El año pasado murieron 1.266 australianos en accidentes de carretera en los que se vieron implicados al menos un conductor y su vehículo, con un pasajero, peatón o ciclista. El coste económico de los accidentes de tránsito y los traumatismos que estos causan en las vías de Australia supera los 27.000 millones de dólares australianos (aproximadamente, más de 10.500 millones de dólares) cada año. Esto representa el 1,8 por ciento del PIB de ese país.
Australia tiene el compromiso de alcanzar el ambicioso objetivo de cero muertes en la vía para 2050, una meta conocida como Visión Cero. Originada en Suecia a finales de la década de 1990 y extendida por todo el mundo, Visión Cero se basa en un principio sencillo: no es aceptable ninguna pérdida humana o lesión grave en las carreteras.
Sin embargo, a pesar de los progresos realizados en la reducción de los accidentes viales, estos se han estancado en los últimos años, con un aumento de las muertes en carretera en Australia hasta niveles no vistos en casi una década. Si la actual tendencia continúa, alcanzar la meta de Visión Cero para 2050 parece imposible.
Avances y retrocesos
A principios de la década de 1990, las carreteras se cobraban la vida de más de 2.000 personas al año en Australia. Con el paso de los años, conseguimos reducir considerablemente esta cifra. En 2020, el número anual de víctimas mortales en carretera se había reducido a unas 1.097, casi la mitad que tres décadas atrás.
Sin embargo, desde la pandemia hemos asistido a un preocupante retroceso: tres años consecutivos de aumento de las muertes en la vía.
A lo largo de los años, gracias a diversas iniciativas de seguridad vial y campañas de concientización pública, hemos conseguido reducir considerablemente los accidentes en carretera. De estas contamos medidas como las leyes sobre el cinturón de seguridad, el casco y los asientos infantiles, así como las normativas sobre el exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y el uso del teléfono.
A la par, se ha avanzado en la fabricación de vehículos e infraestructuras más seguros. Las características y tecnologías de los carros modernos —como el frenado de emergencia automático, el asistente de permanencia en el carril, el control del ángulo muerto y los airbags— se asocian a un menor riesgo de accidentes de tráfico y muertes.
La adopción de medidas de seguridad adicionales llevará naturalmente a mejoras, pero el número de víctimas en accidentes viales, en vez de mejorar, está empeorando.
El papel de la pandemia
Por primera vez en décadas, estamos asistiendo a un aumento sostenido de las muertes en carretera en Australia y en otros países como Estados Unidos.
Durante la pandemia, más gente compró vehículos, quizá para evitar el transporte público. Sin embargo, esto por sí solo no explica totalmente el aumento de las muertes en carretera. Con más gente trabajando desde casa, se han reducido los desplazamientos diarios.
Además, el aumento del número de carros ha sido modesto en relación con el aumento de las víctimas mortales en vía.
También los datos posteriores a la pandemia muestran varios indicadores de un descenso de los comportamientos y actitudes de los s de la carretera. En Nueva Gales del Sur, por ejemplo, se ha producido un aumento sustancial de las multas por infracciones leves de velocidad.
En toda Australia, el número de accidentes mortales en zonas de 60-70 km/h ha ido en aumento, pasando de 241 muertes asociadas en 2020 a 315 en 2022. Es probable que el exceso de velocidad influya, pero no está claro en qué medida.
Las carreteras remotas y regionales siguen presentando un riesgo de muerte significativamente mayor en relación con su población. El riesgo de muerte en carretera es seis veces mayor en las zonas periféricas y nueve veces mayor en las zonas remotas en comparación con las grandes ciudades.
Esto podría deberse a varios factores: exceso de velocidad, comportamientos de riesgo y otros como infraestructuras más deficientes, menor grado de cumplimiento de la normativa, choques con la fauna, viajes largos y fatiga.
También han aumentado los accidentes mortales en los que están implicados conductores sin permiso válido. En 2019 se registraron 96 muertes en accidentes en los que estaban implicados conductores sin licencia. Esta cifra aumentó a 116 en 2020 y a 128 en 2021.
El número de muertes en carretera en las que estaba implicado un ciclista o motociclista que no llevaba casco fue de 19 en 2019. Se disparó a 28 en 2020 y 2021, un aumento del 47 %.
La proporción de muertes en carretera con drogas detectadas en el sistema del conductor ha ido en aumento, desde el 14 % para los que manejan carro y el 11 % para los motociclistas en 2015. En 2021, estas cifras aumentaron al 17 % en el caso de los vehículos y al 28 % en el de los motoristas.
Otra tendencia preocupante es el aumento del riesgo de muerte en carretera para el grupo de edad entre los 17 y los 25 años. Esta población es ahora la de mayor riesgo de mortalidad en nuestras carreteras, superando al grupo de edad de más de 75 años.
Mejorar la seguridad vial
En un futuro previsible, los conductores humanos seguirán siendo los principales operadores de los vehículos, y los factores humanos siguen siendo los que más contribuyen a los accidentes en carretera.
Cuando se trata de salvar vidas en las carreteras, tenemos que vigilar las actitudes en torno a la seguridad vial. Una forma de hacerlo es mediante encuestas periódicas a escala estatal y nacional, que permitan hacer un seguimiento de las puntuaciones de los indicadores de comportamiento a lo largo del tiempo. Al igual que los partidos políticos utilizan encuestas continuas para hacer un seguimiento del clima político, el seguimiento periódico del clima de seguridad vial de la comunidad nos permite abordar de forma proactiva los retos que surgen, en lugar de esperar a que aparezcan estadísticas alarmantes.
Australia cuenta con algunas de las políticas de seguridad vial más progresistas del mundo. Pero nuestros ambiciosos objetivos exigen centrarse más en el comportamiento de los s. Las campañas de seguridad vial, difundidas a través de la televisión y otros medios de comunicación, pueden influir en los comportamientos de seguridad vial, con campañas a medida dirigidas a los grupos demográficos y comportamientos específicos que preocupan. Intensificar la inversión en estas campañas podría ser una estrategia clave para alcanzar nuestros objetivos de seguridad vial.
Más de 7.000 colombianos pierden la vida en siniestros viales
En Colombia, dos de cada tres víctimas mortales en accidentes de tránsito son motociclistas. En 2021, 4.324 motorizados perdieron la vida (el 60 por ciento de las muertes), según un informe del 2022 de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV). Los peatones son la siguiente población que más muere en accidentes de tránsito. Para 2021, representaron el 21 por ciento de las víctimas fatales, mientras que los conductores de vehículos fueron el 12 por ciento y los bici s, el 6 por ciento.
De acuerdo con Fasecolda, el saldo que se paga en promedio por siniestralidad vial es de $3,6 millones (cifra del 2018).
Las cifras de muertes en 2021 significaron un aumento en las tres primeras poblaciones que pierden la vida. En motociclistas, el aumento de víctimas mortales se incrementó del 2020 al 2021 en 41,8 por ciento; en los peatones, el 35,1 por ciento, y en los conductores de vehículos, el 28,8 por ciento. Sobre estos aumentos cabe resaltar que el 2020 fue un año atípico por las restricciones de movilidad que se exigieron por la pandemia.
Desagregando la información del 2021, la ANSV encontró que el 23 por ciento de las muertes de los motociclistas se debe a accidentes contra muros, árboles, postes, bolardos, entre otros. “Se concluye que la impericia al conducir por parte de este actor vial es un factor de riesgo sobre el cual deben ejercerse acciones para mitigar su efecto”, señala la Agencia en su informe.
A la vez que el motociclista es el actor vial que más muere en siniestros, en el caso de los peatones, estos fueron culpables del 40 por ciento de los casos de fallecimiento en esta población en el 2021. Los conductores de vehículos tuvieron la culpa en un 32 por ciento.
Analizando por sexo y edad, los hombres mueren en una proporción mucho más alta que las mujeres. Por cada víctima fatal femenina hay cuatro masculinas. Y las personas entre los 20 y los 25 años, sin importar el sexo, son el grupo etario que más muere en accidentes viales. En 2021 representaron el 26 por ciento de las muertes.
La ANSV no solo cuenta las muertes que se determinan inmediatamente en el siniestro, sino todas aquellas que ocurren 30 días después del accidente. De acuerdo con parámetros de la Organización Mundial de la Salud, “se considera que una persona fallecida por causa de un siniestro vial es toda aquella que pierde la vida a causa de una lesión fatal adquirida hasta 30 días después de ocurrido el hecho”.
Por otro lado, la Liga contra la Violencia Vial estima que anualmente 700.000 personas quedan con lesiones debido a accidentes de tránsito y 40.000 de estas presentan secuelas o una discapacidad permanente.
La reducción de los accidentes de tránsito fue incluido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y se han firmado tres declaraciones de compromiso internacional. La última es la del 2020, conocida como la Declaración de Estocolmo. En esta, los Estados se comprometieron a reducir en un 50 por ciento las pérdidas humanas en accidentes viales para 2030 y a seguir trabajando a la luz del programa Visión Cero 2050.
Por ejemplo, a nivel local, Bogotá y Medellín han adoptado este programa, que parte de un entendimiento de que toda muerte vial es prevenible y es un problema de salud pública. Así mismo, se considera que las instituciones y los tomadores de decisión comparten responsabilidades con los actores viales en la siniestralidad en carretera. A nivel nacional, la Agencia adoptó el enfoque de sistema seguro, que su ADN responde a las premisas de Visión Cero.
(*) Profesor de Movilidad Urbana, Seguridad Pública y Riesgo de Catástrofes en la U. de Nueva Gales del Sur de Sídney. (**) Es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo es reproducido aquí bajo licencia de Creative Commons.