La semana pasada se llevó a cabo la 55.ª Convención Bancaria, que convocó a los principales actores del sector financiero del país. En el marco de la oleada de optimismo sobre el desempeño de la economía en este año, una reflexión transversal surgió durante el evento. Se trató del rol que los bancos y las entidades financieras han jugado en el despliegue de la senda de reactivación económica en estos más de 18 meses de pandemia.
Las cifras sectoriales brindan una respuesta positiva alrededor de ese rol en múltiples frentes. El primero se relaciona con la naturaleza sanitaria de la crisis del coronavirus y lo resumió Leonardo Villar, gerente del Banco de la República: “A diferencia de casi cualquier otra crisis, el sector financiero no fue parte del problema, sino parte de la solución”.
Por ejemplo, según la Asobancaria, desde marzo del 2020 se han colocado 525 billones de pesos que sirvieron de peso contracíclico en medio de la crisis y garantizaron un flujo de créditos. Además, de acuerdo con la Superintendencia Financiera, el Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD) logró cobijar a más de 2,2 millones de personas naturales y jurídicas, con un saldo de cartera de 37 billones de pesos. El 87,3 por ciento de esa cartera está al día con sus obligaciones hoy.
Asimismo, sobre las plataformas de más de una veintena de instituciones financieras se desplegaron los recursos de programas de ayudas sociales como Ingreso Solidario. La pandemia de covid-19 disparó la bancarización hasta un 87,8 por ciento, cumpliendo las metas del Gobierno Nacional en esa materia. El año pasado, 2,6 millones de colombianos accedieron por primera vez a un producto del sistema financiero.
Es evidente la necesidad
de una mayor pedagogía para que la ciudadanía comprenda mejor ese rol del sector financiero en la economía
Otro aspecto para destacar es el de las inversiones con enfoques sociales, ambientales y de gobernanza e inclusión. A 2020, el saldo de la cartera verde fue cercano a los 11 billones de pesos, con recursos destinados a proyectos de energías renovables. El área de las finanzas sostenibles y el desarrollo de proyectos con impactos sociales y ambientales apenas empieza a despegar en Colombia.
Claramente se mantienen retos sectoriales que no son menores. Los servicios financieros para los sectores rurales y para las mipymes requieren una profundización pendiente. Si bien el financiero de municipios rurales fue de 69 por ciento el año pasado, aún queda mucho espacio por crecer para que la economía del campo aproveche mejor el apoyo del sector. En cuanto a las pequeñas empresas, se hace necesaria una mayor creatividad para las garantías, así como en el diseño de productos más pertinentes a esos tamaños y más digitales.
Otro frente en el cual el sector es consciente de que debe seguir trabajando es el de la percepción en la opinión pública, especialmente cuando se convierte en blanco de ataques con fines políticos y estrategias populistas. Son evidentes la necesidad y urgencia de una mayor pedagogía, así como de una comunicación más contundente para que la ciudadanía no solo maneje los conceptos básicos de la educación financiera, sino que comprenda mejor ese rol del sector financiero en la economía.
EDITORIAL