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‘Miguelito’,el médico que salió aplaudido de su casa enfermo de covid
Lo venció el virus y hoy su familia lo homenajea por buen hijo, padre, esposo, abuelo y médico.
“Chao Miguelito” “Queremos que regreses pronto”, “Te vas a recuperar, te esperamos”, “Eres un ganador, tranquilo”, “Que Dios te bendiga”, “Ánimo, ánimo”. Todas esas voces se replicaron con el eco de aquel conjunto de apartamentos el día que este médico enfermó. Con todo ese cariño partió hacia el hospital San Ignacio mientras los paramédicos lo sacaban encapsulado y las palmas de decenas de personas resonaban. Alguien filmó ese acto solemne y el video se volvió viral.
¿Quién era este personaje que generó tantos afectos esa fría noche de Bogotá? “Ese hombre era mi papá, Miguel Barragán Nocua, un médico cirujano de la Universidad Javeriana, una gran ser humano y profesional, una persona sencilla, relajada, inteligente y muy, muy amorosa” dijo Nicolás Barragán, después de varios intentos para entrevistarlo. Hablar todavía le cuesta trabajo. La covid-19 le quitó a su padre.
Miguel Barragán Nocua, un médico cirujano de la Universidad Javeriana. Foto:Archivo particular
Pero ese cariño no solo lo despertaba en su familia sino en todas las personas que lo conocieron. Miguel estaba casado con Yolanda hacía 29 años y tenía tres hijos, Nicolás, Miguel, y Laura pero su familia es numerosa y unida. Vivía también con una sobrina y un nieto a quienes trataba con el mismo afecto. Para él no existían las diferencias de trato. “Mi papá era tan cariñoso que a pesar de que madrugaba para irse a su trabajo era de los que nos dejaba preparado el desayuno. Decía: ahí les dejé el cafecito a mis chinitos”, contó Miguel Barragán Bonilla, otro de sus hijos.
Él médico estaba trabajando en la subred centro oriente en el CAPS Chircales, en Rafael Uribe Uribe, y en la IPS Virrey Solís en la avenida 68 con Américas y vivía desde hace varios años en un conjunto de apartamentos del barrio Usatama en la localidad de Los Mártires, en la manzana A, pero lo conocían en todas las demás.
‘Miguelito’, como lo solían llamar, era célebre entre los vecinos, porque cada vez que alguno se enfermaba preferían llamar a este galeno por el cariño con que los trataba. El niño que se raspaba, el abuelo indispuesto tenían que ver con él. “Es que era muy sencillo, mis amigos me decían que era un bacán, que era divertido y que siempre tenía una sonrisa para los demás. Solía estar vestido con una sudadera y una camiseta blanca”, contó Nicolás. Formal, solo para ir al trabajo, porque eso de usar corbata no era lo suyo.
Esta es una de las fotos favoritas de su familia. Foto:Archivo particular
Nicolás cuenta que mientras cuidaba a su mamá, que había enfermado en Soacha, la salud de su padre se afectó. “Un día lo llamé y me dijo, con su voz triste, que no podía volver a su casa porque Yolanda, su esposa, comenzó a tener los síntomas de la covid-19 y que era probable que él ya la tuviera”.
Poco después Miguel enfermó y alcanzó a guardarse unos días en su apartamento. Lentamente su salud se deterioró. “La última vez que lo vi fue a través de la ventana que daba al parque. Estaba en la cama, junto a Yolanda. Los dos se quejaban porque les dolía la espalda. Mi papá me dijo que estaba muy agotado”.
Es que era muy sencillo, mis amigos me decían que era un bacán, que era divertido y que siempre tenía una sonrisa para los demás. Solía estar vestido con una sudadera y una camiseta blanca
Ambos lucharon durante muchos días hasta que al médico, el simple acto de respirar se le complicaba. “Yolanda comenzó a mejorar pero mi padre empeoraba. Ya no podía aguantar la respiración ni dos segundos y ahí fue cuando la familia decidió llamar a urgencias para que se lo llevaran”, contó Nicolás. En total, siete personas de la familia se habían contagiado, eso lo confirmaron luego las pruebas.
'Miguelito' era un excelente hijo, siempre fue cariñoso. Foto:Archivo particular
En el hospital universitario de La Javeriana atendieron a Miguelito. Allá lo entubaron, no había más que hacer. Su familia oraba como siempre ante una vicisitud familiar. “El 9 de mayo todos estábamos felices porque ya había recuperado su conciencia, pero tenía dificultades con su riñón y taquicardia”, contó Nicolás.
Pese a su estado, la familia preparaba una fiesta virtual para recibirlo de nuevo en casa. Pero la mañana del domingo 10 de mayo su batalla terminó. “En el día de la madre, mi papá decidió ir a visitar a mi abuelita, que ya estaba en el cielo. Seguro pensó que sería un buen regalo. Y yo, yo me quedé sin mi papá, pero lo he soñado, y me ha reconfortado”, dijo Nicolás.
En el día de la madre, mi papá decidió ir a visitar a mi abuelita, que ya estaba en el cielo. Seguro pensó que sería un buen regalo. Y yo, yo me quedé sin mi papá
Aquí está 'Miguelito' con su hijo Nicolás. Foto:Archivo particular
Yolanda cree que ambos pudieron haber contraído la enfermedad en donde trabajaban porque ella es enfermera de urgencias y de alguna manera los dos pudieron tener o con personas enfermas. Pero hoy no les importa buscar culpables, eso sí, rechazan que algunos sindicatos estén usando la imagen de ‘Miguelito’ y sin permiso en sus protestas y que digan que la Ley 100 lo mató, por el contrario, ellos están agradecidos con el hospital que lo atendió en sus últimos días, allá fue querido y tratado con profesionalismo, dicen que como el buen hijo que regresa a casa.
“No somos ni seremos los únicos que hemos perdido a un familiar por esta enfermedad. Solo les puedo decir que esto debe ser una lección para cuidarnos más y a nuestros seres queridos. La familia es lo único importante. No hay que rendirse, hay que seguir, sobre todo por las próximas generaciones. Tenemos que vivir sin miedo, como mi papá”, dijo Nicolás.
Rechazamos que algunos sindicatos usen la imagen de ‘Miguelito’ sin permiso en sus protestas. Nosotros estamos muy agradecidos con el hospital que lo atendió en sus últimos días
Yolanda se recupera de la covid-19, pero aún no de su pérdida. Ella, quien trabajó al lado del médico toda su vida, dice que siempre lo iró por su solidaridad. “Me están llamando hasta sus compañeros de universidad con los que estudió hace 30 años”.
Y es que Miguelito era de los que cuando un paciente no tenía para un medicamento se las arreglaba para conseguírselo. “Y si veía a un viejito vendiendo cualquier cosa en la calle, así no lo necesitara, se lo compraba porque le rondaba la idea de que de pronto luego no tendría qué comer. No hay muerto malo, pero es que él, realmente, sí era una gran persona”, dijo Yolanda.
Siempre fue un ejemplo para los niños de la casa. Foto:Archivo particular
Vivía pendiente de todos y cada uno de los de su familia. Velaba por la salud de sus hermanos, de sus vecinos, de sus hijos, nietos y sobrinos y, sobre todo, de sus pacientes porque fue un médico entregado a la causa.
“Mi papá era de los que se fijaba en detalles. Si se me rompían los tenis para jugar microfútbol se le aparecía a uno de repente con unos nuevos”, contó Miguel. Sus hermanos solían decirle ‘almita de Dios’, eso lo dice todo.
Para Miguelito, la unión familiar lo era todo, por eso preparó a sus seres queridos para la pandemia y los cuidó de todas las formas para que esta no llegara a sus pulmones, pero el coronavirus fue implacable a sus 59 años, a pesar de ser una persona sana.
Pasará tiempo antes de que la familia se reponga de su ausencia; mientras tanto, Nicolás prefiere quedarse con lo más bello que su padre solía decirle recordando una frase acuñada por el abuelo de la familia: “Estudia para que cuando estés crecido no seas el juguete vulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos”.
Y esta comunidad, la del barrio Usatama, en una época en donde en los buses y conjuntos discriminan a quienes nos salvan la vida, pasará en la historia como un ejemplo de respeto, agradecimiento y solidaridad.
Los niños de la casa también lo extrañan mucho. Foto:Archivo particular