido de un pueblo llamado San Luis de los Pinos. Es tanta su importancia, que es condecorada por el presidente de la Republica con la Gran Cruz del Heroísmo. Todo porque, gracias a ella, se afianzó la paz en el municipio. Zuliano del Carmen Algarán Romero y Pacifico Teófilo Pardo Sánchez, los dos caciques políticos, cesan su enfrentamiento el día de las elecciones. Sucede después de que la burra se come las banderas azul y roja que identificaban a sus partidos. El párroco los convenció de que la actitud de la burra era un llamado a detener la violencia.
La burra llegó el mismo día en que en San Luis de los Pinos desempacó maletas el sacerdote Florencio Cuervo. Fue un 20 de abril. Encabezaba la caravana de las dieciocho mulas que traían el equipaje. El cura la encontró en el camino. El animal, que se convertiría en un motivo de orgullo para los pinarenses, se unió a la marcha que llevaba baúles repletos de cachivaches y elementos religiosos, además de dos mil quinientos libros. Su llegada causó sorpresa porque la gente se dio cuenta de que no era una burra singular: defendía su virginidad. Lo demostró cuando uno de los burros, “saliéndose de la caravana, dio un feroz brinco que lo liberó de la pesada carga de libros y fue a donde estaba la burra”. Ella, después de dejarse oler de arriba abajo, lo rechazó de una patada.
¿Por qué razón los pobladores de San Luis de los Pinos le cogen tanto cariño a una burra? El novelista hace creíble para el lector la razón. Porque los salvó de morir en un terremoto que destruyó gran parte del pueblo. Un día, a las cinco de la mañana, el animal salió rebuznando por las calles. La gente, sorprendida, abandonó las casas. Cinco minutos más tarde se presentó el fuerte movimiento telúrico. Entonces en el pueblo todos se convencieron de que el animal les había salvado la vida. Desde ese día le pusieron el nombre de Reina, y empezaron a tratarla como si en realidad lo fuera. Todos tenían consideraciones hacia ella. Hasta el padre Florencio, que desde que la vio en el camino empezó a tenerle cariño, dispuso que se le diera un trato especial.
Cuando el lector empieza a leer el libro, se encuentra con un narrador omnisciente que le cuenta cómo transcurre el entierro de alguien denominada la Reina.
Una burra de ojos verdes tiene una estructura novedosa. Jorge Osbaldo Barón, que en el libro se firma simplemente como Jorge Osbaldo, abre la narración con el final de la obra. Cuando el lector empieza a leer el libro, se encuentra con un narrador omnisciente que le cuenta cómo transcurre el entierro de alguien denominada la Reina. Piensa entonces que son las exequias de una persona importante. Sin embargo, al final del capítulo, entiende que a quien están haciéndole esas honras fúnebres es a un animal. Por eso se sorprende con el discurso de despedida que pronuncia el alcalde, con las lágrimas que derraman todos en el pueblo, con los honores que le rinden, con el sonido de las campanas echadas a vuelo y con la idea de hacerle un monumento en la plaza.
En el primer capítulo se narra el final de la historia de un animal que hizo posible el mejoramiento locativo de la escuela y que gracias a su fama nacional logró que el pueblo fuera visitado por un ministro. En el primer caso, se muestra cómo la Reina gana una carrera organizada para recoger fondos con destino a obras en planteles educativos. En el segundo, el presidente de la Republica delega a un ministro para que visite el pueblo y compruebe cómo fue posible que un animal lograra el entendimiento entre dos políticos irreconciliables. Ese día, ante la mirada del delegado presidencial, los habitantes de San Luis de los Pinos demostraron que la Reina conservaba su virginidad. Le llevaron un burro para que la sedujera, pero el animal se resistió a los requiebros amorosos.
En el decreto por medio del cual se le concedió la Gran Cruz del Heroísmo, el presidente de la República calificó a Reina como “Ciudadana de alto rango nacional”. Como el mandatario prometió que iría a San Luis de Los Pinos para hacer entrega de la distinción, todos se prepararon para recibirlo. Era el más grande reconocimiento a su Reina. El sacristán Antioco se sube a la torre de la iglesia para mirar hacia la carretera para ver cuándo llega el presidente, pero muere de un infarto, esperando. También el padre Florencio muere cansado de esperar a que se haga realidad la promesa. Esta no se cumple: el texto del decreto le es enviado por correo al alcalde. Deciden entonces establecer cada año la fecha de llegada del animal, el 20 de abril, como día de fiesta.
Jorge Osbaldo Barón tiene una imaginación sorprendente y sabe cómo utilizar la ficción para recrear historias divertidas. Este talento brilla en una novela amena y divertida, como cuando narra que el estiércol se convierte en pomada rejuvenecedora. La señora Rosario lo descubre cuando lo revuelve con licor y el padre Florencio aprovecha ese descubrimiento para ganar dinero extra. Mucha gente llega a San Luis de los Pinos en busca del producto porque quiere rejuvenecerse. También, la imaginación de Barón vuela cuando narra la muerte, el mismo día, de Zuliano del Carmen Algarán y Pacifico Teófilo Pardo, los dos políticos que patrocinaron la violencia en el pueblo. Una burra de ojos verdes es una novela divertida, bien escrita, de fácil lectura, que muestra la vida de un pueblo donde un animal despierta sentimientos nobles en la gente.
JOSÉ MIGUEL ALZATE