Cuidado con las narrativas

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Este es un ejemplo claro de cómo las narrativas no solo son un reflejo de la realidad, sino que también crean realidades. De ahí la importancia de ponerle atención al relato que actualmente estamos tejiendo en el país.

Por un lado, tenemos a un Presidente que a través su discurso constantemente divide. Tiene una visión binaria del mundo, donde hay un “nosotros” y un “ellos”, y omite un “todos”. Hace un uso desafortunado del lenguaje, rotulando con palabras como “decentes” a quienes lo apoyan (insinuando que hay otros que no lo son) y etiquetando de “esclavista” al sector privado. Inquieta, además, que asigna al “ellos” (la oposición) la responsabilidad de no haber logrado los resultados esperados, y busca caminos desde la movilización popular para lograr los cambios que propuso.

Tenemos a otro sector de personas con una narrativa donde la palabra que predomina es “preocupación”. Sienten que se están enfrentando a un futuro trágico, y lo más próximo que ven en el horizonte es el caso de Venezuela. Buena parte de sus conversaciones se enfocan en reaccionar a lo que dice el Presidente, y a diagnosticar los problemas a los que el país se enfrenta desde el punto de vista político, económico, social y de orden público. Llama la atención que, en medio del panorama complejo que observan, les cuesta trabajo dibujar un sueño y visualizar un camino posible y deseable.

Solo imagínense las posibilidades que se nos abrirían si fuéramos capaces de trascender la visión apocalíptica de la realidad en la que estamos sumergidos y construyéramos una nueva narrativa a partir de lo que el documental «Colombia Magia Salvaje» nos muestra del país. Palabras como abundancia, riqueza, exuberancia, belleza y grandeza estarían en el corazón del relato, en lugar de aquellas que persisten hoy, como preocupación, miedo, fragmentación, carencia, dificultades, dolor y abandono.

Para salir del pesimismo y la desesperanza en los que estamos inmersos, tenemos que contarnos otro relato. Ese relato lo podemos narrar a partir de lo que soñamos, dibujando un horizonte futuro optimista y esperanzador o, mejor aún, desde lo que ya hemos sido capaces de lograr desde distintas experiencias de éxito que abundan en el país en diversos ámbitos. Cuando la sumatoria de voces que se escuchen, en lugar de enfocarse en los desafíos que enfrentamos, se centren en resaltar las cosas increíbles que ya se están haciendo en el país en materia de emprendimientos sociales, culturales y económicos, las percepciones cambiarán y, por tanto, las realidades también.

Aunque para transformar realidades se necesita mucho más que cambiar narrativas, es claro que sin cambiar el relato que nos contamos a nosotros mismos, es imposible transformar estas realidades. De ahí la importancia de iluminar el país con una narrativa distinta, poniendo más brillo donde ya hay luz.

Empecemos hoy, con nuestras palabras y acciones, a tejer un nuevo relato para Colombia, uno donde la resiliencia, la abundancia, la grandeza y la fraternidad sean las protagonistas. Seamos los narradores de una Colombia que se levanta, que sueña y que construye su futuro con visión y determinación gracias al vínculo humano que es capaz de tejer entre sus habitantes.