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'Hay que adecuar la estrategia de seguridad a la nueva realidad': Jaramillo
Sergio Jaramillo hace un diagnostico del proceso de paz y de lo que cree se puede mejorar.
Sergio Jaramillo Alto Comisionado para la Paz Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO
El ex alto comisionado para la Paz del gobierno del expresidente Juan Manuel Santos, Sergio Jaramillo, habló con EL TIEMPO sobre los 5 años de la firma del acuerdo de paz en el Teatro Colón.
Jaramillo, junto con Humberto de la Calle, lideró la negociación de paz y manejó toda la estrategia conceptual del proceso. Asegura que se deben reconocer los puntos que no están saliendo bien como la seguridad y la lucha contra los cultivos ilícitos.
"Volvamos al tablero a rediseñar lo que haya que rediseñar", asegura. Sin embargo, enfatiza en que se debe mantener el entusiasmo y movilizar a la gente, "esta oportunidad de la paz no se nos va a volver a presentar. El próximo gobierno tiene en el Acuerdo su hoja de ruta para el campo colombiano", dijo.
¿Cuál es su balance de la implementación de los acuerdos cinco años después?
Cada vez que en La Habana enfrentábamos una crisis que parecía sin solución, yo le decía a mi equipo: “recuerden que este proceso es más grande que nosotros, de esta salimos”. Eso sigue siendo así. El proceso tiene tanta fuerza que ha aguantado todo lo que le han echado encima.
¿Qué ha salido bien?
Muchas cosas. La transición de las Farc de las armas a la política ha sido exitosa. Todavía hay algunos críticos que debaten si las Farc deberían estar en el Congreso, cuando eso es lo que hace posible toda negociación con una guerrilla. Hace 10 años nadie hubiera apostado que en su vida iba a ver a Pablo Catatumbo sentado en el Congreso. La pregunta es sencilla: ¿qué es mejor, eso o volver a dónde estábamos?
La JEP ha sorprendido con la calidad de sus resoluciones. Muchos de los más graves crímenes cometidos en nuestro territorio quedaron fuera de discusión, porque fueron reconocidos por los responsables ante un tribunal. Como me dijo el otro día Daniel Pécaut, eso “libera la palabra”. Ya nadie puede poner en duda que los falsos positivos ocurrieron, por ejemplo, o las atrocidades de las FARC.
El 22 de mayo de 2019, organizaciones afro le entregaron a la JEP un informe sobre violaciones de DD. HH. durante el conflicto. Foto:JEP
¿Eso fue lo que vio la I?
No sólo eso, sino que se estaba llevando a cabo un proceso serio de justicia, ajustado al Estatuto de Roma. Esa es una noticia gigante para el mundo, porque les muestra una luz a otras negociaciones de paz que buscan fórmulas de justicia. Colombia está realmente a la vanguardia. También me gustó que la I reconociera el trabajo de Justicia y Paz, que fue tremendo, y de la jurisdicción ordinaria.
¿Hay algo para todos?
Es así y si a eso le suma que el gobierno firmó a nombre del Estado colombiano, reconociendo e implícitamente defendiendo todas las jurisdicciones, se da cuenta que en ese acuerdo con la I hay un camino de reconciliación. Reconozcamos lo que han hecho bien todos, movámonos hacia adelante y dejemos de lado las discusiones.
Se ha vuelto un deporte darle palo a las Farc para ganar puntos. Me parece muy bien que le tengan que poner el pecho a los fríos vientos de la opinión pública, esa es la democracia. Pero la realidad es que si este proceso no se ha hundido es en buena parte por el compromiso de los ex combatientes por sacarlo adelante en las circunstancias más adversas. Las Farc han hecho más reconocimientos de responsabilidad que cualquier otra guerrilla.
Las Farc han hecho más reconocimientos de responsabilidad que cualquier otra guerrilla: Jaramillo
Lo demás es lo principal, que es la oportunidad de desencadenar lógicas de integración y transformación territorial con la reforma rural integral. Se trata de que la palabra “democracia” quiera decir algo en todos los rincones de Colombia, así de sencillo. Unos mismos ciudadanos con unos mismos derechos, no esta especie de apartheid social en que vivimos, con poblaciones y regiones enteras viviendo en la miseria ante la indiferencia del resto.
La famosa ausencia del Estado
Históricamente, nuestro problema no ha sido simplemente la ausencia del Estado, sino el hecho de que el gobierno central negocia con los poderes regionales y deja las periferias a merced de esos poderes. Que se hayan llenado de coca y de grupos peleándosela es el síntoma de la enfermedad, no la pepa del problema. Hay que inventarse una nueva manera de gobernar para reconstruir en esas regiones la relación entre Estado y sociedad, que es lo que he llamado la paz territorial.
Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación de Mutatá, Antioquia Foto:
¿Y eso no son los PDETs?
Tiene razón, así los pensamos. Afortunadamente, el gobierno decidió adoptarlos y se ha dedicado a meterlos en los procesos de planeación de las autoridades municipales. Eso me parece muy positivo. Pero hay varios problemas graves. En una situación de posconflicto usted no se puede dedicar simplemente a planear, porque la realidad se lo come vivo, que es lo que está pasando en Cauca y Nariño. Una infinidad de grupos se disputan las rentas ilegales y en medio de esa puja territorial caen los líderes sociales. Es un escándalo que solo en el Cauca hayan muerto 78 y el gobierno permanezca impávido.
Lo primero como hemos dicho tantas veces es que tiene que adecuar la estrategia de seguridad a la nueva realidad. Si sigue usando el mismo martillo de antes cuando muchas veces necesita un bisturí, va a fracasar. Además, en las regiones todo el mundo dice que el Ejército está quieto, abandonó el control territorial.
¿No cayó Otoniel?
Felicito a la Policía y al Ejército por ese resultado. Pero la operación Agamenón contra el Clan se puso en marcha en 2015, yo participé en esas discusiones. Gavilán, el número dos, ya había caído en 2017, Otoniel era cuestión de tiempo. Ahora lo que hay que hacer es seguir innovando en materia de seguridad, que es lo que no ha ocurrido.
Volvamos a los PDETs
Los PDETs no están pensados como simples proveedores de servicios, sino como espacios para establecer un nuevo diálogo entre instituciones y comunidades: Jaramillo
No es suficiente que el gobierno apoye la estructura de los PDETs, que repito celebro. A esos huesos hay que ponerles carne, pero el gobierno engavetó la reforma rural integral. Mire las cifras: 7 de los 16 planes sectoriales del Acuerdo para proveer servicios públicos y crear condiciones de productividad en el campo ni siquiera han sido aprobados. Un informe del Congreso dice que el plan de vivienda rural, por ejemplo, lleva más de dos años durmiendo en un cajón del Ministerio de Vivienda. En el Acuerdo los PDETs son vehículos para implementar esos planes. Como no están, lo que encuentra son pequeñas obras, con bajos niveles de ejecución.
El Congreso dice que se han entregado 2.245 hectáreas a campesinos de los 3 millones que exige el Acuerdo. Parece un chiste. Y la Procuraduría en su informe dice que la mitad de las hectáreas formalizadas, que la Agencia de Tierras presenta como resultados, lo fueron antes del Acuerdo, la mayoría en resguardos. Añádale a eso que el mismo gobierno mandó hundir en el último debate en el Congreso la jurisdicción agraria y se da cuenta que en tierras estamos en ceros.
¿Y qué hay que hacer?
Lo primero es volver a meter a la gente en el proceso. Los PDETs no están pensados como simples proveedores de servicios, sino como espacios para establecer un nuevo diálogo entre instituciones y comunidades, y para construir nación. Lo que más mortifica a la gente no es que no se hagan las obras, a eso están acostumbrados, sino que los hayan invitado a un gran proceso de participación y ahora sean unos convidados de piedra, que es la queja recurrente en casi todos los PDETs. Hay que recuperar la idea de la paz territorial.
¿Por qué cree que en esta campaña electoral casi ningún candidato hablar de los acuerdos de paz?
Mi impresión es que el Acuerdo es cada vez menos objeto de controversia. Un gobierno que se opuso al Acuerdo ahora apoya los PDETs, eso es un triunfo de la realidad sobre la ideología. Se dieron cuenta que es lo que hay que hacer. También es un logro del Acuerdo que por primera vez en 40 años los temas de las elecciones sean los problemas más apremiantes de la gente, sobre todo ahora con los devastadores efectos de la pandemia, y no qué hacer con las FARC. Somos uno de los países más desiguales del mundo. Hasta el candidato del partido conservador ahora está hablando de reformas para romper las roscas que ahogan la economía, y eso es gracias al Acuerdo.
¿Qué cree que debe hacer el próximo gobierno respecto a los acuerdos de paz?
Primero prender las alarmas y meterse al barro. En regiones como el Cauca y Nariño se está cerrando la ventana de la paz. Hay que intervenir en esos focos de violencia con toda la fuerza del Estado, de la mano de las comunidades, antes de que esas bandas fragmentadas se consoliden y se expandan. Hay muchos problemas, pero yo estoy en contra del catastrofismo colombiano, que es también una manera de lavarse las manos.