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Inédito ‘mea culpa’ del rey belga por el Congo
La declaración se da luego de las protestas antirracistas en el mundo.
Felipe, rey de los belgas, dio este martes un paso histórico. No llegó a usar la palabra perdón, pero en una carta dirigida al presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, lamentó “profundamente” el daño hecho durante la colonización belga.
También “los actos de crueldad” y las “humillaciones” cometidos en el Congo durante las más de dos décadas entre finales del siglo XIX y principios del XX en que el país africano fue propiedad privada del rey Leopoldo II, su ancestro, antes de pasar a ser propiedad del Estado belga.
‘Le Soir’, el diario belga más influyente, lo definió así: “Un gesto necesario que engrandece al rey y a su país”.
El monarca dice en su carta que lamenta “las heridas del pasado, cuyo dolor se despierta hoy por la discriminación todavía presente en nuestras sociedades”.
Tshisekedi le contestó con un llamamiento a belgas y congoleños para escribir juntos la historia de la colonización.
Leopoldo II, un megalómanoque reconoció que su país se le quedaba pequeño, consiguió que en los repartos coloniales del siglo XIX le tocara a él personalmente, no a Bélgica, un inmenso territorio en África. Las décadas en que el Congo fue gestionado como una finca de Leopoldo II el país africano vivió una hecatombe.
Las poblaciones debían cumplir unas cuotas anuales de caucho y marfil. Si no cumplían el castigo consistía en amputaciones de manos y pies, también a los niños. Los asesinatos y violaciones eran moneda corriente. Los historiadores han ido poco a poco haciendo luz sobre unas décadas en las que el Congo pudo ver cómo el régimen impuesto por Leopoldo II asesinaba a unos 10 millones de personas.
El Congo pasó en 1908 a manos del Estado belga y en 1960 logró su independencia. Nacía así una de las mayores potencias del mundo por recursos naturales. Pero la descolonización fue traumática.
En el acto de proclamación de la independencia del Congo, el joven y flamante primer ministro Patrice Lumumba, el primer gobernante del Congo elegido en las urnas, entonó un discurso contra el colonialismo, algo que el rey belga Balduino entendió como una afrenta porque minutos antes él había elogiado en su discursos a su bisabuelo, Leopoldo II, responsable de más de dos décadas de colonización salvaje y de millones de muertos.
Lumumba fue asesinado (y su cuerpo disuelto en un barril de ácido) tras un golpe de Estado que contó con la organización de los servicios secretos belgas.
Manifestantes celebran la independencia del Congo, en Bélgica. Foto:AFP
En Bruselas sigue erguida la estatua ecuestre de Leopoldo II. Está protegida por una patrulla policial para que no le sigan tirando pintura roja cada noche. Su busto en Gante fue retirado el martes.
La primera ministra Sophie Wilmès dijo el martes: “Como en otros países europeos, ha llegado el momento de que Bélgica se embarque en un viaje de investigación, verdad y memoria. Todo trabajo de verdad y memoria comienza con el reconocimiento del sufrimiento de los demás”. La historia no se puede borrar pero los países son libres de elegir a quien homenajear.