Cada frase que dice Pepe Mujica parece una guía para que la humanidad pueda vivir mejor. Leí hace poco una entrevista que The New York Times le hizo al expresidente en su modesta casa en Uruguay. La conversación giró en torno a la filosofía de vida que predomina actualmente en el mundo, donde la mayoría estamos envueltos en una espiral de necesidades que nosotros mismos nos creamos. Mujica lo tiene claro: "Somos libres cuando escapamos de la ley de necesidad", dice. Y hace alusión a la casa sencilla en la que vive, y la contrasta con el despilfarro que significó para él vivir en una casa gigante como el Palacio presidencial, donde tenía que caminar tres cuadras para poder ir a buscar una taza de té.
Entre las muchas cosas interesantes que dijo, se me quedó esta frase impactante: "Deberíamos estar construyendo molinos. Pero gastamos en armas". Lo dijo en el contexto de aquellos países que están obsesionados en construir arsenales nucleares. Y me dejó pensando en cómo el mundo parece estar atrapado en una carrera autodestructiva, en lugar de estar enfocando todas las energías en la preservación del planeta para asegurar un futuro sostenible a las próximas generaciones.
Priorizar la paz sobre el conflicto debería ser el camino lógico, aunque parece que estamos lejos de lograrlo.
La humanidad posee el conocimiento, la tecnología, y en muchos casos la voluntad de enfrentar las crisis más urgentes: el cambio climático, la desigualdad económica, las pandemias. Sin embargo, las prioridades siguen estando en la defensa. En el 2023 el gasto militar a nivel mundial fue de más de dos billones de dólares, una suma descomunal que bien podría haberse destinado a soluciones de energía limpia, educación y salud. Mientras el mundo sigue invirtiendo en armas, perpetuamos una lógica de confrontación que nos desvía de las verdaderas amenazas que enfrentamos. Porque la humanidad se prepara para las guerras como si ese fuera un destino inevitable, cuando en realidad está en nuestras manos evitarlas.
Los molinos son una metáfora para explicar un poder distinto, uno colaborativo en vez de combativo. Por eso la frase brillante de Mujica. El molino como símbolo de lo que la humanidad puede lograr si trabaja con un propósito colectivo. El debate no debe centrarse en hacia dónde deben estar dirigidos los recursos económicos de cada país, sino en el tipo de mundo en el que queremos vivir. Priorizar la paz sobre el conflicto debería ser el camino lógico, aunque parece que estamos lejos de lograrlo.