Hace unos días, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, sorprendió a los bogotanos al anunciar que podría adoptar nuevas medidas para el racionamiento de agua que se viene aplicando en la ciudad desde el pasado mes de abril. Según el mandatario, el incremento del consumo, sumado a la escasa precipitación de lluvias previstas para esta época, vuelve a poner en el radar la posibilidad de una escasez del líquido.
La advertencia fue hecha por el mandatario a través de redes sociales. Allí dijo que, aunque la mayoría de los ciudadanos ha cumplido, es necesario hacer más esfuerzos en ese sentido. Se refería al hecho de que el nivel de consumo en los hogares bogotanos ha alcanzado los 17 metros cúbicos por segundo, cuando llegó a estar en 14 y 15 metros.
A esto se suma una disminución del nivel de los embalses que surten el sistema. Ejemplo de ello es el de Chuza, cuyo nivel se encuentra en un 51 por ciento, cuando se esperaba que por esta época estuviera en un 70 por ciento.
Aunque no se conoce el contenido de las medidas que tomará el alcalde, es de suponer que se encaminarán a generar mayor ahorro de agua.
Aunque aún no se conocen los nuevos anuncios ni las medidas por adoptar, las palabras de Galán no pueden pasar por alto, pues dejan translucir que en este frente se ha bajado la guardia y que, pese a que el racionamiento de agua se mantiene, los ciudadanos se han relajado y están consumiendo más de lo previsto y más de lo que habían mostrado hasta hace poco.
Esa tendencia hay que revertirla, pues la verdad es que las lluvias que se esperaban no se han visto. El fenómeno de La Niña, que augura fuertes precipitaciones a lo largo del territorio nacional, en el caso de Bogotá ha brillado por su ausencia. El agua que ha caído no compensa las metas que se han trazado las autoridades para garantizar el suministro del líquido en el 2025.
“Revertir la tendencia del consumo”. Esas fueron las palabras del alcalde. Y no significan otra cosa que volver a tomar conciencia sobre la importancia del ahorro. Después de que la istración suavizó los ciclos de racionamiento y estos pasaron de aplicarse cada 9 días a cada 18, la gente ciertamente sintió un alivio, que se sumó al optimismo que produjeron algunas lluvias en los embalses.
Pero, con el correr de los días, ambas cosas generaron una falsa percepción de alivio y de que las cosas volverían a ser como antes. Pero no ha sido así. Si bien ha habido recuperación, esta no ha sido contundente. Aún hay que seguir haciendo un esfuerzo voluntario por consumir estrictamente lo necesario.
Antes de que comenzaran los ciclos de racionamiento, según la Empresa de Acueducto, la ciudad tenía un ritmo de consumo como si tuviera 500.000 personas más. Esa cifra se revirtió gracias a las medidas adoptadas, lo que se tradujo en un ahorro superior a los 13 millones de metros cúbicos de agua.
Aunque no se conoce el contenido de las medidas que tomará el alcalde, es de suponer que irán encaminadas a volver al propósito inicial de generar un ahorro de agua que permita evitar nuevas emergencias. Es cuestión de buena voluntad y conciencia ciudadana. Está en manos de todos que ese propósito se cumpla, relajarse no es la opción, la opción es seguir demostrando que de forma voluntaria podemos prevenir un racionamiento mayor.