Este viernes 10 de enero será la ceremonia de investidura de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y medio planeta contiene el aliento por lo que podría ser su tercer mandato por otros seis años. En saco roto la visita de Edmundo González a Joe Biden en la Casa Blanca, también la visita a Javier Milei en la Casa Rosada, el recibimiento de Luis Lacalle en el Palacio Estévez, la expectativa por la segunda mano dura de Donald Trump o las decenas de países que dejarán sillas vacías durante la toma de posesión.
Todo apunta a que las cosas seguirán igual en Venezuela y que Nicolás Maduro continuará mandando en Caracas con las banderas de la revolución bolivariana, así como Miguel Díaz-Canel sigue mandando en Cuba con la herencia de los Castro y tras casi siete décadas de la revolución en La Habana. Continuidad a pesar de sanciones económicas y embargos que no sirvieron para tumbarlos, así como de estampidas de ciudadanos que huyeron hacia otros lados por cuenta de dos dictaduras que se eternizaron para mal de muchos y beneficio de unos cuantos.
Ahora la pregunta es si Edmundo González se convertirá en el próximo Juan Guaidó, si será otro gallo de pelea que acabará exiliado en el exterior, si convocará a movilizaciones en la clandestinidad junto a María Corina Machado, si se moverá encubierto a lo largo de la frontera con Colombia y organizará conciertos, si enviará delegaciones a Naciones Unidas para pedir por el derrocamiento del régimen bolivariano, o si terminará preso en alguna celda gracias a los 100.000 dólares que se ofrecen de recompensa por su captura en Venezuela.
Todo apunta a que las cosas seguirán igual en Venezuela y que Nicolás Maduro continuará mandando en Caracas con las banderas de la revolución bolivariana
¿Se convertirá González en la nueva versión de Juan Guaidó? ¿Se autoproclamará también como presidente interino legítimo de los venezolanos? ¿Tendrá un desgaste menos rápido tras haber ganado en las urnas con dos terceras partes de los votos escrutados en las elecciones del 28 de julio pasado? ¿Qué pasará con los 7’443.584 de ciudadanos que votaron por él? ¿Y con los 3’385.155 que respaldaron a Maduro? ¿Seguirán comiendo callados los 6 millones de trabajadores públicos del Estado venezolano y los 123.000 efectivos de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, los dos grandes bastiones detrás del régimen de Nicolás Maduro?
Difícilmente se cumplirán las proyecciones de nuevas salidas de venezolanos que hablan de un segundo éxodo masivo de 5 millones de personas si Maduro no entrega el poder. Si no salieron en los últimos 20 años de enorme contracción económica, ¿por qué habrían de hacerlo ahora que la economía crece por encima del 5 % en términos anuales y la inflación acumulada ronda el 16 % anual? Una cosa era cuando la economía se contraía en dos dígitos año tras año y el costo de vida cabalgaba por encima del 300 % anual.
Nicolás Maduro será nuevamente presidente de Venezuela y todo seguirá igual. No se van a cumplir las proyecciones de oleada de migrantes, ni los presagios de gran movimiento popular en las calles de Caracas. No va a pasar nada tampoco con la llegada de Donald Trump el 20 de enero a la Casa Blanca, ni saldrán las 5 petroleras estadounidenses que actualmente operan en Venezuela, incluida Halliburton del exvicepresidente republicano Dick Cheney. Al dinero no le importa el color de la política.
Y como no va a pasar nada en Venezuela, Gustavo Petro tampoco hará nada. ¿Tiene sentido que rompa nuevamente relaciones económicas con Caracas, a ver si se nos hunde más el recaudo de impuestos por aduanas, y la tributación en renta de las empresas exportadoras se sigue yendo a pique como en cascada?
PAOLA OCHOA
En X: @PaolaOchoaAmaya