Bogotá cuenta con más de 5.000 parques de todos los tamaños, estilos y mobiliarios, áreas urbanas destinadas a la recreación, el encuentro ciudadano y las prácticas deportivas.
Sin embargo, desde hace algún tiempo, estos espacios vienen presentando crecientes problemas de convivencia debido al mal comportamiento de algunos perros (y sus dueños), en relación con los demás s del parque.
Vale la pena decir que los perros no son responsables directos de estos conflictos, ya que actúan conforme a su instinto y al tipo de entrenamiento que han recibido.
Lo preocupante es que disfrutar de un parque, leer un libro, jugar con los hijos o simplemente sentarse en el césped ya no resulta tan atractivo ni higiénico como antes.
Semanalmente, varios lectores me escriben para quejarse de situaciones incómodas relacionadas con los perros. Muchos mencionan las tensiones constantes que viven con propietarios de mascotas potencialmente peligrosas, a quienes dejan sueltas en los parques, sin ningún tipo de control ni protección. Me refiero a razas como el Bullmastiff, Dóberman, Fila Brasileiro, Mastín Napolitano, Bull Terrier, Pit Bull Terrier y Rottweiler, entre otras. Todo esto ocurre a la vista de las autoridades y vecinos que, por temor o indiferencia, no se atreven a intervenir o llamar la atención.
En caso de pelea evite usar cualquier objeto para separarlos. Foto:IStock
Otro tema recurrente es el excremento canino: muchos dueños lo omiten, o lo recogen de manera incorrecta. Esto ha generado tensiones de convivencia y problemas sanitarios que van mucho más allá de una simple molestia estética.
Diversos estudios indican que las heces de perro son una fuente significativa de contaminación pues contienen bacterias, parásitos y nutrientes que pueden afectar la calidad del suelo y del agua. Representan un riesgo para la salud pública, ya que pueden albergar patógenos como E. coli y salmonella, especialmente peligrosos para quienes juegan en el césped, como los niños.
La orina de perro también merece atención: contiene compuestos nitrogenados y sales que pueden quemar el césped y dañar la vegetación, alterando el pH del suelo. No es raro ver zonas secas en las áreas más frecuentadas por mascotas. A esto se suman los malos olores, especialmente en las zonas cercanas a las canecas que, por lo general, están saturadas de bolsas con desechos.
Todo esto reduce la calidad ambiental de los parques y su entorno, haciendo que muchos ciudadanos eviten visitarlos.
No en vano, la Organización Mundial de la Salud destaca la importancia de gestionar adecuadamente los desechos de animales domésticos como medida preventiva frente a enfermedades zoonóticas en contextos urbanos.
Pero la solución no es dejar de ir a los parques. Se trata, más bien, de aprender a convivir, de respetar normas básicas de comportamiento y de aplicar la normativa vigente, con énfasis en la regulación de razas peligrosas.
Es clave fortalecer las campañas de sensibilización y tenencia responsable de mascotas; informar a la ciudadanía sobre los riesgos asociados a los desechos caninos; instalar canecas exclusivas con dispensadores de bolsas biodegradables, y mejorar las sanciones y controles por parte de la policía, en el marco del Código de Convivencia.
En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal,
elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada
con
sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando
esta
utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí