La libertad de la prensa

Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Suele celebrarse en esta fecha porque un 3 de mayo de hace más de tres décadas fue proclamada, con el respaldo de la Asamblea General de las Naciones Unidas y de la Unesco, la Declaración de Windhoek (Namibia), que recuerda al mundo que la información veraz es un derecho humano fundamental. Es una jornada de conmemoración, con conferencias, talleres y testimonios, en la que tiende a dejarse en claro que la tarea de la prensa libre es fundamental en la construcción de una sociedad democrática, y que debe ser protegida contra viento y marea.

La libertad de prensa ha sido una lucha de siglos. Filósofos del mundo del siglo XVII en adelante, como Milton, Locke o Diderot, elevaron la voz a favor de “hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando se responda del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley” en medio de los embates de los autoritarismos. Tiende a darse por sentada la victoria sobre las censuras, pero lo cierto es que ha sido una batalla constante en las naciones de estos últimos tres siglos –baste recordar el Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda de Goebbels–, y que, de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras, por ejemplo, la mayoría de los países del mundo tienen serios problemas a la hora de defender la libertad de sus medios.

Según el más reciente de los informes de esa organización, precisamente, Colombia está en el puesto 115 entre 180 países en cuestión de libertad de prensa: “Colombia sigue siendo uno de los países más peligrosos del continente para los periodistas”, se lee en el texto sobre nuestro país, y se habla de los riesgos enormes a la hora de cubrir temas de medioambiente, de conflictos armados y de corrupción.

Hay que anotar, además, los episodios de agresiones y estigmatizaciones por parte del Presidente y funcionarios del Gobierno contra los medios que cumplen la tarea de investigar, cuestionar y denunciar, tal como lo han constatado las alertas de organizaciones de libertad de prensa.

Fue la Constitución de Rionegro, de 1863, la que proclamó sin ambages la libertad de pensamiento “en forma oral o escrita”. La Constitución de 1991 defiende esa tradición: su artículo 18 garantiza la libertad de conciencia, su artículo 20 promete que no habrá censura, su artículo 73 habla de protección a la actividad periodística. Y, sin embargo, la Flip documenta 145 ataques a periodistas en lo que va del 2025, y es evidente que, en medio de la crispación política y de la exacerbación de los conflictos en cientos de municipios, se han vuelto peligrosamente comunes –bordean, de hecho, lo injurioso– los ataques desde el Gobierno al trabajo de los medios de comunicación.

La celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa es hoy más importante que nunca. Cuando las repúblicas enfrentan la aparición de liderazgos tentados al autoritarismo, resulta necesario que el periodismo redoble sus esfuerzos a la hora de contarnos con veracidad, sin prejuicios ni extremismos, lo que sucede en sus sociedades. Pero es igual de trascendental que se haga consciente, desde la ciudadanía hasta el Estado, que sin una prensa libre, defendida y protegida la democracia es apenas una teoría.

EDITORIAL