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Sembrar maíz: el megaproyecto soñado por los campesinos
45 asociaciones de víctimas de la violencia recibieron cerca de 2.000 hectáreas de tierra.
Bancos de maquinaria, sistemas de gestión de calidad, capacitaciones y venta asegurada son algunos de los beneficios del proyecto. Foto: Archivo Particular
Con maquinaria de última tecnología, capacitaciones, altos estándares de calidad y ventas aseguradas, campesinos del bajo Cauca sembrarán en sus propias tierras, gracias a un ambicioso proyecto de la Gobernación.
Lo que está sucediendo en Caucasia es una confirmación de que no es una frase de cajón decir que los sueños se hacen realidad. Y cuando se trata de los sueños de muchos, esa realidad es más poderosa. Allí, 45 asociaciones de víctimas de la violencia empezaron a ver que lo que se imaginaban podría materializarse cuando, en el 2017, el Fondo de Reparación para las víctimas les entregó cerca de 2.000 hectáreas de tierra.
Era algo que muchos no creían que fuera a pasar, pues habían tenido que dejar su territorio por culpa del conflicto armado. “Un día lo teníamos todo y al siguiente, nada. Por eso cuando nos dieron esas tierras empezamos a soñar con verlas sembradas y productivas”, dice Yidis Flórez, una de las beneficiarias, al tiempo que recuerda cómo bautizaron lo que iban a hacer allí con lo que ahora les pertenecía: Proyecto Productivo Avanzando para la Paz. Dice que desde ese momento las familias se unieron mucho más para lograr que los campesinos regresaran a sembrar y la zona se volviera productiva. Hoy, como presidenta de la Federación de Agricultores del Bajo Cauca, puede hablar a nombre de todos y decir que ese gran anhelo llegó en forma de un megaproyecto llamado Consolidación del Distrito Productivo y Tecnológico de Maíz en los Municipios de Yondó y Caucasia del departamento de Antioquia, y que será implementado por la Universidad de Antioquia.
Es la oportunidad más grande en la historia de Antioquia que estos productores, que nunca habían tenido esta opción ahora la vean
Se trata de un plan nunca antes diseñado en el departamento, que busca incrementar la producción de maíz tecnificado en Antioquia, específicamente en el bajo Cauca, en los municipios de Caucasia (colinda con Córdoba) y en Yondó (limita con el Sur de Bolívar), de acuerdo con requerimientos de demanda del mercado nacional.
“Es el sueño que Dios nos ha permitido. Es la oportunidad más grande en la historia de Antioquia que estos productores, que nunca habían tenido esta opción ahora la vean”, afirma Yidis.
Si bien para esta lideresa todo el proyecto es destacable, considera que dentro de lo más importante que contempla está la tecnificación. Precisamente, el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural del departamento (e), Andrés San Martín Alzate, explica que este proyecto surge de las acciones que se quieren desarrollar dentro del marco de la revolución agropecuaria del departamento. “Los campesinos siempre han sido los más pobres y esto se debe a que no se ha llevado tecnología al campo. Ese es uno de los principios del Plan de Desarrollo Unidos por la Vida”, explica el alto funcionario.
El proyecto se basó en un juicioso estudio de la Universidad Nacional de Colombia para el Plan Departamental Agropecuario, entre el 2018 y el 2020, que analizó la potencialidad de los suelos del departamento, a través de la observación de 72 variables, entre ellas, los componentes de la tierra, la pluviosidad, los vientos, etc.
Se encontró que los suelos del bajo Cauca son aptos para maíz, arroz y ganadería y otros subproductos, y se determinó que los cultivos de mayor rentabilidad de productividad son los del maíz. Con esta información se diseñó el proyecto que recibió una financiación de más de 50.000 millones de pesos, de recursos de regalías, y que fueron aprobados por el MinTIc (ver gráfico), por ser una idea que tiene que ver con ciencia, tecnología e innovación. Vale la pena mencionar que, según cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Antioquia, y en general Colombia, importa el 80 por ciento del maíz que consume, por lo que se busca bajar la cifra y que algunas regiones se autoabastezcan.
Venta asegurada
A diferencia de Caucasia, donde los terrenos fueron entregados a la comunidad, en Yondó, muchas tierras ya estaban en posesión de la comunidad, por lo que se hará una legalización. Gladys Vanegas Arguello, quien será la líder de la implementación, cuenta que en el lugar hay mucha expectativa, pero también esperanza por poder cultivar la tierra, puesto que, dentro de los muchos beneficios del proyecto se destaca que la venta estará garantizada: “La mayoría de las veredas están cerca del río Magdalena y nunca han tenido recursos ni posibilidades de vivir de la tierra. Nos da mucha esperanza que la venta no será a la suerte, sino que el proyecto establece compromisos como la comercialización”. En Yondó serán 400 las familias beneficiadas y cada una recibirá tres hectáreas.
En efecto, con este ambicioso proyecto se ha procurado cubrir todos los frentes, como lo explica el Secretario (e): “Es un proceso completo que va por partes: integración de las personas, banco de maquinarias, establecimiento de hectáreas, implementación del sistema de gestión de calidad y plan de comercialización. La producción va a estar vendida”.
Y como uno de los anhelos es que haya un relevo generacional, se creará un escuela de formación agroindustrial.
Sobre esto, Yidis destaca que el proyecto también ha servido para unir a la familias en torno a un mismo propósito, y está segura de que garantizar nueva tecnología y capacitación atraerá a los jóvenes: “Se van a enamorar de la forma como se trabajarán los cultivos porque se hará con maquinaria de última tecnología que nunca hemos visto antes aquí. Necesitamos que ellos puedan sembrar para garantizar el alimento, para que tengamos soberanía alimentaria”.
Los emprendedores que recibieron un impulso para crecer
Los esposos Milena Gómez y David Molina, del Laboratorio del Café. Foto:Archivo Particular
Los torcidos o Twister de Payupán y el Laboratorio del Café son empresas diferentes, pero con mucho en común: son innovadoras, se cultivaron en la cabeza de emprendedores, surgieron de un empeño familiar y recibieron apoyo del programa Antójate de Antioquia. Las primeros son unos palitos horneados de harina y la segunda es una tostadora y comercializadora de cafés especiales.
En el 2011, los torcidos, como originalmente se llamaban los Twister, eran un producto más de la panadería Payupán, basados en una fórmula que había pasado por varias generaciones en la familia Rivera, en La Ceja. El Laboratorio de Café, de los esposos Milena Gómez y David Molina, llevaba pocos años como una marca de café tostado empacado en bolsa. Las dos empresas ganaron ese año y recibieron el apoyo del programa de la Gobernación, que nació en año 2005 y que, además de ser una marca establecida, ya es política pública por ordenanza de la Asamblea Departamental.
Gracias a esto, se ha podido mantener en el tiempo acompañando a empresarios formalizados para que fortalezcan la productividad, la comercialización y la innovación en productos y servicios en el departamento. Así, de acuerdo con el tipo de negocio, (porque el programa contempla apoyo en diferentes categorías), los asesoran en sus necesidades especiales, que puede ser desde el diseño de un empaque, hasta el registro Invima, pasando por la creación de códigos de barras, tablas nutricionales o la entrega de dotaciones como computadores, refrigeradores, maquinaria especializada, o intangibles, como pagos de dominios para Internet.
“Nosotros apenas estábamos iniciando, cuando ganamos. El impulso no fue solo darnos asesorías y dotaciones. Anímicamente nos ayudó a confirmar que el nuestro era un proyecto innovador que tenía proyección”, reconoce David , del Laboratorio del Café. La empresa que comenzó con su esposa en su casa en Medellín, con tres empleados y una tostadora de tres kilos, hoy es una gran compañía que tiene 10 locales comerciales, genera 50 puestos de trabajo directos y es referente en Antioquia.
La familia Rivera Jaramillo logró comercializar de forma exitosa sus Twister y así sobrellevó las cuarentenas por el covid-19, que la obligó a cerrar su panadería después de 17 años, pero, gracias a su producto estrella no solo se mantuvieron en la pandemia. “Montamos un café y creamos dos empaques nuevos para cambiar los canales de comercialización”, explica José Váquez, vocero de la familia y yerno de don Carlos Rivera, quien heredó la receta. Este giro del negocio les valió para volver a ganar en la edición del 2020, en la categoría Nuevos Mercados, lo que le dio otro impulso.
“Este es un proceso muy bonito porque vamos a las subregiones e interactuamos con los postulados, que deben presentar sus productos ante jurados, que son quienes los califican. En estos 14 años se han beneficiado 1.656 empresarios”, cuenta Daniela Trejo Rojas, secretaria de Productividad y Competitividad. Agrega que, bajo la misma mecánica de Antójate, es decir con categorías de productos y servicios y presentación ante jueces, se desarrollará Capital Semilla, pero dirigido a emprendedores que no están formalizados, de 80 municipios, entre ellos, los más afectados por el conflicto armado.