¿Para qué sirve la participación ciudadana? Esta es una pregunta para la ciudadanía y tomadores de decisión, que en la medida que siga madurando su respuesta estaremos fortaleciendo nuestra democracia y procesos claves de política pública como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá, que define la hoja de ruta urbanística de la ciudad de los próximos años. A pocos días que inicie la presentación de ponencias en el Concejo de Bogotá, se ha culminado un ciclo de construcción del POT de un año y medio de la istración de Claudia López que inició liderando Adriana Córdoba, antecesora de María Mercedes Jaramillo en la Secretaria Distrital de Planeación (SDP).
Una de las dudas y reclamos que arrojó este proceso fue la falta de instancias de participación ciudadana y procesos de consensos en la formulación del POT. Un ejemplo de esto, fueron las 150 demandas y propuestas ciudadanas realizadas el pasado 12 de octubre en el Cabildo Abierto convocado por el Concejo de Bogotá. Sin embargo, según lo documentado por la SDP, en el año 2020 se recogieron 7.429 aportes ciudadanos y en el año 2021 37.909 aportes ciudadanos a través de llamadas telefónicas, canales virtuales, audiencias con las Juntas as Locales, reuniones virtuales, reuniones con gremios, el trabajo con el Consejo Territorial de Planeación Distrital, entre otros. Es así como estos procesos siguen dejando inquietudes acerca de la incidencia que tienen los procesos de participación en la toma de decisiones en asuntos que afectan directamente la vida de las personas.
En este contexto debemos preguntarnos ¿qué podemos aprender los ciudadanos y las instituciones públicas del proceso de participación del POT?
Para las instituciones como la Alcaldía quedan lecciones acerca de cómo lograr llevar de forma clara y entendible a la ciudadanía un documento de más de 400 páginas, 600 artículos y cientos de documentos técnicos de soporte. La Secretaria de Planeación mencionó al inicio de su cargo que iba intentar establecer una hoja de ruta clara y sencilla para que todo ciudadano pudiera comprender y participar; este objetivo no fue cumplido después de leer las diferentes versiones del articulado, las cuales exigen un conocimiento técnico al que pocas personas pueden acceder.
Además, si bien durante el año 2020 se realizó un trabajo de 1 año de escucha y participación para recoger aportes, en el año 2021 fue otra historia. Esta fue una carrera de velocidad de la istración entre las etapas de formulación, concertación ambiental, discusión en el Consejo Territorial de Planeación y esta última etapa en el Concejo para lograr un “acuerdo de ciudad”, proceso que hace improbable la participación incidente de la ciudadanía y dejando a las esferas técnicas y políticas las decisiones importantes.
Ahora, como ciudadanía tenemos aprendizajes desde nuestro interés y apropiación en los asuntos públicos hasta cómo logramos un involucramiento organizado, constante y sostenido en el tiempo en los procesos de incidencia. Por ejemplo, la reciente Encuesta Virtual #miVozmiCiudad de Bogotá Cómo Vamos arrojó que solo el 16% de los ciudadanos participó en espacios de participación convocados por el gobierno local, regional y nacional sin diferencias significativas por nivel socioeconómico y edades. Si es verdad que el POT no tuvo suficiente participación, una ciudadanía organizada y empoderada está en la capacidad de poner esta demanda en la agenda pública.
Por esto la pregunta es ¿Cómo logramos una ciudadanía que pueda fortalecer sus capacidades de organización, coordinación e información para lograr una participación incidente en un contexto institucional débil y la falta de confianza en la democracia de nuestro país?
Finalmente, si llega a ser aprobado el actual proyecto de acuerdo para Bogotá, esto tan solo será el punto de partida que volverá a brindar una oportunidad para la ciudadanía y la istración distrital, para lograr procesos efectivos de participación en la implementación, seguimiento y evaluación de las políticas y programas que está estableciendo la propuesta de POT.
FELIPE BOGOTÁ