Flores, café y la magia de Colombia que palpita en Madrid

En el trajín cotidiano de Madrid (España) se abre una puerta que conecta con Colombia. No sucede a través de un pasaporte, sino de los sentidos. Flora de Origen, un nuevo espacio que fusiona el arte floral con el café colombiano, ha comenzado a conquistar a los madrileños desde su apertura.

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Se trata de un rincón acogedor que mezcla el universo floral de Colombia con el aroma inconfundible de nuestro café. Más que una floristería, más que una cafetería, este espacio propone una experiencia para los cinco sentidos. Está diseñada por dos mujeres que, oriundas de continentes distintos, soñaron con lo mismo: un lugar donde la belleza natural de las flores, uno de los grandes tesoros de Colombia, y los pequeños placeres se encuentren. Un rincón de belleza y tranquilidad.

Flora de Origen es una apuesta valiente y novedosa. Allí las flores no solo se compran: se contemplan, se huelen, se viven. Y el café no solo se sirve: se saborea lentamente, acompañado de repostería artesanal –amasijos– y de un ambiente que invita a la pausa.

La historia de este espacio comenzó con una coincidencia. Patricia Roldán, colombiana con décadas de experiencia en el negocio familiar del cultivo de flores, se cruzó en un curso de arte floral en Madrid con Rosalba Pérez, española también apasionada por las flores.

La conexión fue instantánea. “En el curso tuvimos que hacer un proyecto final –recuerda Rosalba–. Patricia tenía muy claro que quería algo distinto. No una floristería al uso, sino un espacio para quedarse, oler, contemplar... Y de pronto, como por arte de magia, apareció el café”. Nadie puede negar que la mezcla es perfecta. De esa idea, aparentemente sencilla, nació un concepto mucho más profundo: un lugar donde las flores y el café de origen colombiano conviven con la intención de regalar momentos, tiempos para disfrutar.

“Queríamos crear un espacio diferente, donde, además de la experiencia de compra, pudieras sentarte, contemplar, oler, conectar”, afirma Patricia. Y así fue como nació este rincón en el corazón de Madrid. Además, aparte de café, también se puede degustar una copa de vino.

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Flora de Origen es la primera floristería en Madrid con todas sus flores colombianas, traídas expresamente. “Nuestras flores tienen un riguroso control de calidad desde la producción hasta la comercialización. Flora de Origen recoge las flores directamente en el aeropuerto y las lleva a nuestras instalaciones para ofrecer al cliente”, dice Patricia.

Y las flores no son simples adornos: son embajadoras de nuestro país, de la tierra fértil de donde proceden y de la cultura vibrante que representan. Provienen directamente de los cultivos de la familia de Roldán en la sabana de Bogotá, en las localidades de Zipaquirá y Nemocón. Fillco Flowers, fundado en 1996, cuenta con más de 30 hectáreas dedicadas al cultivo de rosas y claveles y 650 trabajadores –en su mayoría mujeres cabeza de hogar–.

“Exportamos a países como Estados Unidos, Canadá, Corea o Japón –señala Patricia–. Y cuando decidimos mudarnos a España con mi esposo para disfrutar de un año sabático, un cliente nuestro en Extremadura nos ofreció su negocio de distribución. Lo tomamos y seguimos con la cadena. Pero queríamos llegar más lejos, al consumidor final, y de ahí nació la idea de Flora de Origen”.

Las flores se unieron al café: la identidad colombiana en pleno. El café que se sirve en Flora de Origen es de Juan Valdez, preparado con esmero y acompañado de pasteles y amasijos hechos cada mañana en el propio local. El aroma que se siente invita también al olfato. La atmósfera se completa con una decoración cuidadosamente escogida: lámparas traídas desde Mompox, muebles elaborados en flor morado por artesanos colombianos y detalles que remiten a la riqueza cultural del país.

En Flora de Origen, los visitantes no tienen prisa. Se sientan entre ramos de rosas, respiran profundo, observan los colores, escuchan la música suave de fondo y se permiten desconectar. Esa es, justamente, la intención del proyecto.

“Ver esta idea hecha realidad, con tan buena acogida, nos llena de orgullo –asegura Rosalba con emoción–. No fue fácil: tuvimos que sortear la burocracia, conseguir las licencias, adelantar la obra de reforma del local... Todo con un presupuesto ajustado. Pero valió la pena”.

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El lema del espacio es elocuente: ‘Caminar la vida con flores y café’. Para Rosalba, esa frase significa reconectar con lo esencial. “Es trasladarse a la calma, al placer de compartir un café con alguien querido en un ambiente mágico, donde los sentidos están despiertos. Queremos que quien entre aquí respire, se sienta acogido y salga un poquito más feliz”.

“Para nosotras, esa frase resume todo –agrega Patricia–. La vida está hecha de momentos simples pero significativos: una buena conversación, una taza de café, una flor que alegra el día. Caminar la vida con flores y café es vivir con intención, rodearse de belleza y permitirse disfrutar de los pequeños placeres”.

Además de su propuesta diaria, Flora de Origen también es un espacio para aprender, crear y compartir. Regularmente, se organizan talleres florales en los que los participantes pueden iniciarse en este arte, explorar nuevas combinaciones de colores y texturas y llevarse a casa sus propios arreglos.

La experiencia completa –desde el ramo recién cortado hasta la taza de café humeante– está pensada para dejar huella. Y lo logra. “Lo que más nos alegra es ver cómo la gente reacciona –dice Patricia–. Se emocionan, nos dicen que huele a Colombia, que les recuerda a su infancia o a sus viajes”.

La idea es que el consumidor quede de verdad satisfecho. “Intentamos ser lo más agradables posible, que se encuentre con una sonrisa en un ambiente amigable, cercano, empático, y que allí pueda disfrutar de los aromas, la belleza y poner todos los sentidos a flor de piel”, sintetiza Rosalba.

Para quienes trabajan en los cultivos de Fillco Flowers en Colombia ver que sus flores decoran un espacio en Madrid es un motivo de inmenso orgullo. “Transmitimos a nuestras trabajadoras cómo ha sido recibido el proyecto y para ellas también es un sueño hecho realidad –comenta Patricia–. Ellas trabajan duro, seleccionan variedades, colores, texturas... y ver que eso llega a Europa y es valorado es muy gratificante”.

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Rosalba, por su parte, cree que el éxito del espacio se debe a su autenticidad. “Desde el principio supimos que queríamos crear algo bonito, un lugar con alma. Un espacio donde los aromas, los colores, las texturas y las sonrisas se encuentren. Y, aunque ha sido un camino difícil, lo hemos conseguido”.

Lo que comenzó como una idea de un curso ha crecido hasta convertirse en un punto de encuentro entre dos culturas. Patricia y Rosalba no descartan llevar el concepto a otras ciudades. Por ahora, en la calle Príncipe de Vergara 256, Flora de Origen sigue floreciendo. Y quienes entran por su puerta, aunque sea solo por unos minutos, se llevan algo más que un café o unas flores: un momento de belleza y calma en medio del bullicio.

JUANITA OSPINA SAMPER

CORRESPONSAL MADRID