Este lunes, tras derrotar en las elecciones de su partido al exministro Rishi Sunak, la oxoniense Mary Elizabeth Truss, de 47 años, más conocida como Liz Truss, fue elegida nueva primera ministra del Reino Unido. Al día siguiente recibió el mandato de su tocaya, la reina Isabel II, completando así el ritual de investidura que la convierte en la tercera mujer en ocupar el número diez de Downing Street.
Aunque creció en un hogar de izquierdas –su padre, profesor de matemáticas, y su madre, enfermera, eran activistas contra la proliferación de armas nucleares que se oponían al gobierno de Margaret Thatcher–, Truss, desde sus primeros pasos en política, se sintió atraída por las ideas liberales en economía. Aterrizó en el Partido Conservador. El mismo de sus antecesoras femeninas en el cargo, Thatcher y Theresa May. Ahora deberá ocuparse de la nada sencilla coyuntura que deja su copartidario Johnson.
La nueva mandataria tendrá que hacerse cargo, desde el primer minuto, de la crisis inflacionaria que, como en otros países del mundo, agobia a los consumidores británicos. La situación en el Reino Unido es particularmente dramática: el Banco de Inglaterra ha dicho que el índice de inflación superará el 13 por ciento en el mes de octubre, una cifra que no se había visto en 40 años y que empujaría al reino al pantano de una larga recesión económica.
La carestía está ligada al costo de la energía, cuyos incrementos inusitados han desatado protestas en las últimas semanas. Un grupo de activistas llamado Don’t Pay UK está promoviendo una huelga de pagos para que miles de británicos dejen de pagar sus facturas de luz y de gas. La preocupación se agudiza a medida que se acerca el invierno, cuando se dispara el consumo. En tal sentido, una etiqueta en las redes sociales reza: “Congelen precios, no personas”.
Tendrá que hacerse cargo,
de entrada, de la crisis inflacionaria que, como en otros países, agobia a los consumidores británicos.
Sin embargo, el precio de la energía no es un asunto interno, sino que está inseparablemente vinculado a la invasión rusa de Ucrania, que ha perturbado los mercados energéticos en toda Europa. Cualquier alivio provisional al problema, entonces, pasa por subvenciones directas o indirectas a los consumidores. Y esto tampoco será sencillo, puesto que la primera ministra ha prometido no aumentar impuestos. No está claro de dónde vendrá el financiamiento para respaldar un paquete de estímulos que se estima que puede costar 100.000 millones de libras esterlinas.
De ese tamaño es el rompecabezas que enfrenta Truss, quien ciertamente cuenta con las calificaciones necesarias para encararlo. Graduada de Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Oxford, ha estado al mando de las carteras de Medio Ambiente, Justicia, Igualdad y Relaciones Exteriores de su país. Fuerte crítica de Vladimir Putin, suele ser comparada con la Dama de Hierro, Margaret Thatcher. Tiene al frente una tarea nada fácil. Pero hay que desearle buen pulso y buena suerte. Ni la mítica flema británica sabrá mantenerse imperturbable si el costo de la vida sigue subiendo o si los ingleses tiritan de frío este invierno.