Imagine que usted sufre en la vida real con una persona que no se le despega ni un minuto, que es tóxica, que le controla todos sus movimientos y genera en su mente una dependencia, un vicio del cual no puede salir...
¿Qué haría en ese caso? Seguramente lo mínimo: intentar reconocer su problema para poder salir de ese enredo. Algo similar pasa con la relación que tenemos hoy en día con el teléfono celular. Para muchos es tormentosa y no da respiro. Piense un segundo cómo se siente cuando de pronto olvida el celular en su casa o cuando se lo roban o lo pierde. Es como si le faltara algo muy importante, ¿cierto?
A eso se le llama nomofobia, literalmente miedo a estar sin el celular. No es nada gracioso, por si acaso. Puede generar en las personas ansiedad, depresión, aislamiento y hasta problemas físicos. ¡Es impresionante! En una sala de espera es muy extraño quien no tenga el celular en sus manos. Pocos conversan. Nos convertimos en seres hipnotizados, distraídos en el consumo de contenido digital o en las herramientas del teléfono inteligente.
El diario británico The Guardian lanzó un salvavidas. ¡Bravo! Invitó a seguir un programa gratuito de asesoramiento vía correo electrónico, con cinco entregas semanales de ayudas para que las personas pasen (pasemos) menos tiempo en los celulares. La iniciativa se titula ‘Reclame su cerebro. ¿Por qué es hora de dejar de desperdiciar nuestras vidas?’.
¿No ayudaría usted a alguien que está en una relación tóxica o que pasa su vida sufriendo con quien no le conviene? ¿No le aconsejaría, al menos, que pensara en lo que está pasando y evaluara si debe o no seguir en esta relación? “Ninguna relación humana es perfecta, y lo mismo ocurre con la relación con nuestros teléfonos”, dice acertadamente The Guardian. Por eso necesitamos repensar ya nuestra relación con la tecnología.
“Tu vida es a lo que le prestas atención”, comenta Catherine Price, periodista científica, entrenadora de esta serie de entregas de ayudas en The Guardian. ¡Y es tan cierto! Si le prestamos tanta atención al celular, nos estamos equivocando. Si usamos el celular una hora al día, pasaremos al año 15 días en el celular. Tres horas diarias significan 45 días al año. ¡Cuatro horas diarias son 61 días al año, dos meses!
Nos convertimos en seres hipnotizados, distraídos en el consumo de contenido digital o en las herramientas del teléfono inteligente.
Dicho esto, me permito compartir algunos consejos de The Guardian para terminar con esta relación tóxica. Lo primero es tomar la decisión de ayudarse y
reconocer que hay algo que mejorar (si tiene una pareja tóxica en la vida real, aproveche y termínele si acaso no cambia). En segundo lugar, haga una cosa muy práctica: busque una alarma que no sea la de su celular y saque el aparato del cuarto.
Permítase reordenar, esconder, desinstalar aplicaciones y quitarlas del inicio de pantalla. Posteriormente, haga algo importante: identifique por qué y cuándo vuelve al celular. Es decir, ¿por qué lo hace? ¿Siente ansiedad? ¿Es por aburrimiento? ¿Por soledad? Analice sus respuestas.
Finalmente, desactive las notificaciones y cree barreras psicológicas, sepa y haga valer dónde no debe estar el celular.
Superada la relación y la ‘tusa’, podrá dedicarles tiempo más valioso a su vida, a sus hobbies, gustos e intereses. Quizás hasta sea capaz de hacer una sola cosa a la vez, porque ahora siempre estamos haciendo dos cosas al tiempo: lo que sea, más mirar a cada rato el celular.
En X: @javieraborda