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Análisis
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Daniel García-Peña, el nuevo embajador de Colombia en Estados Unidos que deberá navegar ‘las aguas más tormentosas’ de las relaciones bilaterales en las últimas tres décadas
Las desconexiones políticas en temas sensibles como crimen y drogas entre Washington y Gustavo Petro enrarecen el ambiente.
Daniel García-Peña Foto: EFE
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Este domingo aterriza en Washington Daniel García-Peña, el nuevo embajador de Colombia ante la Casa Blanca. Nombrado por el presidente Gustavo Petro como reemplazo del actual canciller Luis Gilberto Murillo, el diplomático ya recibió el aval del gobierno estadounidense y a inicio de la semana que comienza presentará sus cartas credenciales en el Departamento de Estado.
Aunque García-Peña tiene pendiente recibir el beneplácito del presidente Joe Biden para poder representar oficialmente al país en una ceremonia cuya fecha está por definirse, su gestión en la capital estadounidense arranca en medio de enormes expectativas.
De hecho, según algunos diplomáticos, García-Peña tendrá que navegar quizá las aguas más tormentosas de las relaciones bilaterales en los últimos 30 años y en medio de un incierto futuro, severamente acentuado por la actual carrera presidencial en Estados Unidos.
Daniel García-Peña, nuevo embajador de Colombia en Washington. Foto:Presidencia de Colombia
“No envidio al embajador entrante. Es difícil imaginar una situación más desafiante para un nuevo embajador colombiano en Estados Unidos”, le decía a este diario Kevin Whitaker, exembajador de EE. UU. ante Bogotá, al describir el momento.
Desde la elección de Andrés Pastrana en 1998, las relaciones con Washington entraron en una especie de “romance” bipartidista que se tradujo en la inversión de más de 15.000 millones de dólares y que al país se le considerara desde entonces, y de lejos, como el mejor aliado de Estados Unidos en la región.
Sin embargo, eso comenzó a cambiar con la victoria de Gustavo Petro en junio del 2022 y la implementación de una agenda de izquierda que no siempre ha estado en la misma página que la estadounidense y que ha comenzado a causar fricciones.
Si bien ambos gobiernos han hecho esfuerzos por mantener una relación funcional y existen muchos puntos de encuentro –como los esfuerzos por enfrentar el cambio climático, la migración y temas de diversidad– el deterioro en estos 22 meses que lleva Petro en la Casa de Nariño ha sido notorio.
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“Inusualmente –sostiene Whitaker– abundan las desconexiones políticas. En todos los temas claves de la relación bilateral, especialmente los relacionados con crimen y drogas, la implementación del acuerdo de paz de 2016 y el cambio democrático en Venezuela, las políticas de la istración Petro están en desacuerdo con las políticas tradicionales colombianas y los enfoques preferidos de Estados Unidos”, afirmó el exembajador al agregar que, a nivel internacional, la posición de la istración Petro sobre los conflictos en Ucrania y Gaza están, en mayor o menor medida, “en tensión con la política estadounidense”.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro. Foto:Presidencia
Esa desconexión es particularmente aguda en el Congreso, que es el que aprueba los fondos para el país, y donde los republicanos controlan la Cámara de Representantes.
En este órgano, especialmente entre los legisladores de la Florida con origen cubano-americano, no pasa semana sin que se eleven críticas por las decisiones o declaraciones del presidente Petro.
Las políticas de la istración Petro están en desacuerdo con las políticas tradicionales colombianas y los enfoques preferidos de Estados Unidos
En un editorial reciente escrito para este diario, por ejemplo, el senador Marco Rubio –que suena como candidato a la vicepresidencia de Donald Trump–, catalogó la política de Paz total del mandatario colombiano como una de “apaciguamiento para “narcotraficantes y terroristas y dijo que Petro estaba destruyendo dos décadas de progreso en el país.
El senador Marco Rubio es uno de los principales críticos de Gustavo Petro. Foto:www.rubio.senate.gov
Cuestionó, de paso, su estrecha relación con los regímenes en Venezuela, Nicaragua y Cuba y hay mucha preocupación por los llamados a una reforma constitucional que ve como una estrategia del mandatario para perpetuarse en el poder.
La Cámara de Representantes, de hecho, aprobó el mes pasado una versión del presupuesto estadounidense para el año 2025 que reduce a la mitad los recursos previstos para Colombia –la primera reducción de este calibre en caso tres décadas– y establece fuertes condiciones para el desembolso de los fondos restantes.
En el lenguaje que acompaña el proyecto de ley, los legisladores dejan claro que el endurecimiento frente a Colombia se debe a la desconfianza que les genera el líder de izquierda.
Los retos de García-Peña en Estados Unidos
Es en ese ambiente hostil, casi tóxico, donde tendrá que moverse García-Peña. Su primer reto, de hecho, será intentar convencer a los legisladores para que mantengan los niveles de financiación que hasta ahora ha recibido Colombia y que suelen sumar más de 400 millones de dólares anuales.
El segundo, casi inmediato, es el de la certificación en la lucha contra las drogas, que normalmente emite el presidente estadounidense en septiembre de cada año y del cual depende el flujo de la ayuda antinarcóticos. Aunque todo indica que Biden dará su visto bueno, el pobre desempeño en materia de erradicación de cultivos está causando tensiones.
Es muy difícil venderles a los legisladores que las cosas van bien cuando el país está inundado con coca
(Puede leer: ¿Por qué el dilema demócrata sobre la candidatura de Joe Biden tiene en ascuas a Estados Unidos y al mundo?)
Si bien Estados Unidos entiende que Petro ha querido poner más énfasis en temas como la interdicción, el crecimiento constante de los cultivos ilícitos y su potencial de producción son motivo de alarma. Particularmente, luego de conocerse que solo se han erradicado 2.500 hectáreas en lo que va del año frente a las 60.000 o 100.000 que se destruyeron en el mismo periodo de tiempo en el pasado.
“Es muy difícil venderles a los legisladores que las cosas van bien cuando el país está inundado con coca”, le afirmó a este diario una alta fuente en el gobierno estadounidense.
El crecimiento constante de los cultivos ilícitos y su potencial de producción son motivo de alarma en EE. UU. Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
Ese, entre otras cosas, es uno de los propósitos de una próxima visita del director de la Policía, el exgeneral William Salamanca, a Washington.
Adicionalmente, con las elecciones presidenciales en Venezuela a la vuelta de la esquina (28 de julio) y dado que Colombia se ha ofrecido como garante, García-Peña tendrá que explicar dicho rol y la posición del país frente al resultado.
Lograr resultados bilaterales en medio de la carrera presidencial
Pero, quizá, lo más complejo para el nuevo embajador es que sus tareas tienen como contexto un inusual proceso electoral estadounidense donde compiten dos partidos con agendas diametralmente opuestas.
En el Partido Demócrata, por ejemplo, ni siquiera está claro si el presidente Biden será el candidato y, de momento, luce fracturado y distraído ante esa incertidumbre. Por el lado republicano todo gira en torno a Donald Trump, que promete una agenda nacionalista, enfocada en lo interno y muy dura frente a la inmigración y tráfico de drogas.
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El reto para García-Peña, dice Whitaker, “es mayúsculo” puesto que tiene pocos meses para establecer relaciones con ambas campañas, a sabiendas de que en enero podrían venirse cambios drásticos y, por ende, debe evitar mostrar favoritismos.
Por supuesto, el escenario de un regreso del republicano Donald Trump a la Casa Blanca –que cada vez se ve más probable– podría provocar un sismo en las relaciones bilaterales, que también tendría que capotear durante el año y medio de gestión que le restaría.
El expresidente de EE. UU y candidato presidencial republicano Donald Trump habla durante un mitin en Doral, Florida. Foto:AFP
Trump, como se recuerda, estuvo a punto de descertificar a Colombia en el primer año de su gobierno, cuando estaba Iván Duque en la Casa de Nariño. Con Petro, y en el estado actual de la lucha contra el narcotráfico, esa posibilidad crecería de manera exponencial.
Igualmente, dado el énfasis del republicano en los temas migratorios, habría gran tensión si siguen llegando colombianos a la frontera en números récord y no se reduce el flujo migratorio por el Tapón del Darién.
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Más aún, también es probable que los republicanos no solo retengan el control de la Cámara de Representantes sino que se apropien del Senado con lo cual tendrían el poder absoluto tanto del Ejecutivo como del Legislativo. Un escenario de pesadilla para los intereses del gobierno Petro.
Por supuesto, los analistas también indican que Estados Unidos –incluso bajo Trump– necesita a Colombia por todo lo que representa a nivel regional y por ser bisagra en la solución de los problemas que más apremian.
SERGIO GÓMEZ MASERI - Corresponsal de EL TIEMPO - Washington
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