Por estos días han venido creciendo los rumores en torno a la posibilidad de que la alcaldesa Claudia López decida presentarse como candidata presidencial en el 2026. Lo ha dicho el portal La silla vacía y lo comentan algunos concejales en privado. La serie de reuniones que vendría sosteniendo con líderes locales, el tono conciliador con el presidente Petro –acérrimo contradictor suyo en el pasado reciente– y hasta las inesperadas y generosas declaraciones hacia el embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, podrían significar que la mandataria se lo viene pensando en serio.
Ella, por su parte, ha declarado que su único papel en este momento es ser alcaldesa. Que no tiene otras intenciones y que si se ha reunido con ediles de los barrios, es porque han sido colaboradores suyos y quiere ayudarlos en sus peticiones. Además, porque, según sus palabras, tiene una deuda de agradecimiento con los bogotanos.
Verdad o no, ¿cuál es el misterio? López es política, ambiciosa, precavida y ha aprendido a combinar todas las formas de lucha para convertirse en lo que es hoy: una de las figuras de lo que podría llamarse la nueva generación de líderes del país, más inclinada hacia la centro izquierda, pero con la habilidad para acercarse a otros espectros políticos con calculada discreción. El presidente Duque, pese a todas las críticas que recibió de ella, terminó siendo uno de sus principales aliados en temas de movilidad. Hasta le dejó garantizados los recursos para la segunda línea del metro, y ella lo elevó a la categoría del presidente que más había hecho por Bogotá. Y ahora con Petro, pues solo hay que ver la efusividad con que lo recibe en cada encuentro, los consejos que le acepta y las palabras que le dedica.
Todo eso hace parte del juego que decide plantear cualquier político. Hay que dejar de escandalizarse por ello. Son pocos los gobernantes que no emplean tácticas similares bien para afianzarse en sus cargos o para mantenerse en el escenario político futuro. Hasta un hombre académico, tecnócrata y con cero experiencia política como Juan Daniel Oviedo, el exdirector del Dane, se dejó seducir por la política y ahora anuncia su candidatura a la alcaldía. ¿Y cuál es su estrategia? Pues además de aprovechar el cuarto de hora, no perder vigencia. Y para ello, dicen, se convertirá en analista de un medio de comunicación. Vea pues.
El problema es si como gobernante la alcaldesa empieza a dejar de lado su papel y se dedica a la politiquería.
Así es que a menos de año y medio de que Claudia López deje el poder, es normal que quiera visualizar su futuro como candidata presidencial. Lo hicieron Pastrana, Petro, Mockus y Peñalosa después de sus primeras alcaldías. Ese no es el problema. El problema es si como gobernante la alcaldesa empieza a dejar de lado su papel y se dedica a la politiquería. Esto es, a negociar puestos con los concejales para conseguir gobernabilidad, a destinar partidas específicas para sus amigos y aliados, a participar más de los debates nacionales que de las angustias locales o hacer propuestas demagógicas y populistas para ir tapizando su aspiración. Por ahora no hay quien tenga pruebas de ello. López es, ante todo, una gran comunicadora y si se le quiere señalar de algo, hay que llenarse de argumentos.
No se necesita ser demasiado astuto para prever que la alcaldesa quiere ser parte del abanico de aspirantes presidenciales en cuatro años. Y que necesita al petrismo de su lado. Está en la cresta de su carrera política, se ha probado en escenarios en los que un político debe probarse: la militancia, las posturas frente a los grandes temas del país, el Congreso, la Alcaldía, etc.
Dicho esto, lo que corresponde al Concejo y a la opinión pública es seguir sus ejecutorias con lupa. Bogotá va bien en algunas cosas, pero no es la mejor ciudad del mundo, como dijo Petro en el reciente consejo de seguridad. Tampoco es la peor. La capacidad de resiliencia de esta ciudad es irable, o si no revisemos las cifras de la recuperación en la pospandemia. Pero también es cierto que pocas ciudades registran cada semana cuerpos desmembrados y embolsados en la cuantía que se han registrado. Seguimos siendo una de las primeras ciudades que a nivel global tienen la peor movilidad y escandalosas cifras en seguridad vial. Y en términos de desigualdad e inequidad no hay quien nos gane.
Que la alcaldesa ha hecho su aporte para mejorar las cosas, no hay duda. Lo importante es que Bogotá salga adelante y que no sea solo una excusa para trampolines políticos. Los bogotanos saben agradecer esos gestos. Eso sí, las alianzas ya se están tejiendo y el primer objetivo es mantener el poder en Bogotá. ¿Lo lograrán?
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor General EL TIEMPO
@ernestocortes28
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