Si al campeón del Tour de Francia le descubren dopaje, le quitan el título. A nadie se le ocurriría decir que como ganó, entonces no le pueden hacer las pruebas para establecer si ganó limpiamente o ganó con trampa. No he visto al primer campeón del Tour, o del Giro, o de la Vuelta a España o de la Vuelta a Colombia diciendo que en su condición de ganador se rehúsa a que le hagan pruebas.
El triunfo impone una mayor carga ética, pues ha de ser limpio y transparente para que se pueda reconocer por todos y considerar como un triunfo legítimo y verdadero, en todos los campos de la vida competitiva.
Lo que resultaría un verdadero despropósito es sostener que quien gana queda eximido de cualquier escrutinio para establecer si cumplió o no cumplió con las reglas porque eso implicaría legitimar el mundo turbio y asqueante de la trampa.
Permitir que el tramposo que triunfe quede impune en cualquier disciplina deportiva o en cualquier campo de la vida equivale a invitar al engaño.
“Si vas a hacer trampa, asegúrate de ganar porque solo se castiga al tramposo que pierde”. “Haz trampa y gana, que eso garantiza que tu trampa será premiada”.
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La algarabía nacional, las advertencias grandilocuentes sobre un tal golpe de Estado que no existe, el melodramático llamado a la comunidad internacional –¡qué pena con los señores embajadores!– se originan en el empeño de bloquear una investigación para establecer si se violaron los topes de gastos de las campañas o se incumplieron las normas aplicables a las mismas campañas.
Permitir que el tramposo que triunfe quede impune en cualquier disciplina deportiva o en cualquier campo de la vida equivale a invitar al engaño
Aquí no hay condenas, ni imputaciones, ni formulación de cargos, ni imposición de castigos ni destituciones... aquí solamente han ordenado una investigación formal con fundamento en las decisiones explícitas y confirmadas de las altas cortes. El Consejo Nacional Electoral no obró solo. Aplicó lo dispuesto por las altas cortes.
Rechazar a rajatabla la posibilidad de que el Consejo Nacional Electoral investigue una campaña que ganó en los escrutinios equivale a que el campeón del Tour que se declare en rebeldía cuando le vayan a tomar sus muestras, sindique a la organización con toda clase de adjetivos, insulte y descalifique ‘a priori’ a los laboratoristas y les pida a sus seguidores que se tomen los Campos Elíseos y si es necesario acampen indefinidamente en el Arco del Triunfo para impedir que al campeón le practiquen unas pruebas de laboratorio.
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Y las investigaciones no pueden quedar solo reservadas para los perdedores. Y la intrépida interpretación según la cual se puede investigar solo al candidato perdedor conduce a un absurdo democrático. Sin sentido.
Será la investigación formal la que establezca si hay o no violación de topes, y los magistrados del Consejo Nacional tendrán que evaluar las pruebas y votar. Mientras tanto, el fuero ante la Comisión de Acusación y absoluciones sigue intacto. Intacto. Hay que esperar el resultado final de las investigaciones y que caigan quienes tienen que caer y absuelvan a quienes tengan que absolver.
Observar las reglas de juego en una campaña no es un problema técnico menor. No es un asunto de trámite. Es de la esencia del voto limpio. Si una campaña viola los topes, rompe el equilibrio en el partidor de la democracia y deslegitima el resultado. Por eso, justamente, se reformó la Constitución. Porque violar topes es peor que comprar votos, alterar actas, falsear escrutinios. Es como meterle un motor a la bicicleta del ciclista que va escalando el Alpe d’Huez. Es como regalarle un futbolista 12 en la final al puntero de la liga. Es corromper la campaña, corromper la votación y corromper los escrutinios.
Hoy no se puede decir que Petro ganó con trampa. Pero si no dejan hacer las investigaciones, tampoco habrá certeza sobre la nitidez de su triunfo.
JUAN LOZANO