En los temas de equidad de género y diversidad, la flexibilidad y el balance son una de las premisas que más se trabajan para lograr los resultados tan esperados, entre los que se encuentra tener más mujeres en posiciones de liderazgo. Esto se vuelve crucial con el fin de equilibrar las tareas del hogar entre hombres y mujeres. Sí, hombres, ¡esto es con ustedes también! Si no logramos equilibrar los roles de género en el hogar, será imposible llegar a nuestras anheladas metas en las empresas.
Sin embargo, esa flexibilidad y ese balance son de los “deseos” más difíciles de lograr. En mis épocas de consultora en Aequales Latam, este es un tema que se imponía en las organizaciones a través de políticas, acciones, sensibilizaciones, pero cuando hacíamos doble clic para tratar de indagar, era la principal queja: la falta de balance y equilibrio con la vida personal. Siempre había una excusa, una justificación por la cual no era posible tomar los “maravillosos” beneficios que existían en papel. En un mundo capitalista donde lo que predomina es la productividad, la rentabilidad, ¿por qué es tan difícil encontrar ese balance? ¿Por qué las estructuras existentes hacen tan complicado que hombres y mujeres puedan disfrutar de su vida personal sin que se sienta y se piense que la empresa se va a quebrar?
En el mes de junio del 2023 dejé mi trabajo en Aequales por cambios de país y esto me ha permitido reflexionar mucho acerca de estas preguntas; he pensado en mi caso propio, en el de mi esposo hoy en su nuevo trabajo y he llegado a las siguientes conclusiones, que están ligadas al ser, al liderazgo y a la forma de trabajar, que en últimas se resume en la cultura.
En un mundo capitalista donde lo que predomina es la productividad, la rentabilidad, ¿por qué es tan difícil encontrar ese balance?
1. Debemos resignificar lo que para cada uno se entiende como flexibilidad y balance. Para mí era una suma cero del día. Tenía que tenerlo todo el mismo día y me di cuenta de que eso no es real y me dejaba muy frustrada. Por mi trabajo, que me permitía observar mucho en las diferentes compañías a las cuales dábamos consultoría, entendí que lo importante es redefinir que la flexibilidad no es un juego de equilibrio en el mismo día. Entendí que una semana puedes estar viajando y trabajando de sol a sombra, pero el siguiente mes puedes trabajar desde tu casa y compartir con la familia. Y además, justo cuando uno lo necesita, llegan los mensajes; en un masterclass de Juan Pablo Gaviria, del Programa LIT Club, habló justo de eso, y ratificó que el trabajo y la vida no son cosas separadas, sino que hacen parte de la vida y es clave darle a cada una su peso.
2. El balance y el equilibrio se enseñan con el ejemplo. De nada sirve tener un listado de políticas infinitas y maravillosas si los líderes no somos los primeros en hacer realidad esto. De la forma como cada uno lo ha resignificado, eso sí. Es posible que si la compañía da los viernes en la tarde libre, por ejemplo, a veces no sea posible tomarlos todas las semanas, pero sí hacer lo posible para, con el ejemplo, demostrar que se puede lograr. Salir de vacaciones y efectivamente dejar que las cosas fluyan. Esto puede llegar a ser lo más difícil pues como líderes necesitamos todo el tiempo sentir que tenemos el “control”: ja, ja, ja, la falacia del control (pero eso puede ser objeto de otra columna).
3. Que la cultura sea acorde con estas necesidades y realidades. Y acá se unen las dos primeras premisas, el ser y el liderazgo, que se impregnan en la cultura y la hacen realidad, para lograr la sinergia coherente que tanto buscamos sobre el papel cuando damos la consultoría. Que el pensar, el decir y el hacer sean lo mismo: la coherencia. ¡Gran logro!
Y, en últimas, sí creo que en un mundo capitalista podemos tenerlo todo, pero, ojo, ¡no necesariamente al mismo tiempo!
MARÍA PAULINA CASTILLO
Miembro de Women In Connection