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‘Mi gente’, así le decían al conductor de ambulancia víctima del covid
Su familia y amigos dicen que el mejor homenaje es valorar el servicio que prestan estas personas.
Julio César Pedraza Bermúdez era conductor de ambulancias en Bogotá y trabajaba para la Secretaría de Salud. Foto: Archivo particular
“¿Qué dice mi gente?” esa frase era la señal de que Julio César Pedraza Bermúdez, conductor de ambulancias en Bogotá, había llegado a trabajar o a su casa. Era su forma cariñosa de referirse a todos sus seres queridos y ahora es como lo recuerdan desde el día en que partió. Murió de covid-19.
Hay una razón para que sus compañeros y amigos lo despidieran con pétalos de rosa y con frases de cariño. Era una gran persona, así suene cliché. “Era amable, servicial, chistoso y muy, muy trabajador”, dicen sus compañeros, todos conductores de ambulancia por años y décadas.
Su familia no se repone de esta pérdida, pero también lo recuerdan como un hombre de familia lleno de valores. “Mi tío se desvivía por su esposa Clara a quien todo el tiempo le decía ‘mi negra’ que es auxiliar de farmacia, por sus hijos Leonardo, Cristian y Camila y por su nieta que solo tiene un añito”, contó Diana Marcela Pedraza, su sobrina.
Era amable, servicial, chistoso y muy, muy trabajador
Vivía pendiente de sus hermanos y amó a sus padres con entrega mientras estuvieron vivos. Su otro amor, era su oficio porque durante años trabajó con entrega. Nunca se quejó, o dijo sentir miedo por la pandemia, en cambio decía: “¡Qué va, hay que trabajar con toda!”.
Cuentan que no le gustaba sentirse enfermo y que cuando se quejaba era porque realmente se sentía muy mal. “Él seguía como si nada, no le gustaba dejarse afectar por las cosas y siempre decía que trabajaba de la mano de Dios”, contó Diana.
Aunque su oficio lo ponía en riesgo su familia dice que aun no tiene certeza cómo se contagió porque él hacía caso a todos los protocolos de bioseguridad exigidos en su trabajo.
Aquí está con su esposa a quien solía decirle 'mi negra' , con sus hijo y con su nieta. Foto:Archivo particular
El 13 de julio comenzó a manifestar los síntomas, pero dicen que nunca se quejó hasta que la enfermedad lo abatió y lo llevó a una Unidad de Cuidado Intensivo (UCI). Todo pasó tan rápido que ni siquiera pudo despedirse de su esposa, su negrita, a quien seguirá amando desde el cielo, dicen los que más lo conocieron. Tuvo una mejoría momentánea pero luego su salud empeoró y partió.
Hoy, pese al dolor lo recuerdan por su amor por el campo y su sueño de irse a vivir a la tierra de sus padres en la vereda Palenque en Gama (Cundinamarca). “Él tenía ese ideal y cada vez que podía se iba a trabajar allá”, contó Diana.
Para Julio César Pedraza Bermúdez lo más importante es su familia. Foto:Archivo particular
Julio César vivía en el barrio Altamar en Patio Bonito y junto con su familia también era un vecino adorado, así lo describen por su carácter bonachón.
Trabajó muchos años en el hospital de Chapinero y luego en las Subred de servicios salud norte cuando todo se unificó. “Todos pertenecíamos a un mismo grupo y por eso su partida nos afectó tanto a todos”, dijo Adriana Buriticá, una de sus compañeras de trabajo.
Todos ellos compartían largas jornadas de trabajo que se iniciaban a las 6 de la mañana y que estas épocas se caracterizaban por las actividades de desinfección de los vehículos y porque todos debían cambiarse su vestuario de forma permanente.
“Este año ha sido muy estresante porque nosotros también tenemos familias y sabemos que corremos riesgos, pero él siempre fue un ejemplo de valentía y nos demostró que ante todo estaba nuestro juramento de velar por los pacientes que transportábamos y nunca negarse a prestar un servicio”.
Mientras sus padres vivieron cuenta su familia que fue un muy buen hijo. Foto:Archivo particular
Julio César murió un domingo en la noche. El vacío entre sus compañeros es enorme, sobre todo, cada vez que se encuentran de frente con Simona, una perrita que permanece en el hospital Simón Bolívar y quien consentía cada vez que la veía. “Él adoraba a ese animalito. Lo recordamos jugando con ella y luego entregado totalmente al servicio de la comunidad”, dijo Adriana.
Hoy sus compañeros le hablan a la ciudad y le dicen que el mejor homenaje que se le puede hacer a este servidor es no discriminar al personal que maneja las ambulancias, no apartarlos por el simple hecho de portar un uniforme. “Nosotros tenemos familia, sentimos miedo, pero al igual que Julio César lo hacemos para prestar un servicio en esta situación tan difícil, incluso dejando de estar con nuestras familias en las fechas más especiales. Que valoren nuestro trabajo es el mejor homenaje que se le puede hacer”.