La guerra civil de la República de Sudán es un conflicto que poco interesa a los medios de comunicación occidentales y a la opinión pública en general. Como se evidencia, hay conflictos armados y zonas de violencia que generan más eco en la opinión pública o que tienen mayores análisis o abordajes desde los medios de comunicación, como es el caso de la guerra ruso-ucraniana o el conflicto armado palestino-israelí, debido a los intereses que existen entre países externos.
África es un territorio con riqueza en recursos estratégicos como caucho, coltán, cobalto, oro y petróleo, que históricamente ha sido foco de interés para diferentes actores, no solo Estados, sino también empresas y grupos criminales. En este continente se ubican los países con menor esperanza de vida del mundo, como es el caso de Somalia, Nigeria y Sudán del Sur (antes era parte de Sudán; en el 2011 se dividió en dos territorios, los cuales hoy son dos Estados autónomos, gracias a un referéndum que permitió la creación de la República de Sudán y la República de Sudán del Sur), entre otros.
Sudan está olvidado a pesar de que vive una guerra civil que deja uno de los más graves escenarios de violencia, con una de las mayores crisis humanitarias y de hambruna del mundo. Desde el mes de abril del 2023, cuando se inició la tercera guerra civil en la República de Sudán, el saldo ha sido de más de 13 millones de desplazados (3 millones de refugiados fuera de Sudán y más de 9 millones de desplazamientos internos), 24 millones de personas padeciendo hambre aguda, aumento de violencia sexual contra niños y niñas, y servicios sanitarios colapsados, debido a que más de 30 millones de personas requieren ayuda urgente en salud y sanidad, según la ONU.
Este escenario de violencia no se solucionará pronto, entre diferentes factores, porque de la existencia de esta guerra depende el lucro de diferentes actores que requieren de los recursos que obtienen en Sudán para poderse enriquecer o fortalecer. Los actores que se confrontan directamente en esta guerra civil son las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) un grupo paramilitar independiente).
Eliminar las violencias étnicas y apoyar a los países sumidos en la violencia muchas veces se queda en discursos.
La FAR recibe apoyo de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) a cambio de recibir el oro sudanés. Todo este intercambio se camufla en pseudooperaciones de ayuda humanitaria por parte de EAU, y así entregan material militar, tecnología y drones. Por su parte, la empresa sudanesa Al Gunade (Al-Junaid), dedicada a la extracción y comercialización, también aprovecha el escenario para el contrabando de oro hacia Dubái.
Otro actor interesado en este escenario es el grupo paramilitar pro-ruso Wagner, quien apoya a la FAR y al que le interesa que se mantenga la violencia sudanesa para poder continuar facilitando al Kremlin el a recursos como el oro, el cual es utilizado por Rusia para financiar su guerra en Ucrania. Wagner, a su vez, trabaja en cooperación con EUA por el contrabando de oro y recursos.
A su vez, Rusia también ha tenido os con las Fuerzas Armadas Sudanesas (el enemigo de la FAR), debido al interés de tener una base y centro logístico naval en Puerto Sudán, lo cual llevó a un acuerdo logrado entre ambas partes este año, que permitirá que Rusia tenga al mar Rojo, con la posibilidad de albergar naves con armamento nuclear y tener más de 320 militares rusos. A cambio, Rusia se ha convertido en uno de los mayores proveedores de armas para Sudán y, mientras la guerra continúe, más armas requerirá la República de Sudán. Es un negocio muy valioso para Rusia. A Estados Unidos esto le inquieta debido a que no quiere que Rusia tenga dicho control en el mar Rojo, porque aumenta el poder ruso en la zona.
Esta olvidada guerra civil contemporánea seguirá creciendo o se mantendrá porque, a cambio, diferentes actores logran obtener los recursos necesarios para alimentar su codicia económica, bajo discursos de pseudoapoyo humanitario y crimen. Si bien la geopolítica es de intereses entre actores, en este caso es necesario visibilizar cómo los objetivos de la comunidad internacional en reducir el hambre aguda, eliminar las violencias étnicas y apoyar a los países sumidos en la violencia se quedan en discursos o en perspectivas de abordajes a temas que solo demuestran el desinterés de los diferentes organismos y países potencia, por ejemplo, el caso de Sudán y el olvido que es.