En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Exclusivo suscriptores
‘Los líderes están creando una imagen de los periodistas como enemigos públicos’: RSF
Director para América Latina de Reporteros Sin Fronteras habló sobre situación de la prensa.
En la actualidad, las condiciones para ejercer el periodismo son desfavorables en siete de cada diez países del mundo. Así lo denunció Reporteros sin Fronteras (RSF) en su Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de 2023, en la que aseguró que la agresividad de los gobiernos con la prensa, la animadversión hacia los periodistas o la industria de la desinformación han llevado a que la situación para la prensa sea muy grave en 31 países, difícil en 42 naciones y problemática en otras 55.
Artur Romeu, director para América Latina de RSF. Foto:Reporteros sin Fronteras
Artur Romeu, director para América Latina de Reporteros sin Fronteras (RSF), habló con EL TIEMPO sobre la situación en la región, la alerta por la presencia de discursos hostiles de los gobiernos hacia la prensa y los retos que supone la inteligencia artificial para el periodismo a nivel mundial.
¿Cómo se elabora el informe y qué factores se tienen en cuenta para hacer la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF?
La clasificación evalúa las condiciones para el libre ejercicio del periodismo en 180 países y tiene en consideración cinco indicadores. Cuatro de ellos están directamente asociados a un cuestionario que RSF envía a periodistas, expertos en medios, defensores de derechos humanos y directores de medios. Los cuatro indicadores son el contexto político, el contexto económico, la situación social y legislativa, y el impacto de cada uno de estos sobre el ejercicio libre del periodismo. El quinto indicador es el de seguridad, pues a diario el equipo de RSF está monitoreando casos de ataques a la prensa que incluyen agresiones físicas, amenazas, exilios, juicios abusivos, asesinatos, secuestros, desapariciones y detenciones arbitrarias.
Protestas que piden defender los derechos de los periodistas en Filipinas. Foto:EFE
Según el informe de este año, ningún país de Latinoamérica está en verde, es decir, en una situación buena en el mapa de la libertad de prensa. ¿Qué está pasando en la región?
Es importante decir que a nivel global 7 de cada 10 países tienen situaciones adversas para el ejercicio del periodismo. No es, desafortunadamente, una situación exclusiva de Latinoamérica. Notamos que una gran parte de los países a nivel mundial tienen una situación muy grave, difícil o problemática para el ejercicio de la prensa y muy pocos países -tres de cada 10- tienen condiciones buenas o relativamente buenas. En el análisis del continente americano, destacamos el impacto que la polarización y la inestabilidad institucional, que caracterizaron varios países de la región el año pasado, tuvieron en las condiciones para el ejercicio del periodismo.
¿La inestabilidad política termina impactando la seguridad de los periodistas?
Sí. Es el caso de Perú, por ejemplo, que es uno de los países que tuvo la mayor baja en la clasificación este año (bajó 33 posiciones). Y eso está directamente asociado a un escenario de inestabilidad política que empeoró en alguna medida con la destitución de Pedro Castillo en diciembre y con la represión a la ola de manifestaciones. También tiene que ver con una desconfianza muy grande de la población frente a las instituciones democráticas y frente a los sectores de la prensa tradicional, percibidos como demasiado vinculados a intereses de las élites políticas y económicas.
Otro ejemplo es Haití. Desde el asesinato del presidente Moïse en 2021 hay una situación aún más grave de inestabilidad política que se desdobló en una crisis generalizada de seguridad pública. El año pasado seis periodistas fueron asesinados en Haití, un récord histórico que ha convertido al país en uno de los más peligrosos para el periodismo en las Américas.
Pandilleros irrumpieron en varios barrios residenciales de la capital, robaron casas y atacaron a vecinos, según testigos. Foto:RICARDO PIERRIN. AFP
En El Salvador, el diario El Faro tuvo que mudar su sede operativa a Costa Rica por presiones del gobierno de Nayib Bukele y en Guatemala se sigue el caso judicial en contra de José Rubén Zamora, director de uno de los periódicos más importantes del país. ¿Qué balance hace para Centroamérica?
América Central y Caribe están bien representadas en la parte baja de la clasificación global. Es un desastre lo que está pasando en varios países de Centroamérica en materia de garantías para el ejercicio del periodismo, pero incluso para las garantías de derechos humanos en general y para el Estado de Derecho y la democracia.
Pero no es nuevo, es decir, no hubo grandes cambios en relación a ediciones anteriores de la clasificación porque, por ejemplo, Nicaragua tiene un deterioro muy grande y muy importante desde el 2018 y el periodismo independiente en ese país se ejerce desde el exilio o desde la clandestinidad. Lo que está pasando en Nicaragua es una de las situaciones más graves del continente. En El Salvador tampoco es nueva la situación. Bukele adoptó un discurso de ataque y hostilidad y los periodistas se han vuelto enemigos públicos.
Esa es una de las características de América Central: cómo los líderes políticos de varios países están movilizando un discurso de polarización política para crear o reforzar una imagen del periodista y de los medios críticos como enemigos públicos que deben de ser combatidos y enfrentados por sus bases electorales. Es muy grave.
El caso de México también es preocupante, pues es uno de los países más peligrosos para los periodistas en el mundo. ¿Cómo entender la situación de la prensa allí?
Un dato importante es que la mitad de los periodistas asesinados en el mundo el año pasado fueron asesinados en América Latina y, en el caso de México, registramos al menos 11 casos de periodistas que fueron asesinados en 2022. Es el cuarto año consecutivo en que México es el país más mortífero para la prensa en el mundo y ahí no estamos excluyendo a los países que enfrentan un conflicto armado abierto.
En la última década, en México ha habido un escenario estructural de violencia muy marcado en contra de la prensa, sobre todo del periodismo local en algunos estados en particular: Veracruz, Guerrero, Tamaulipas o Chihuahua. Son comunicadores locales que son muy vulnerables a ataques relacionados con la situación de narcopolítica que se vive en México en la que grupos armados y carteles tienen una relación un poco incestuosa con la istración local.
eriodistas de diferentes medios de comunicación protestan por los asesinatos a periodistas, el 25 de enero de 2022, en la Plaza de Armas, en Guadalajara, estado de Jalisco (México). Foto:EFE/ Francisco Guasco
¿Qué papel ha jugado el gobierno de López Obrador en la situación que viven los periodistas en México?
El gobierno actual de López Obrador hizo muy poco para cambiar ese escenario. No es responsable, pues es algo que ya venía desde antes de su istración, pero hizo poco para cambiar las cosas. Mantiene un discurso muy crítico hacia los medios y con mucha frecuencia aprovecha las mañaneras (ruedas de prensa del presidente mexicano en las mañanas) para atacar coberturas periodísticas y acusa a periodistas y medios de estar en la oposición.
Eso, al final, no es una autorización, pero legitima en alguna medida un escenario en el que deslegitimar, descredibilizar, atacar e insultar a los periodistas y a la prensa en general se vuelve común. Si hasta el jefe de Estado lo hace, estimula a sus bases políticas electorales a hacer lo mismo.
Hablemos del caso de Colombia. ¿Avances o retrocesos en materia de libertad de prensa?
Colombia avanzó seis posiciones entre la edición del 2022 y la del 2023 de RSF, pero aún así está entre los cinco países peor clasificados del continente. Si la clasificación fuera hecha teniendo solamente como base el indicador de seguridad Colombia no estaría en la posición 139 sino en la posición 155. En el caso de Colombia, el marco legislativo más favorable al periodismo, una Constitución que garantiza la libertad de prensa y otros factores hacen que esté mejor clasificada. El avance de seis posiciones está relacionado con una mejora significativa del indicador político.
El avance de seis posiciones está relacionado con una mejora significativa del indicador político
Nuestra lectura es que la alternancia de poder, del gobierno anterior de Iván Duque hacia el nuevo gobierno de izquierda de Gustavo Petro, tuvo un impacto positivo en la percepción de las personas en términos de crear optimismo de que pudiera haber una especie de distensión entre la relación del Gobierno con la prensa.
La subida de posiciones también está asociada con el hecho de que en el año anterior, en 2021, estábamos en el contexto del paro nacional. También teníamos una postura abiertamente crítica por parte del gobierno denunciando la cobertura de la prensa, sumado al contexto preelectoral. El avance de seis posiciones este año es casi como un regreso al punto de equilibrio.
Recientemente, la FLIP alertó sobre los ataques del presidente Gustavo Petro contra periodistas a través de sus redes sociales. ¿Cuál es su postura al respecto?
En un país históricamente violento para la prensa, como es el caso de Colombia, que el presidente mantenga un discurso público que refuerce una estigmatización de los medios y de la prensa en general es muy grave.
Uno de los aspectos claves cuando estamos hablando de combatir la violencia en contra de la prensa es la prevención, y la prevención de la violencia pasa, en gran medida, por un discurso público del gobierno orientado a la valoración del trabajo periodístico, con pronunciamientos que demuestren una voluntad política de crear un ambiente más favorable para el ejercicio de la prensa. Si el Presidente hace justamente lo contrario tenemos una situación preocupante. Está en desacuerdo con los estándares y buenas prácticas de prevención de la violencia contra la prensa.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, a su ingreso a la cumbre de presidentes suramericanos en Brasilia. Foto:AFP
Los países nórdicos, como Noruega y Finlandia, vuelven a liderar el informe de este año. ¿Qué hacen bien?
Es una pregunta que parece fácil, pero es compleja, porque tiene que ver con aspectos históricos y culturales amplios. Por ejemplo, son países en los que no hay un entorno y un escenario de violencia histórica contra periodistas. Tenemos también una estabilidad política y un sistema político muy transparente que difiere con la región y con otros países en donde hay una cultura institucional muy poco abierta en materia de transparencia pública.
Hay además una confianza muy grande en las instituciones democráticas. Los impactos de la desigualdad estructural que atraviesan gran parte de los países latinoamericanos está menos presente en los países nórdicos y todo eso tiene un impacto en las condiciones para el ejercicio del periodismo.
En la clasificación de este año hablan de la industria del engaño. ¿Qué califican ustedes como industria del engaño?
La industria del engaño es esa cadena de fabricación, elaboración y diseminación de la desinformación. Va a mezclar desinformación, propaganda, violencia en línea y descredibilización del trabajo periodístico para que los gobiernos tengan mayor control sobre el debate público. Las nuevas herramientas de Inteligencia Artificial, por ejemplo, nos permiten fabricar imágenes y hechos falsos que buscan movilizar la desinformación con fines políticos.
Respecto al tema de la inteligencia artificial, ¿cómo hacerle frente desde el periodismo a la desinformación que puede causar?
Esa es la gran cuestión, la gran problemática de nuestro tiempo. No se trata de atacar el desarrollo tecnológico de la inteligencia artificial y decir que es malo para la libertad de prensa, sino de señalar el riesgo del desarrollo de ese tipo de herramientas tecnológicas sin ningún tipo de regulación y sin discusión pública, legislativa y social sobre sus efectos para el debate público.
El tema al final es que la frontera entre lo real, lo verdadero y lo falso, entre lo real y lo artificial, está cada vez menos perceptible y el impacto que eso tiene es grande en una sociedad global en la que la circulación de la información es un factor crucial para el desarrollo económico, pero también para las democracias y el desarrollo humano y social.
ChatGPT Foto:iStock
Muchas veces hablamos del desafío de la agenda climática y del calentamiento global como los grandes desafíos de nuestro tiempo. A mí me parece que tenemos que tener en cuenta el hecho que enfrentar la desinformación y el caos informacional es también, tal cual la agenda climática, un desafío gigante y que no vamos a encontrar soluciones fáciles y tampoco de corto plazo.
Tenemos una necesidad de pensar soluciones con respuestas complejas. En qué medida podemos, por ejemplo, pensar la alfabetización mediática, cómo vamos a desarrollar nuevos marcos normativos de regulación de plataformas y de responsabilización de las plataformas de lo que está circulando en materia de discurso de odio y de acoso en línea.
Otro reto está en las audiencias. ¿Cómo lograr que el periodismo vuelva a tener la confianza de quienes ya no creen en la información que se produce en los medios?
Para enfrentar ese escenario es algo que hay que pensar hacia adelante: cómo podemos pensar en nuevos currículos en los sistemas de educación pública. Que hablemos de qué es un medio, qué es una plataforma, qué es una noticia, cómo funciona un algoritmo de una red social. Muchas veces las personas no entienden cuál es el papel del periodismo y debería de estar muy claro que la función social del periodismo tiene que ver con un ejercicio del control social del poder. Si como sociedad no hay información sobre eso, es muy difícil en un primer momento sensibilizar a las audiencias y a la sociedad sobre la necesidad de calificar un poco el debate público y salir de la dicotomía de fake News y post verdad.
Debería de estar muy claro que la función social del periodismo tiene que ver con un ejercicio del control social del poder
Y la otra parte está en los medios y los periodistas. Hemos visto en varios momentos de la historia de Latinoamérica la utilización del periodismo por parte de élites económicas y políticas para desestabilizar gobiernos, para movilizar golpes de estado, e históricamente hay una concentración muy grande de los medios en las manos de pocos grupos económicos.
Los medios tienen que ser más transparentes con quiénes son los dueños y cuál es la postura editorial. Vemos medios que insisten sistemáticamente en decir que hacen una cobertura totalmente objetiva e imparcial cuando se sabe que cualquier medio, aunque valore la objetividad periodística como un valor importante, tiene algún grado de editorialización. Y eso no es un problema. El problema es no ser transparente sobre las elecciones editoriales y por qué se cubre de tal o tal manera un asunto público.