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Entrevista
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Un proyecto está salvando al tití cabeciblanco, ‘el embajador del Caribe’ que está en peligro crítico de extinción
Rosamira Guillén, directora de Proyecto Tití, habla de los esfuerzos de la iniciativa y cómo usted puede sumarse.
La deforestación y la cacería son las principales razones que tienen hoy al tití cabeciblanco en peligro crítico de extinción. Foto: Fundación Proyecto tití
En los bosques secos tropicales del Caribe colombiano, una de las especies más carismáticas del país lucha por sobrevivir: el tití cabeciblanco. Este pequeño primate de apenas una libra de peso, de melena blanca y cola marrón, es hoy símbolo de una biodiversidad que se extingue a pasos acelerados.
La especie es endémica: sólo habita en algunas regiones de los departamentos del Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y una porción del Urabá antioqueño. Y aunque en otras partes del mundo ni siquiera se conoce su existencia, en Colombia su realidad es alarmante: está en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La razón: la deforestación y el tráfico ilegal de fauna, que lo han dejado sin hábitat y lo han convertido en una víctima frecuente del comercio de mascotas exóticas.
El tití cabeciblanco es una especie endémica del Caribe colombiano. Foto:Fundación Proyecto Tití
Frente a este panorama, la Fundación Proyecto Tití lleva más de dos décadas trabajando por su conservación. Su directora, Rosamira Guillén, habló con EL TIEMPO sobre el rol ecosistémico del tití, los avances de conservación en el Caribe y las acciones que cualquier ciudadano puede ayudar a evitar su desaparición.
¿Qué es la Fundación Proyecto Tití y por qué decidieron enfocarse en esta especie?
La Fundación Proyecto Tití es una organización sin ánimo de lucro cuya misión es garantizar un futuro a largo plazo para el tití cabeciblanco. ¿Por qué el tití? Porque es una especie que solo habita en una pequeña porción del Caribe colombiano —en los departamentos del Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y una parte del Urabá antioqueño—. No se encuentra en ningún otro lugar de Colombia ni del mundo. Es una especie endémica, y además, está en peligro crítico de extinción, la categoría más alta de amenaza de la UICN.
Las causas de esa amenaza son dos. Una, la deforestación extensiva para dar paso a ganadería, agricultura, minería o desarrollo urbano. Según el Instituto Humboldt, queda menos del 8 % del bosque seco tropical en el país. La otra, el tráfico de fauna: cazan a los titíes para venderlos como mascotas. Son primates pequeños, del tamaño de una ardilla, muy carismáticos, y la gente, sin saber que están en peligro y que es ilegal, los tiene como mascotas.
La Fundación nació en 2004, inspirada por el trabajo de la bióloga Anne Savage, quien llegó en los años 80 a estudiar la especie. Yo me uní cuando dirigía el zoológico de Barranquilla. Me conmovió saber que, siendo costeña, nunca había oído hablar del tití. Así que decidimos unir fuerzas y crear la organización.
El tití cabeciblanco tiene una distribución muy limitada, entre el río Atrato y el río Magdalena. Foto:Fundación proyecto Tití
¿Cuál es la importancia ecosistémica del tití en los bosques secos tropicales?
El tití cumple funciones vitales dentro del ecosistema. Es un gran dispersor de semillas. Consume frutos de por lo menos 40 especies nativas, como el caracolí o las ceibas. Traga la fruta entera, y cuando la excreta, las semillas están listas para germinar. Así, mientras se desplaza por el bosque, va sembrando nuevos árboles.
También es polinizador. Le fascina el néctar, y al meter su cara en las flores, el polen se adhiere a sus pelitos. Luego, al visitar otra flor, ayuda a polinizarla. Y además, consume insectos, lo que contribuye al control de plagas.
Pero el tití no solo presta servicios. También es parte de la cadena trófica: es presa de aves rapaces como águilas y halcones, y de serpientes como las boas. Por eso, proteger al tití es proteger todo el equilibrio del bosque. Cuando él desaparece, ese equilibrio se rompe. Y no podemos olvidar que los bosques nos dan aire, agua, alimento y estabilidad. Su salud es nuestra salud.
Rosamira Guillén, directora de la Fundación Proyecto Tití. Foto:Fundación Proyecto Tití
¿Qué logros concretos ha tenido la Fundación en materia de conservación del tití y reforestación de los bosques donde habita?
Uno de los grandes logros fue la creación de áreas protegidas. Entre 2010 y 2018, con el apoyo de autoridades ambientales del Atlántico y Bolívar, logramos declarar cuatro áreas que protegen más de 5.000 hectáreas de bosque en recuperación. Luego, en 2015, iniciamos la compra de terrenos para nuestra propia reserva: Los Titíes de San Juan, en San Juan Nepomuceno (Bolívar), que hoy tiene 900 hectáreas y está al lado del Santuario de Fauna y Flora Los Colorados, duplicando el área protegida.
Además, con aliados y campesinos locales, creamos corredores de conservación y firmamos acuerdos voluntarios para sembrar y cuidar el bosque. Así, ya son unas 7.000 hectáreas las que hemos impactado directamente. Esto equivale al 6 % de lo que queda del bosque seco tropical, que parece poco en porcentaje, pero es enorme dadas las amenazas actuales.
Y no es solo reforestar: sembramos árboles donde antes había pastizales. Desde germinar la semilla, cuidarla, plantarla y monitorear cómo llegan los titíes a usar ese nuevo bosque, hay todo un trabajo científico y comunitario. Todos nuestros empleados son locales, muchos de ellos en su primer trabajo formal. Eso genera dignidad, ingresos y esperanza.
¿Qué puede hacer un ciudadano común para contribuir a la conservación del tití?
Lo primero, rechazar la tenencia de titíes como mascotas y denunciar el tráfico ilegal. Aunque uno viva en la ciudad, reportar y visibilizar estas prácticas ayuda mucho.
Lo segundo, apoyar el trabajo de la Fundación, ya sea con donaciones o comprando nuestras artesanías —como los peluches de tití— elaboradas por comunidades locales. Eso evita que cazarlos siga siendo un medio de sustento.
Y lo tercero, adoptar hábitos más conscientes: reducir el uso de plásticos, evitar el consumo innecesario, cuidar los recursos. Lo que hacemos desde nuestras casas también impacta los ecosistemas.
Además, con la ampliación de la reserva tenemos el reto de sembrar 200.000 árboles en los próximos tres años. Vamos a lanzar una campaña para que la gente pueda donar árboles. Es una oportunidad para ver cómo un bosque vuelve a la vida y cómo, con él, regresa el tití.
Queremos que cualquier persona, desde cualquier lugar, pueda aportar a este modelo de conservación que tiene rostro humano, corazón caribe y una especie carismática como bandera.