Colombia reaccionó con dolor, marchas y un llamado urgente por la paz tras atentado contra Miguel Uribe Turbay

La marcha de rechazo al atentado que sufrió el senador y candidato presidencial del Centro Democrático Miguel Uribe comenzó puntualmente a las 10 de la mañana de este domingo en la intersección de la calle 72 con carrera 7.ª. Con un ritmo ágil y constante, los asistentes avanzaron con banderas, megáfonos y consignas de aliento, destacándose el repetido canto: “¡Miguel, amigo, estamos contigo!”. La movilización transcurrió sin incidentes ni alteraciones al orden público.

A cada paso el gentío crecía y murmuraba sobre el atentado que ocurrió el sábado 7 de junio en la localidad de Fontibón, occidente de Bogotá, mientras Uribe se dirigía a un grupo de ciudadanos en un parque del barrio Modelia, en medio de un evento de campaña. Varios disparos lo alcanzaron y lo dejaron gravemente herido. El político fue trasladado en primera instancia a un centro médico de la zona y, debido a la gravedad de las heridas, remitido a la Clínica Fundación Santa Fe, en Usaquén.

Fueron esas escenas que se multiplicaron en redes sociales lo que sacó a la gente de sus casas. A pesar de una ligera llovizna que contrastaba con un fuerte sol, la energía de los participantes no disminuyó. Algunos deportistas en la ciclovía aplaudían al paso del grupo, mientras varios conductores expresaban su respaldo con pitos.

Hacia las 11:45 de la mañana, los manifestantes llegaron a la Fundación Santa Fe, destino final de la marcha. Parte del grupo se quedó congregada sobre la carrera 7.ª, mientras otros descendieron hasta el ingreso principal del centro médico. Allí comenzaron a reunirse en oración por la pronta recuperación del senador, en un ambiente de solidaridad y recogimiento. El evento fue una muestra clara de apoyo ciudadano.

Pero en el punto a donde arribó la manifestación también había llegado otro grupo desde muy temprano. A eso de las 9:20 de la mañana de ayer, la Fundación Santa Fe de Bogotá difundió un comunicado que los manifestantes esperaban con nerviosismo. Con la autorización de la familia, el centro médico confirmó que Miguel Uribe Turbay continuaba en estado crítico tras haber sido víctima de un atentado perpetrado por un menor de apenas 14 años. El país había amanecido con el alma en vilo.

Mientras que en el centro médico los cirujanos luchaban por salvarle la vida, afuera se gestaba una vigilia. Cientos de ciudadanos comenzaron a congregarse bajo un ventarrón pero ni el clima ni el sismo de magnitud 6,5 que estremeció a la capital los detuvo.

La calle 119, entre carreras 7.ª y 9.ª, frente a la entrada de urgencias en la Fundación Santa Fe, se convirtió en un altar improvisado. Las banderas de Colombia ondeaban entre cantos religiosos, oraciones y consignas en defensa de la democracia.

Al enterarse de esto, María Claudia Tarazona, esposa del candidato, se dirigió a los medios visiblemente conmovida. Vestida de negro, con voz entrecortada y los ojos llenos de angustia, declaró: “Yo, como esposa de Miguel Uribe Turbay, quiero dar las gracias a todas las personas que se han unido para orar por su vida. Les pido que sigamos unidos, que no desfallezcamos”.

A lo largo del día se sumaron ciudadanos y líderes políticos de diferentes corrientes. El ambiente era de unidad en la tragedia, aunque la polarización no tardó en filtrarse entre la multitud. Algunos mostraban carteles exigiendo garantías electorales; otros usaban megáfonos para lanzar críticas al Gobierno Nacional y hasta un par de hombres pasaron gritando “que viva Petro” en tono retador.

Pero la mayoría querían solo pedir un alto a la violencia. Mateo, uno de los manifestantes, dijo: “No es posible que estas cosas pasen en un país democrático. Estamos aquí por Colombia y por Miguel”.

Martha Lucía Quintero, también presente, expresó su rechazo tajante a la violencia: “No podemos volver a 25 años atrás, cuando esto pasaba todo el tiempo. Queremos que Miguel se recupere y que esta lluvia de sangre pare en todo el país”.

La indignación por el atentado reavivó los temores más profundos de los colombianos. El recuerdo de los años de violencia extrema volvió como una sombra sobre el proceso electoral. Para muchos, el atentado no solo fue un golpe a una persona, sino al corazón mismo de la democracia.

Entre los asistentes, también hubo quienes prefirieron hablar del futuro. “Miguel es un buen muchacho”, dijo un amigo suyo, que prefirió no dar su nombre. “Siempre ha querido la paz. Tenemos que cambiar las cosas, pero con votos, no con balas”.

Entre la multitud que rezaba el rosario frente a una figura de la Virgen de la Medalla Milagrosa, se escuchaba el murmullo de una esperanza compartida: “Ojalá se sepa la verdad, y nada más que la verdad”.

El ataque no solo dejó herido a Uribe. La Secretaría de Salud confirmó que tres personas, entre ellos el joven sicario, resultaron lesionadas: un hombre de 20 años, que sufrió un roce de bala en la cabeza, y una mujer de 36 años, con una herida en la pierna. Todos fueron atendidos y se encuentran fuera de peligro.

Mientras las autoridades trabajan para esclarecer lo ocurrido y conocer las motivaciones del adolescente atacante, voces políticas se pronunciaron en tono de advertencia y solidaridad frente a la Fundación. Juan Daniel Oviedo, también aspirante presidencial, estuvo en el lugar: “Queremos tener a Miguel en el debate, compitiendo contra nosotros. Este hecho es un campanazo de alerta. No puede repetirse”. Cuestionó, además, la reacción del presidente Gustavo Petro: “Sus trinos decepcionaron. Se esperaba cercanía, no poesía. Hacen falta actitudes que respalden la palabra ‘paz’ ” .

Para el exfiscal Francisco Barbosa, el atentado contra Miguel Uribe es una señal del deterioro institucional: “Aquí no se respetan las instituciones ni la democracia. Necesitamos recuperar el orden. No hay garantías para los candidatos. Estamos en un matadero político”.

Vicky Dávila, periodista y candidata presidencial, también hizo presencia frente a la Fundación Santa Fe y pidió que la Fiscalía investigue: “Necesitamos saber qué está contando el niño. Que no nos salgan con que no dice nada. Esto no puede quedarse así. El instigador del odio es este gobierno”.

La Fiscalía General no ha revelado aún los detalles de la investigación. El atacante, un menor de edad, y sus presuntos cómplices permanecen bajo custodia. Las preguntas que rondan son muchas: ¿actuó solo? ¿Fue instrumentalizado? ¿Quién está detrás?

Y mientras cientos de ciudadanos alzaron su voz, la salud de Miguel Uribe sigue siendo crítica. La Fundación Santa Fe reiteró que su pronóstico es reservado, aunque sus signos vitales se mantienen estables tras las intervenciones. A su alrededor, la nación entera espera, ora y clama por justicia.

CAROL MALAVER 

SUBEDITORA BOGOTÁ