El campo colombiano ha sido protagonista en este año tan complejo y duro que vivimos. Nuestra despensa es, como dicen muchos labriegos con fe, una bendición. Unos sectores han pasado las verdes y las maduras –recordemos a los papicultores–, pero también hay que destacar buenas noticias del sector agrario.
Es el caso de los cafeteros. Es reconfortante saber que este ha sido un año muy importante y generoso en la recolección del grano, así como que se haya logrado un precio más justo. Según se conoce de fuentes de la Federación, al cierre del llamado año cafetero –octubre de 2019 a septiembre de 2020–, el valor de la cosecha alcanzó 8,7 billones de pesos, lo cual significa que es el mayor logro en 20 años. Es posible que al terminar 2020 se alcancen los 9 billones. Palabras mayores, dadas las condiciones que se afrontan.
Esta ha sido una cosecha que sobrepasa los 14,1 millones de sacos, mientras que el consumo interno creció también un 15 %. Es entendible que en los hogares en confinamiento imperen el aroma y el sabor de nuestro delicioso café, que producen unos 600 municipios. Y no es un dato menor que en exportaciones, la participación de la FNC aumentó de 19 % en septiembre de 2019 a 22,5 % del año en curso.
“El sector cafetero lo logró, demostró de lo que es capaz”, dijo el presidente Duque en el pasado congreso cafetero. Hay que reconocer el esfuerzo grande de la Federación, de la mano con el Ministerio de Salud, en el tema de la bioseguridad, no solo en pedagogía, sino sobre el terreno, en las propias fincas. Las medidas tomadas fueron eficaces.
El gerente de la FNC, Roberto Vélez, dijo que el café es la esperanza de Colombia. Puede ser. Hay que seguir por ese camino, asistir al campesino técnicamente, acompañarlo, facilitarle las vías. Y tal vez el sistema de recolección y venta sea ejemplo para más productos, a fin de evitar que sean otros los que ‘cosechen’, antes que el agricultor directo, que pone tantos esfuerzos y sacrificios.
EDITORIAL