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Entrevista
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'Más allá de lo que pueda suceder en las elecciones, mi intención y la intención del gobierno colombiano es seguir manteniendo las relaciones con EE. UU.'
Daniel García-Peña, nuevo embajador de Colombia en Estados Unidos, habló con EL TIEMPO sobre la postura del país en la crisis en Venezuela, sus acercamientos con los republicanos y el interés por un trabajo bilateral fluido.
Daniel García-Peña, embajador de Colombia en EE. UU. Foto: Joel González - Presidencia de la República
La tarea para Daniel García-Peña, nuevo embajador de Colombia en Estados Unidos, es más que compleja. No solo aterriza en medio de una de las campañas electorales más explosivas de la historia estadounidense, sino que entra a defender la agenda de un Gobierno –el de Gustavo Petro– que no ha estado siempre en la misma página con los intereses estratégicos de Washington, a la vez que irrita a un importante sector del Partido Republicano.
En entrevista exclusiva con EL TIEMPO, el embajador, que reemplaza al hoy canciller Luis Gilberto Murillo, habla de los retos y oportunidades que se avecinan, insistiendo, casi como un mantra, en un aspecto que considera fundamental: que la relación con Estados Unidos, más allá de los presidentes y la retórica de turno, es crítica para ambos países y se debe preservar a toda costa.
García-Peña también se refirió a la crisis en Venezuela tras los comicios que de manera cuestionada dieron como ganador a Nicolás Maduro, los recortes a la ayuda para Colombia, la lucha contra el narcotráfico y las elecciones en Estados Unidos.
Daniel García-Peña, embajador de Colombia en Estados Unidos. Foto:Joel González - Presidencia de la República
¿Cuáles son sus prioridades ahora que arranca su gestión en, quizá, la sede diplomática más importante que tiene el país en el exterior?
Yo creo que el trabajo estará enfocado en mantener una relación que ya lleva años, décadas de construcción de una agenda robusta, amplia, en la que se siguen trabajando los temas tradicionales, que siempre han estado en el centro de la relación, pero que está ampliándose a nuevas materias.
Lo repito en todos los escenarios a los que asisto: más allá de lo que pueda suceder en las elecciones, mi intención y la intención del gobierno colombiano es seguir manteniendo las relaciones con EE. UU., basados en un acuerdo de consenso bipartidista, hablando con republicanos y demócratas, escuchando sus preocupaciones y trabajando con mucha franqueza y mucha sinceridad, pero defendiendo los intereses de Colombia como país soberano. Y encontrar con EE. UU. esos temas en los cuales podemos trabajar juntos.
Se estrena usted con la crisis tras las elecciones en Venezuela, y que ya está poniendo a prueba la fortaleza de esa relación de la que habla...
Efectivamente. Es una situación muy compleja y hay mucha expectativa por la posición de Colombia. La misma posición de Estados Unidos ha sido la de exigir que se publiquen las actas, que no podemos apresurarnos. Y en ese tema, lo que yo he visto acá en Washington es que hay mucha comprensión y respaldo a la posición de Colombia. De hecho, en varias reuniones nos han agradecido por el trabajo que se ha venido haciendo y por la importancia, independientemente de lo que pase, de que se mantengan canales abiertos.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habla a la salida del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) este miércoles, en Caracas (Venezuela). Foto:EFE
¿Hay coherencia entonces entre Colombia y Estados Unidos?
Obviamente, hay que esperar a ver qué pasa, pero hasta ahora lo que uno ve es que la posición de Colombia y de Brasil cuenta con el respaldo de EE. UU. en la medida en que entienden que se requiere mantener canales abiertos y posibilidades hacia adelante. También entienden que Colombia está en una situación distinta a otros países por la frontera que tenemos con Venezuela, por los posibles efectos que tenga sobre el tema migratorio o el tema de los procesos de paz. Pero, de momento, la posición de Colombia y de Brasil está bastante alineada con la misma posición de Washington.
¿Ha sentido algún tipo de presión por parte de EE. UU. para que Colombia endurezca su posición?
No, al contrario. Todos nos han dicho que entienden a Colombia y apoyan nuestra posición de mantener la puerta abierta, pero presionando a las autoridades venezolanas para que publiquen las actas y para que la verificación sea transparente e incluya a todos los sectores. De todas maneras, en una situación de estas, siempre va a haber críticas. Pero que Colombia y Brasil no hayan reconocido el triunfo de Maduro a estas alturas es también una forma de presionar al gobierno venezolano. Pero tampoco saltar, como han hecho otros, ya a cerrar la puerta y hablar de fraude. Le apostamos a la prudencia, pero sin dejar de ejercer presión.
El presidente Gustavo Petro y el canciller Luis Gilberto Murillo en una reunión con los presidente Luis Inácio Lula da Silva (Brasil) y Andrés Manuel López Obrador (México) para hablar sobre las elecciones en Venezuela. Foto:Presidencia
Pero, no va a ser fácil justificar ante sus pares en la istración y el Congreso la decisión de abstenerse a una resolución de la OEA que pedía precisamente esa verificación que ustedes dicen respaldar. Tampoco que le estén pidiendo a EE. UU. que levante las sanciones contra Venezuela, justo cuando ellos acusan al régimen de robarse las elecciones...
La abstención de Colombia a la resolución propuesta ante la Organización de Estados Americanos sobre las elecciones en Venezuela se fundamenta en que, al no ser Venezuela un Estado miembro de este organismo, abordar la situación política venezolana en ese foro no es la opción más apropiada. Esta postura se basa en el principio de neutralidad y el respeto a la soberanía de los Estados, alineándose con el principio de no injerencia en asuntos internos de otros países.
¿En qué está comprometida Colombia?
Colombia sigue comprometida con el diálogo y la paz, promoviendo un escrutinio transparente y un acuerdo político inclusivo en Venezuela, mientras colabora con países como Brasil y México para crear condiciones de convivencia y estabilidad. Todo dentro de un marco diplomático que busca la paz y la democracia en la región. La solicitud de levantar sanciones a EE. UU. no se opone a este compromiso, sino que busca abrir caminos para un diálogo constructivo que respalde una solución pacífica a la crisis venezolana.
En los dos últimos años, desde que el presidente Petro llegó a la Casa de Nariño, EE. UU. ha reducido la ayuda a Colombia en casi 100 millones de dólares: de los 485 millones del 2023 a los 380 dólares que acaba de pedir el Senado para 2025. ¿Le preocupa esa tendencia?
Hay varias cosas a tener en cuenta. En primer lugar, hay una situación fiscal en Estados Unidos, que es independiente de Colombia, y que se ha traducido en recortes generales. Y hay unas prioridades: la guerra en Ucrania, lo que está pasando en Gaza. En el último debate en el Senado, ni siquiera nos mencionaron porque están enfocados en otras cosas. Es un factor que nos afecta a todos. Por otro lado, de todas maneras, esas cifras que se manejan, a veces pierden de vista otros recursos que no están ubicados exclusivamente en el paquete de apropiaciones.
Congreso de Estados Unidos Foto:Chip Somodevilla. AFP - Archivo EL TIEMPO
¿A qué recursos se refiere?
Tienen que ver con, por ejemplo, el tema migratorio. Hay unos recursos para el hemisferio que en este momento no aparecen ahí como parte de este paquete, pero que, si uno mira lo que han sido estos últimos tiempos, buena parte de los recursos que salen para el tema migratorio son para Colombia. Entonces, habría que esperar a ver finalmente cómo se hacen las sumas y las restas para ver si, efectivamente, esas reducciones se van a concretar.
Sin embargo, hay que insistir en el presupuesto...
Las especulaciones que se han hecho, que por la llegada del presidente Petro la relación está en peligro, o que de alguna manera los recursos de cooperación se van a ver afectados, realmente no tiene ningún asidero.
Hay que recordar que el año pasado la Cámara baja de Estados Unidos pidió no darle recursos al país y luego en la conciliación con el Senado se restituyeron esos fondos. Ahora la Cámara pide recortar el 50 por ciento y veremos qué pasa. Es un proceso natural. Hay preguntas que están haciendo, hay dudas que puedan tenerse, pero la actitud que he tenido con los diferentes sectores, y particularmente con los republicanos, con los cuales nos hemos reunido, es la disposición de contestar sus dudas y sus preguntas.
De todas maneras, los recursos que llegan para Colombia, de lejos, superan los que llegan a otros países de América Latina. Entonces, creo que las especulaciones que se han hecho, que por la llegada del presidente Petro la relación está en peligro, o que de alguna manera los recursos de cooperación se van a ver afectados, realmente no tienen ningún asidero.
Pero, no puede negar que hay un elemento que no estaba presente en el pasado. Hay un gobierno de izquierda, el primero en la historia de Colombia, y al menos en el caso del Partido Republicano –y así lo mencionan en el proyecto de ley de presupuesto para el año pasado y en este– les preocupa su cercanía con gobiernos rivales como Cuba o Venezuela, las negociaciones con grupos criminales o ideas como la de una constituyente...
Hay discusiones, pero son normales como en cualquier relación. Más allá de quién es el presidente en Colombia o quién es el presidente en los EE. UU., hay una relación que se ha mantenido
Sí, porque obviamente hay debates políticos en EE. UU., hay también debates políticos en Colombia, pero no en cuanto a que los dos países compartimos una convicción de respeto por la democracia. Somos dos países democráticos con todas las dificultades que eso implica. Aquí puede que haya personas a las que no les guste alguna de las posiciones del Gobierno del presidente Petro, pero todos reconocen que Petro fue electo democráticamente y EE. UU. eso lo respeta. Hay discusiones, pero son normales como en cualquier relación. Más allá de quién es el presidente en Colombia o quién es el presidente en los EE. UU., hay una relación que se ha mantenido, se sigue manteniendo y yo diría que en muchos temas hoy en día, inclusive, está mejor que nunca.
Gustavo Petro, presidente de Colombia. Foto:Presidencia
Aunque la agenda se ha diversificado, es claro que el narcotráfico sigue estando en lo alto y que muchos en EE. UU. siguen evaluando el éxito y fracaso desde la perspectiva del tamaño de los cultivos ilícitos. Es más, esa suele ser la base que usan los presidentes de EE. UU. para decidir si certifican o no el desempeño del país en la lucha contra las drogas y cuya decisión debe conocerse el mes entrante. Y lo que hemos visto, al menos desde el ángulo de la erradicación, es que los resultados no son los mejores. ¿Le preocupa una decisión adversa?
No, yo creo lo contrario. Es interesante como Colombia y EE. UU. hoy coinciden en que el fenómeno del narcotráfico, si bien nadie puede decir que se haya resuelto, sí ha cambiado y que hoy hay lecciones de lo que ha funcionado y lo que no. Muy relevante, por ejemplo, el hecho de que EE. UU. hubiese acompañado a Colombia en revisar el llamado consenso de Viena, que cuestiona el prohibicionismo y que obliga a que miremos temas como derechos humanos, que entendamos que el tema del narcotráfico también debe mirar los asuntos de salud pública. Son virajes muy importantes. EE. UU. está revisando y dispuesto a trabajar con Colombia para entender estas nuevas realidades.
¿Qué otros virajes destacaría?
En cuanto al fenómeno ya de los cultivos también se entiende que no solo se puede mirar exclusivamente el número de hectáreas, porque, al fin y al cabo, los programas de sustitución son de mediano y largo plazo. EE. UU. ha entendido que, de hecho, en el pasado se erradicaron muchas hectáreas, pero poco después, si no se atacan las causas de raíz, simplemente se vuelven a sembrar. Han sido muy receptivos a la idea de concentrarse más en la interdicción, que en este último año ha sido histórica, y en atacar las finanzas de las organizaciones ilegales.
Hoy el Gobierno colombiano está entendiendo la importancia de tener un proceso mucho más sostenible que ofrezca a los campesinos alternativas. Y creo que ya en EE. UU. también han entendido que golpear al campesino colombiano que siembra coca no ha resuelto el tema de la cocaína. De manera que creo que hay muchos más temas de coincidencia. En estos días, se acordaron con EE. UU. nuevas métricas que permiten medir el éxito o fracaso de la política antidroga más allá de las hectáreas sembradas. Es una conversación que se sigue dando y que demuestra que hay muchos más puntos de coincidencia que de diferencia.
Erradicación de cultivos ilícitos. Foto:Juan Pablo Rueda. Archivo EL TIEMPO
Quizá eso es cierto en el marco de la relación con el gobierno del presidente Biden y los demócratas. Pero los republicanos, que controlan la Cámara y que podrían ocupar la Casa Blanca en enero del año entrante, lo siguen viendo más en blanco y negro. ¿Cómo piensa llegarles a estos sectores a los que les sigue preocupando el aumento de los cultivos y la poca erradicación?
Yo creo que han entendido el mensaje y, al contrario, me ha sorprendido gratamente cómo aprecian el sacrificio de la fuerza pública y la policía, que han dados sus vidas en esta lucha, y los golpes que se han venido dando en incautaciones. También entienden que hay que atacar las finanzas, los precursores químicos y otros elementos de la cadena. Yo no creo que este sea un tema ideológico porque son realidades contundentes. Si uno mira las últimas décadas, a pesar de todo lo que se ha hecho en la erradicación de los cultivos, el fenómeno del narcotráfico ha sido capaz de mantenerse y reconfigurarse.
Uno de los temas donde EE. UU. y Colombia han encontrado una agenda más o menos común es en lo migratorio. Pero también tiene el potencial de causar fricciones. A la frontera sur siguen llegando números récord de colombianos y el tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, se ha tornado en la ruta preferida para millones de migrantes que van camino a EE. UU.
Sí, en ese tema, curiosamente, también me ha causado sorpresa tanto entre republicanos y demócratas. Hay un reconocimiento del papel ejemplar que ha hecho Colombia al regularizar cerca de 2 millones y medio de venezolanos en Colombia. Ellos saben muy bien que, si no estuvieran en Colombia, seguramente estarían buscando llegar a EE. UU. Colombia, en ese sentido, ha hecho un esfuerzo muy importante que queremos continuar y que queremos profundizar.
No es para hacerle un favor a EE.UU, aunque ellos pueden beneficiarse, sino porque entendemos que es una realidad y el presidente Petro ha insistido en la necesidad de integrarlos a la sociedad porque son trabajadores que aportan a la economía, pagan impuestos, pero que generan una carga alta en servicios sociales como educación y salud. EE. UU. lo entiende y su ayuda ha sido muy valiosa. Puede que republicanos y demócratas discrepen. Unos quieren construir un muro y otros se enfocan en soluciones diferentes, pero ambos quieren que se detenga la ola migratoria y en eso Colombia puede jugar un papel muy importante.
Migrantes en el Darién. Foto:AFP
Ustedes insisten en que gane quien gane trabajarán con el nuevo ocupante de la Casa Blanca y con el Congreso que emerja de las próximas elecciones en EE. UU. Pero no puede negar que hay más sintonía entre el gobierno Petro y los demócratas que con los republicanos y Trump. Como sabe, el expresidente republicano, por ejemplo, se ha referido al mandatario colombiano en el pasado en los peores términos, llamándolo guerrillero y terrorista...
En la retórica electoral se dicen muchas cosas. Recuerdo que en su momento el presidente Trump habló muy despectivamente del presidente Santos y el acuerdo de paz que se firmó con las Farc. Pero cuando ya llegó al poder y se vieron las realidades, se siguió apoyando la implementación del acuerdo de paz. Lo mismo pasó con el gobierno de Iván Duque en algún momento. Mucha de esa bulla que se genera en los momentos electorales, en la práctica, no afecta la relación de fondo. Hay que respetar el debate y entender el momento.
Mucha de esa bulla que se genera en los momentos electorales, en la práctica, no afecta la relación de fondo
Prefiero no adelantarme a lo que pueda pasar en el futuro, pero incluso en los sectores más duros del Partido Republicano hay un gran aprecio por Colombia.
¿Por qué lo dice?
Uno de los asesores del Congreso me decía en estos días que nadie quiere perder a Colombia. Ellos, todos, valoran esas relaciones estratégicas, ese papel como aliado especial. Claro, puede haber palabras y discusiones sobre decisiones que se puedan tomar, pero en el fondo, yo creo que tanto republicanos como demócratas se sienten coautores de esa relación que lleva años construyéndose. Gracias a ella podemos decirnos las cosas, hablar de diferencias. Es una relación muy madura, de confianza, pese a que cada quien defiende sus intereses.
En el tema electoral, siempre, y especialmente en la medida en que se acercan las elecciones, la retórica sube de volumen. Pero no podemos agarrarnos de cada palabra que se diga, sino más bien mirar la relación en su largo contexto.
La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, y el expresidente Donald Trump, candidatos a las elecciones de noviembre. Foto:AFP
A propósito de eso, los ataques de un sector del Partido Republicano contra el presidente siguen subiendo de tono. La semana pasada durante una audiencia, la representante Salazar cuestionó la capacidad de gobernar de Petro diciendo que su consumo del alcohol y sus constantes tardanzas, entre otras cosas, generan duda. ¿Le han contestado a la representante? ¿Qué opina de este tipo de comentarios?
Yo no me quiero referir a eso porque me parece que quien hizo un trabajo excelente en contestar fue el subsecretario Brian Nichols y creo que me acojo a las palabras que utilizó.
¿Cuáles fueron esas palabras?
Que en la vida personal uno no se debe meter y que una relación tan importante como la de los dos países no puede estar al va y ven de este tipo de cosas.
Una de las cosas que más malestar ha generado en Washington ha sido la posición de Petro en el tema de Israel. Desde el Departamento de Estado para abajo, la han catalogado de antisemita y senadores demócratas como Tim Kaine, muy amigo de Colombia, lo critican. ¿Cómo piensa navegar un tema que, a propósito, es de alto impacto en la política doméstica de EE. UU.?
En primer lugar, aclarar, y lo he hecho en todas las reuniones donde se confunde una crítica al gobierno o a las políticas del gobierno de Netanyahu con una posición supuestamente antisemita. Y eso sí, no tiene ni pies ni cabeza. Colombia, el presidente Petro, tiene un gran respeto por el pueblo judío y soy tajante en que no hay antisemitismo de ningún tipo.
El presidente Gustavo Petro. Foto:Presidencia
De hecho, en EE. UU., personas como el senador Chuck Schumer, que es judío, ha sido tan o más duro con Netanyahu que el mismo presidente Petro. Y no creo que nadie puede acusar a Schumer de ser antisemita, o personas como Bernie Sanders y otros judíos destacados en este país. Pero debo decir que el presidente Petro fue de los primeros en insistir en que, si bien Israel tiene derecho a defenderse, las acciones que claramente son violatorias del derecho humanitario y que han afectado de manera dramática a la población civil son inaceptables. Y la historia le está dando la razón. Y me da mucho orgullo que estemos en el lado correcto de la historia.
Cuando todo esto pase, recordar que Colombia tuvo la valentía, a pesar de las diferencias, de los diferentes compromisos que hay con Israel, de tomar decisiones que demuestran nuestro repudio por esas acciones. Pero repito, eso también hace parte de una relación madura entre Colombia y EE. UU., donde hay muchos temas con los cuales estamos de acuerdo y otros donde no.
Usted llega en un momento muy complejo y de gran incertidumbre para EE. UU. Guardadas las proporciones, se asemeja al ciclo electoral pasado durante las elecciones del 2020 cuando Colombia terminó siendo protagonista, especialmente en la Florida. Esto luego de que políticos en el país salieron en respaldo de Trump y candidatos del Partido Republicano y se acusó a Biden de ser un liberal de extrema. Muchos creen que allí se comenzó a fracturar el bipartidismo que existía frente al país. ¿Le preocupa que algo así se repita ahora?
Sin duda, yo creo que eso fue precisamente lo que sucedió hace cuatro años. Es una lección que hay que aprender. Una de las reglas doradas de la diplomacia es no meterse en los procesos electorales de los otros países. La posición de Colombia, que yo lo he expresado, es que tenemos que mantener relaciones con EE. UU. independientemente de quién gane. Y estoy seguro de que Colombia no va a cometer el mismo error que se cometió hace cuatro años.
SERGIO GÓMEZ MASERI - CORRESPONSAL EL TIEMPO - WASHINGTON