'¿Sin agua qué somos?': así vivieron los ciudadanos de Bogotá el primer día de racionamiento

"Por favor ahorremos agua, la situación es crítica". Ese fue el llamado del alcalde Carlos Fernando Galán, después de que el Acueducto de Bogotá cerró las válvulas de cinco estaciones de la ciudad por 24 horas, con la esperanza de preservar los embalses que abastecen de agua a millones de personas, y que hoy están en un nivel preocupante que no se veía hace 40 años.

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A las 8 de la mañana en punto, los operarios de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAAB) fueron desocupando poco a poco las tuberías ubicadas en Santa Lucía, el Parque Nacional, Usaquén, Santa Ana y Santa Fe. El proceso de cerrar las válvulas, que dura alrededor de 20 minutos, fue monitoreado desde el centro de control de operaciones, en Modelia.

"El proceso debe hacerse lento porque, de lo contrario, puede causar grietas en las tuberías", explicó uno de los empleados.

En paralelo, los ciudadanos de 10 localidades se preparaban para su turno de racionamiento. Don Víctor, habitante del barrio San Fernando Occidental, en Barrios Unidos, se levantó más temprano de lo usual para “despachar” a sus hijos para el colegio, que no queda en el sector.

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“Alcanzamos a bañarnos todos en la casa, y guardamos un balde para el baño y otro para lavarnos los dientes en la noche. Ayer pasaron los de la Junta de Acción Comunal a avisarnos de los cortes”, contó el hombre, quien hacia las 9 de la mañana llegaba a Prohispan, popular panadería del barrio, a desayunar.

En este local, ubicado en la calle 74 con carrera 60, todo operaba con normalidad, recibiendo a decenas de comensales que llegaban a degustar su popular caldo de costilla, así como tamales, huevos, chocolate, empanadas y pan de todos los gustos.

Aunque todo parecía no tener cambio, en la cocina usaron cinco botellas de unos 25 litros para poder trabajar durante las horas del corte de suministro, que se sumó al líquido que tenían en los tanques de reserva.

“Aún está llegando un poco de agua, pero cada vez es menos. Desde por la noche estábamos preparados para que no nos afectara tanto. Llegamos aquí a las 5 de la mañana para tener los productos listos y durante el día trataremos de ahorrar lo más que se pueda”, contó Sol, una de las trabajadoras.

Unas cuadras cerca de allí, Luis Fraile, conocido como ‘Don Lucho’, se encontraba en su taller y lavadero de carros. Mientras varios empleados del lugar lavaban con mangueras algunos vehículos, el hombre le contó a EL TIEMPO cómo funciona el sistema que trata el agua para que puedan utilizarla nuevamente.

“Es una condición que nos ponían para trabajar de manera autorizada. En la alcantarilla de la salida del lavadero se recoge el agua que usamos, con unas ‘trampas’ en donde separamos la grasa para que no contamine el otro líquido. Luego, el agua pasa por dos filtros con carbón mineral que la purifica, y al final se trata con unos químicos para que quede lista”, dijo ‘Don Lucho’.

El hombre agregó que con esta agua pueden operar por aproximadamente ocho días, pero que si la “cosa se pone más grave” y los cortes más estrictos, van a tener que hacer cambios en su operación o, incluso, pensar en cerrar el negocio.

“Toca colaborar porque imagínese si nos quedamos sin agua en Bogotá... ¡Grave! El carro aguanta sin lavar, pero imagínese uno sin bañarse”, comentó.

En otros barrios de esta localidad, como J. J. Vargas, Metrópolis y Simón Bolívar, se presentaron cortes desde el miércoles por la mañana debido al mantenimiento en la válvula reguladora de presión. Un ciudadano, habitante de la zona, denunció que los dejaron 48 horas sin agua. Ante esto, el Acueducto se pronunció diciendo que durante esta semana no se habían programado cierres y era un tema de la alcaldía local.

Los habitantes y comerciantes del barrio Siete de agosto se prepararon con pimpinas, botellas y baldes llenos de agua para abastecerse durante toda la jornada. En algunos locales sobre la carrera 24 con calle 72 no hubo agua desde las 8:15 de la mañana. En otros, durante horas de la mañana todavía quedaba parte de la reserva de los tanques de almacenamiento propios.

Debido al racionamiento, algunos establecimientos estaban cerrados. En una frutería y heladería no había venta de jugos ni bebidas. En una bodega donde vendían alimentos empaquetados comentaron que solo trapearon el lugar una vez al día, cuando antes lo hacían tres veces.

En la plaza de mercado, por ejemplo, los restaurantes del segundo piso no abrieron porque “son los que más gastan agua”, comentó una vendedora de bebidas de la plaza. Y aunque había suministro de las reservas en los tanques, a las 11 de la mañana hicieron el cierre de las llaves y toda la plaza quedó sin agua. El único sitio donde preparaban comidas lavaba los platos en dos baldes. Por el primero enjuagaban con jabón, y luego utilizaban el agua del otro balde para dejar la loza limpia.

El uso de los baños en los restaurantes y panaderías estaba restringido para los clientes y los obstaculizaban con sillas o canastas de gaseosa.

Para cocinar en algunos lugares se utilizó agua tratada en bolsa, aunque “sale muy caro cocinar así”, contó la dueña de la panadería.

A pesar de todo, las personas se expresaron de manera consciente sobre el uso del agua y se notó un compromiso sobre el cuidado de ella. “¿Sin agua, dígame qué somos?, hay que cuidarla”, preguntó y afirmó Luz Herrera, dueña de un restaurante de desayunos, mientras lavaba los pocillos en un balde con jabón.

"Ayer (el miércoles) el consumo de agua en la ciudad fue de 17,39 metros cúbicos por segundo. La meta es 15", agregó el alcalde Galán.

LAURA VALENTINA MERCADO Y DIEGO SALINAS

REDACCIÓN BOGOTÁ