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Francia: Dominique Pélicot, acusado de drogar a su esposa para que la violaran desconocidos, asegura tener problemas de salud y se ausentará más días del juicio

El hombre, según su defensa, no declarará al menos hasta el lunes, pese a que su testimonio se había agendado para esta semana.

Retrato de Dominique Pélicot en el tribunal. Foto: AFP

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afp

PERIODISTA INTERNACIONAL11.09.2024 13:51 Actualizado: 11.09.2024 13:51

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Dominique Pélicot, acusado de drogar a su esposa durante una década para que la violaran desconocidos, no podrá declarar al menos hasta el lunes en el juicio que se celebra en el sur de Francia, debido a problemas de salud.

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El hombre, de 71 años, ha estado ausente desde el lunes por enfermedad y fue sometido a un examen médico este miércoles, indicó el presidente del tribunal de Aviñón.

"Su estado de salud empeoró (...) Será incapaz de comparecer jueves y viernes. Pienso que será hospitalizado (...)", afirmó Roger Arata.

Su estado de salud empeoró (...) Será incapaz de comparecer jueves y viernes. Pienso que será hospitalizado.

"En el mejor de los casos, podremos tener al señor Pélicot antes del lunes", añadió el presidente de la corte.

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El acusado llegó el miércoles al banquillo de acusados apoyado en un bastón, debido a dolores de cadera, vestido con una chaqueta gris. Parecía muy débil, tenía los rasgos faciales marcados y se sostenía la cabeza entre las manos.

Fotógrafos a las puertas del Palacio de Justicia en la séptima jornada del juicio contra Dominique Pelicot, acusado de drogar y violar durante nueve años a su mujer. Foto:EFE

Dominique Pélicot está acusado de drogar a su mujer istrándole medicamentos contra su voluntad para que la violaran decenas de desconocidos entre 2011 y 2020.

Pélicot y otros 50 hombres se enfrentan a hasta 20 años de prisión por violación con agravantes, en un caso que conmocionó Francia y dio la vuelta al mundo.

Un numeroso público sigue el juicio

La incredulidad y el asco planean entre el numeroso público que asiste al juicio por violación en Aviñón, en el sur de Francia, donde la falta de sitio en la sala principal obligó al tribunal a habilitar otra cercana para retransmitirlo.

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Hombres y mujeres, jóvenes y mayores, estudiantes de derecho y jubilados... Cada vez son más los que se reúnen cada mañana ante el tribunal donde se celebra este proceso que comenzó el 2 de septiembre y terminará en diciembre.

Gisele Pelicot llega para asistir a una sesión del juicio contra su expareja Dominique Pelicot. Foto:AFP

En Francia, los juicios no se retransmiten por televisión y la única manera de seguirlos es a través de las crónicas de los medios de comunicación o asistiendo como público, si este no se celebra a puerta cerrada.

Todo por lo que ha pasado esta pobre mujer... Y todo lo que vendrá después. Todos los daños colaterales para las familias y también para las familias de los acusados.

Pero en Aviñón el público no puede acceder a la sala del tribunal, donde todos los asientos están ocupados por los acusados, sus abogados y una veintena de periodistas, y debe conformarse en verlo por la pantalla en otra anexa.

"No me encuentro bien. Estoy asqueado", asegura Robert, un bombero marsellés jubilado, al salir de la sala el martes tras escuchar los hechos, muy crudos, relatados por uno de los investigadores de este caso.

"Todo por lo que ha pasado esta pobre mujer... Y todo lo que vendrá después. Todos los daños colaterales para las familias y también para las familias de los acusados", agrega este hombre, que rechaza decir su apellido.

Mascarillas

Desde el lunes, todos los acusados que comparecen libres --unos 30 de los 51 juzgados-- llevan una mascarilla anticovid para evitar aparecer a cara descubierta ante las cámaras de todo el mundo.

Algunos llevan incluso un pasamontañas y gafas de sol, que retiran cuando entran en la sala del juicio. El público se dirige entonces a la sala donde el proceso se retransmite en tres pantallas de televisión.

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Béatrice Zavarro, abogada de Dominique Pélicot. Foto:EFE

Pero incluso también aquí los asientos son escasos. Unos 15 periodistas ocupan las primeras filas y, detrás de ellos, medio centenar de espectadores consiguen una de las preciadas sillas.

Otros treinta esperan durante horas a que se libere una plaza, pese a la anunciada ausencia el martes por la mañana del principal acusado, Dominique Pélicot, por segundo día consecutivo por razones médicas.

Quienes pueden entrar escuchan al investigador hablar de este caso que implica 92 actos de violación. Algunos abren los ojos, se tapan la boca con una mano o niegan con la cabeza cuando describe hechos "bastante sórdidos".

"Es la primera vez que asisto al juicio y es muy impactante. La violencia de los hechos que se relatan, la lentitud de los interrogatorios... es muy duro", asegura Chloé Pigaglio, miembro del colectivo feminista Oser le Féminisme 84.

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