En gran parte de los argumentos presentados en su demanda sobre el derecho al internet libre, la abogada Ana Bejarano y su empresa El Veinte tienen la razón. Analizando el caso desde un punto de vista estrictamente teórico, la demanda de El Veinte es impecable, y como tal lo ha tomado la Corte Constitucional, cuyo fallo está aún por conocerse y es importante leerlo para entender las implicaciones y no seguir en esta lluvia de ataques y contraaques que oscurecen la discusión.
Lo que lograron Bejarano y El Veinte es, sin lugar a dudas, un paso importante hacia un a internet más justo y equitativo en Colombia, alineado con los principios de neutralidad de la red y los derechos digitales de los ciudadanos. Es decir, para explicarlo de manera más aterrizada, El Veinte y la Corte se enfocaron en defender los principios de neutralidad de la red, la libertad de elección del y la competencia justa entre plataformas.
Pero, no obstante la validez jurídica de la decisión, hay quienes argumentan que tanto El Veinte como la Corte obviaron el impacto en la conectividad de los más vulnerables: para muchos, el artículo 67 que tumbó la Corte era una medida que acercaba la conectividad a las zonas más marginadas y a personas de bajos recursos, ya que el a WhatsApp o Facebook sin datos móviles era, para millones, su única forma de conectarse. La eliminación de esta medida, argumentan los críticos, es un retroceso que va a desconectar aún más a los sectores populares.
Lo que lograron Bejarano y El Veinte es, sin lugar a dudas, un paso importante hacia un a internet más justo y equitativo en Colombia
El debate planteado por El Veinte tiene tanto de largo como de ancho, y así como al demandante le acude la razón en su defensa de la neutralidad del internet, quienes critican la decisión también tienen razón en las objeciones que manifiestan. Los segundos se han centrado en el impacto social y económico inmediato en los s más vulnerables, quienes podrían perder la conectividad básica que tenían a través de estas ofertas.
En este tema no hay una verdad absoluta. Hay interpretaciones. La Corte le dio la razón a El Veinte en lo que expusieron, pero no por ello las críticas carecen de validez. La Corte no tiene la verdad absoluta, y no siempre sus decisiones han sido acertadas, como en el caso de las consultas populares, que tanto daño le han hecho al progreso de Colombia.
Sin embargo, Bejarano optó por tildar de bodegas a todos aquellos que la criticaron. Acusó a todos sus detractores de ser agentes pagados de Carlos Slim y de Mark Zuckerberg. Ojalá pudiera demostrarlo, así como sería de rigor publicar los acuerdos entre Facebook y Claro para manipular la mente de los colombianos, como lo aseguró en su columna en Cambio y en sus redes sociales. Según ella, personajes como Mauricio Jaramillo, una de las personas que más sabe de internet en Colombia, además de ser un ser humano decente y respetuoso por encima de cualquier cosa, es un bodeguero mentiroso que anda en una campaña de desinformación. En vez de estar sumidos en una discusión de ataques, lo que deberíamos estar estudiando, mientras conocemos el fallo completo, es cómo ha evolucionado esta discusión en la Unión Europea, en Chile, India, Japón y Estados Unidos, por poner algunos ejemplos.
También sería bueno escuchar la posición de las operadoras, a las que Bejarano trata de hacer ver como enemigas de los colombianos, cuando han sido estas las que han invertido miles de millones de dólares en habilitar la infraestructura necesaria para que todos podamos estar conectados.
Este debate necesita de voces más serenas, como la de Jaramillo, y no de las desbordadas pasiones de Bejarano, acusando a todo el que no la aplaude de mentiroso, ni las de los críticos que la insultan en gran medida porque no entienden el tema que se está discutiendo. Por lo pronto, aguardemos el fallo para continuar el debate.
DIEGO SANTOS