Nos dijeron exagerados. Nos señalaron de que estábamos ayudando a inflar un globito de esos a los que nos tienen acostumbrados los gobiernos. Todos. Este y los anteriores. Dijeron que era un embeleco de la oposición, en fin. De todo dijeron hasta que finalmente se conoció el proyecto que buscaba ampliar el gobierno Duque dos años más, y de paso el periodo para casi todos (¿o todos?) los encumbrados personajes del poder público.
Tan encumbrados estarán que muchos siguen pensando que se ignora que estuvieron moviéndose y haciendo gestiones para tratar de sacar adelante la iniciativa, o al menos permitir que cogiera vuelo en el Congreso. Tanto y tan bien se estaban moviendo que el mismo Alfonso Gómez Méndez en La W expresó el temor que todo el país debía tener ante una iniciativa tan bien aceitada como la que finalmente terminó hundiéndose sin siquiera discutirse en el Congreso.
Sin embargo, el episodio debe dejarnos una lección: el que calla otorga. Y así deberíamos hacérselo entender a los funcionarios de todos los gobiernos cuando en situaciones tan graves como esta, pero también en las menores, se prefiere guardar silencio o no hablar ante asuntos que resultan de interés para el público en general.
Curiosamente fue en la misma semana que pasó que se desempolvaron las trompetas de La W para pedir una respuesta del Gobierno Nacional sobre los señalamientos muy graves, hechos por el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, sobre falta de transparencia en el manejo de los recursos de la pandemia.
Durante tres días sonaron las trompetas. Hasta que el Gobierno decidió no callar y responder a las inquietudes surgidas desde uno de los centros de investigación de economía más serios que tiene el país. ¿Por qué dejar pasar tanto tiempo? ¿Por qué menospreciar a aquel que cuestiona?
Pasó exactamente lo mismo con el caso del proyecto para ampliar el periodo al gobierno Duque y sus amigos. El Presidente llevaba semanas enteras haciéndole el quite a decirle no al proyecto.
Considero que en asuntos en los que la sostenibilidad del estatus constitucional del país se ve en riesgo, la reacción debería ser inmediata, no de horas
¿Que en un evento dijo que su periodo terminaba en 2022? Es obvio, es su periodo legal, ¿acaso iba a decir otra cosa? Esa no era la respuesta que necesitaba el país y, sin embargo, prefirió callar al respecto durante muchos días antes de la radicación del proyecto y luego durante largas horas después de que este aterrizara en el Congreso.
¿Menosprecio a los ciudadanos? ¿Falta de agenda? ¿Falta de tiempo para redactar un corto trino que podría haber silenciado los rumores?
Ojalá sea una percepción errada la que me embarga el espíritu, pero considero que en asuntos en los que la sostenibilidad del estatus constitucional del país se ve en riesgo, la reacción debería ser inmediata, no de horas.
Igual pasa con el caso de la plata que se está invirtiendo en la atención de la pandemia. ¿Acaso no es al señor Eduardo José González, director de la Unidad de Gestión del Riesgo, a quien encargaron la gestión de esos casi 30 billones de pesos? ¿El mismo señor que está siendo investigado por la Contraloría por un daño fiscal estimado en 16.637 millones de pesos? ¿El mismo sobre quien también pesan serios cuestionamientos por haber convertido la Unidad de Gestión del Riesgo en caja menor de muchos políticos?
¿El ratón cuidando el queso? Por eso es mejor no callar. Porque el que calla otorga.
#PreguntaSuelta: a todas estas, ¿y qué va a opinar el Presidente sobre la nueva propuesta para que se unifiquen las fechas de las elecciones de Congreso y presidente? ¿O también tendremos un largo silencio?
JUAN PABLO CALVÁS