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Los dramáticos testimonios de lo que pasa en Gaza e Israel
Habitantes de Tel Aviv, Jerusalén y la Franja de Gaza narran los días de violencia en esos lugares.
Un hombre palestino camina sobre vidrios rotos luego de un ataque aéreo israelí en Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el 20 de mayo de 2021. Foto: Mohammed Abed / AFP
Personas que han sido testigos de la escalada de violencia entre Israel y Hamás hablaron con EL TIEMPO sobre lo que se presenció antes del alto el fuego en esos lugares.
La destrucción en Gaza
Mohammed Imad tiene 24 años, es palestino y vive en la Franja de Gaza. Dice que lo que se ha vivido es “una masacre” y que la destrucción es masiva. Él presenció los ataques del 2008, 2012 y 2014, pero es enfático en decir que lo de este año “es de otro nivel y con mayor violencia”.
“Acá cada uno está esperando su turno en la muerte. Los niños, las mujeres y los civiles han sido las víctimas”, narra con la voz entrecortada. “Casi todo está destruido, los edificios residenciales, las escuelas, los restaurantes y los hospitales están desplomados”.
Hace dos días, uno de sus amigos falleció tras un bombardeo. “Tenía 23 años y estaba escuchando las noticias cuando sucedió todo. Acá no hay alarmas que te avisen para salir. Bombardearon donde él estaba. Mataron a 20 personas de esa familia”, cuenta.
Mohammed expresa que, durante los ataques, procuran reunirse en grupos para no tener miedo. “Es la única forma para resistir y saber con quiénes estás. En la Franja de Gaza no hay ningún lugar seguro. Nosotros vivíamos en el norte, pero es un lugar muy peligroso. Tuvimos que salir de allí”.
‘En Gaza, se muere por etapas’
La doctora Mariam Abu Daka, de 66 años, es residente en la ciudad de Gaza. “La muerte no se reduce a un proyectil o un misil. Acá se muere por etapas”, aclara.
Dice que esto pasa a diario cuando se espera a la muerte. “Mientras todos estamos bajo los bombardeos, cada segundo se vuelve una eternidad. En algún momento, todo puede quedar en silencio”.
“Bombardean tu casa o bombardean a la del lado. Si no te pasa mayor cosa, buscas a tus amigos o a tu familia bajo los escombros”. Quien es afortunado, puede encontrarse con algún paramédico. Algunos se dedican a buscar a los habitantes de las casas entre los escombros. “Es posible que encuentren una mano estirada debajo de una pared o una parte separada del resto de un cuerpo”.
Una niña palestina sentada sobre un misil sin detonar, tras los ataques aéreos el 19 de mayo de 2021. Foto:Mohammed Saber / EFE
Otros, mientras caminan, escuchan alguna voz diciendo ‘estoy aquí’ o el tono de un celular, pero es poco probable que encuentren de dónde vienen los sonidos porque “seguramente provienen desde debajo de algo colapsado”.
“Acá hay dos opciones: o sales vivo o muerto en pedazos”, dice la mujer. “Todo depende del rescate, algo que puede durar más de dos días por la falta de herramientas y capacidades de los paramédicos. Entonces, aquel que logró sobrevivir durante un tiempo bajo los escombros, muere”.
Ella cuenta que quien fue “afortunado” y llegó al hospital no tiene más opción que intentar recuperarse y comenzar a buscar a sus familiares sobrevivientes, con la posibilidad de no encontrar a ninguno.
Incluso, asegura que se han repetido dos escenas en los últimos días: las madres que deben aprender a sobrevivir sin sus hijos o con solo uno de ellos, y los niños que deben acostumbrarse a estar sin familia, a estar solos. “La muerte tiene muchas formas en Gaza”.
Dos colombianos en Israel
Andrés Flores vive en Tel Aviv hace un año y nueve meses. “Nunca había presenciado un bombardeo de esta magnitud. En Colombia tenemos conflictos, pero no de esta forma”.
La primera noche fue de miedo. Cuenta que su reacción fue refugiarse en un búnker comunal que hay en el edificio donde vive. “Cuando suena la alarma, uno tiene menos de un minuto y medio para bajar”.
“No dormimos esa noche”, narra. “Algo que me pasó, quizás porque era mi primera vez en esta situación, es que durante los dos días siguientes escuché alarmas en mi cabeza. Estaba muy prevenido”.
Pero dice que al pasar el tiempo, pudo controlarse. “Acá en Tel Aviv se siente tranquilidad, porque la gente se siente segura con su gobierno. El Domo de Hierro nos ha protegido de lo que pudo ser una catástrofe”.
Para él, ha habido tres cosas impactantes: las ondas tras los bombardeos, “porque se sienten los estruendos”; el sistema de defensa del país y la normalidad en Israel, “aquí la vida continúa, no hay retroceso a nivel económico”.
El Domo de Hierro nos ha protegido de lo que pudo ser una catástrofe
Por su parte, Lina Patiño vive en Jerusalén. Hace siete años llegó a Israel. “Acá está más tranquilo todo. El lunes en la tarde se escuchó que nos atacaron, pero en la última semana solo ha sonado una vez la alarma”.
Dice que hace un mes se incrementó la tensión, cuando a los árabes les cerraron lugares que frecuentaban por el Ramadán. “Ahí fue cuando se generó la inconformidad y comenzaron los enfrentamientos en la Ciudad Vieja”.
Ella trabaja cuidando a dos adultos mayores. Tienen demencia y “no se dan cuenta de lo que ha estado pasando”. Viven en un octavo piso. La hija de los señores, su jefe, fue sincera con ella hace unos días. Como viven en un piso alto, no hay tiempo de bajar al búnker. Le dijo que en caso de un ataque, lo que ella debería hacer es salir del apartamento y refugiarse en las escaleras: “No puedes salir con mis padres, ellos están en silla de ruedas y, por suerte, no sabrán qué es lo que pasa”.
‘La gente es escéptica de lo que pueda pasar’
Ori tiene 30 años, es judío secular y vive en Tel Aviv. Dice que las últimas dos semanas han sido difíciles. “Sirenas interminables, muchas horas en los refugios. En el sur, la gente no puede abandonar estos lugares”.
“Miles de cohetes han sido disparados contra Israel con la intención de matar a cualquiera en su camino. Por suerte, para nosotros, tenemos la Cúpula de Hierro”. Sin embargo, el hombre cree que este no es el ‘peor capítulo’ de violencia que se ha presenciado: “Las redes sociales hacen que parezca más complejo de lo que es”.
“Hace aproximadamente una semana, en la ciudad de Lod, una turba árabe extremista comenzó a encender automóviles judíos y sinagogas. Eso se convirtió en disturbios en otras ciudades de Israel entre extremistas de ambos lados”, explica Ori, quien es enfático en decir que los radicales son una minoría de la población.
Las fuerzas de seguridad israelíes inspeccionan un sitio en la ciudad de Ashkelon, en el sur de Israel, luego de un ataque con cohetes disparados desde la Franja de Gaza, el 16 de mayo de 2021. Foto:Jack Guez / AFP
‘Estamos solos en esta guerra’
El doctor Salim Anati es un médico refugiado palestino en Jerusalén. Vive en el campo de refugiados de Shufat. “El primer día, los colonos comenzaron a atacar la mezquita principal de Al-Aqsa. Ocurrieron choques. Luego, la Policía cerró la plaza de la Puerta de Damasco, donde los jóvenes solían permanecer en las escaleras”. En este lugar, se han registrado enfrentamientos en las últimas horas.
El hombre explica que la zona palestina de Sheij Jarrah fue atacada “para tomar casas palestinas por la fuerza bajo protección policial”. Explica que desde Gaza se pidió a Israel que detuviera estos actos, pero “no hubo respuesta positiva y luego comenzó la guerra en ambos lados”.
“Estamos solos en esta guerra. Todavía esperamos en paz. Estamos en contra de matar. Queremos dignidad, paz y libertad. Han sido tiempos difíciles y hay temor. Me han disparado varias veces con balas de goma”, relata.
‘Solo queremos paz’
Aviv tiene 30 años y vive en el centro de Tel Aviv. “Ha sido un tiempo difícil. Se siente más intenso que los eventos pasados. Todo comenzó cuando me senté en un restaurante y sonó la alarma. Comenzamos a escuchar fuertes explosiones de la interceptación de cohetes de Hamas por el Domo de Hierro”.
Él, a diferencia de otros israelíes, no cuenta con un búnker en el edificio donde vive porque es una torre antigua. “En estos días, me he despertado varias veces en medio de la noche con miedo. Los vecinos se reúnen en las escaleras cuando suena la alarma para compartir experiencias y poder tranquilizarse entre ellos”.
Dice que las calles estuvieron vacías los primeros días, pero que todo está intentando reactivarse. “Todos deseamos que esto termine. La mayoría de aquí, y en Gaza y Cisjordania, aspira a una vida pacífica. La gente quiere volver a su vida normal”.
Sobre el manejo de la información, cuenta que los medios de comunicación están mostrando la tensión entre árabes y judíos en todo el país, pero que en redes sociales “se está dividiendo entre bandos, lo que fomenta el odio y no la paz”, algo que, según dice, puede afectar “la gran armonía que tenían en Tel Aviv”.