Se imagina uno a Satanás batiendo sus enormes ollas adonde cocina la maldad y sacar una ficha: “medios en Colombia”; seguirá abriendo pestañas, ahora con tecnología digital, para más revelaciones y decide ordenar a sus ejércitos de la malignidad: “Periodistas y noticieros colombianos, los doto de perversidad, contra todo intento de ejercerse una democracia popular”. Quizá ahí al demonio, que todo lo sospecha, le quede sonando “democracia popular” y podrá descubrir que esos medios actuales no son tan malos como él quisiera y deducirá gozoso que la maldad está por otro lado, en quienes atacan a los medios para que no canten, y hará una suposición hasta lógica: si los medios en ese país no logran la suficiente perversidad para acabar la democracia y, al contrario, los que están gobernando sí la tienen, entonces, “demonios del mundo, esto les ordeno: apoyen a los que atacan los medios, pues ellos sí cumplen con las condiciones para ser infierno”.
El mismo diablo recordará el discurso de su irado Hugo Chávez ante la ONU, 2006, cuando sorprendió a todos los infiernos al declarar que allí “huele azufre”, y mandó al presidente de EE. UU. al psiquiatra para que lo curaran de la enfermedad del demonio. G. W. Bush le había regalado dos palabritas: “tirano y genocida”, inaceptables para quien se consideraba hijo del pueblo y dueño del poder popular. De modo similar, pancartas acompañantes del Presidente colombiano en las marchas de apoyo decían: ‘Contra el poder silencioso, destructor, impredecible, perverso y satánico de los medios de comunicación que hacen sentir y creer a los trabajadores que es mejor ser esclavos’... ‘eso solo lo hace Satanás’. Entre tanto, el Presidente gritaba en la plaza: “Tienen un presidente que no se orina en los pantalones si el más rico de Colombia lo invita a almorzar”. Vaya sintonía entre pueblo y Presidente, unos invocan el azufre, el otro, los orines; en verdad, lejos de los ángeles, que andan por ahí etéreos para fichar la gente buena para el cielo.
Quienes están en el poder en Colombia dejan un dilema complejo: ¿de qué lado de la democracia está Satanás? Si le son suyas la maldad y la perversidad, ¿irá a favor o en contra de los medios? Como simple humano, me atrevo a dar una hipótesis: el diablo está con quienes atacan los medios, pues sin medios no hay democracia y por tanto aumentará la maldad en el mundo. Y tengo una prueba histórica. Todas las tiranías cierran los medios independientes.
ARMANDO SILVA