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Entrevista
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Naciones Unidas: 'El problema del Catatumbo está ligado al tráfico y salida de drogas, no solo a su producción'
Leonardo Correa, coordinador regional de análisis, monitoreo e investigación de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, habló con EL TIEMPO sobre la crisis en el Catatumbo.
Leonardo Correa, coordinador del área de análisis, monitoreo e innovación de UNODC para la Región Andina y el Cono Sur. Foto: Unodc
Uno de los focos del presidente Gustavo Petro, tras el estallido de violencia en el Catatumbo y el decreto de conmoción interior para abordar sus causas estructurales, ha sido la sustitución de las economías ilícitas, una tarea para la que incluso considera contar con el apoyo binacional del régimen venezolano.
EL TIEMPO conversó con Leonardo Correa, coordinador regional de análisis, monitoreo e investigación de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), sobre el panorama del mar de coca en la región como catalizador del conflicto. Dijo que el problema no es solo su producción, sino el tráfico y salida del país por la frontera.
¿Cuáles fueron los detonantes que identificó la Unodc en el Catatumbo?
Lo primero que hay que mencionar es que el incremento de los cultivos de coca en Colombia, en particular entre 2023 y 2023, tuvo un aumento a nivel nacional del 10% de las hectáreas sembradas. Eso sigue una tendencia que no es reciente, lleva unos cuatro o cinco años, y es una tendencia hacia la concentración y la conformación de enclaves productivos.
Uno de los enclaves productivos más grandes es el Catatumbo. Si bien los rendimientos por hectárea en el Catatumbo no son los más altos del país (esos están más bien en los enclaves del Cauca), el Catatumbo tiene la mayor cantidad de hectáreas. Lo que quiero decir es que en esa región confluyen varios elementos.
El incremento de los cultivos de coca en Colombia en 2023 tuvo un aumento a nivel nacional del 10%. Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
El primero es la presencia de este enclave productivo. El segundo es que está bastante cerca de la zona de frontera, que es una característica de otras regiones del país. Pero el tercero, y tal vez más importante, es la situación de los grupos ilegales. Lo que siento es que esto no es solo un problema del Catatumbo, porque en otras zonas los grupos ilegales han llegado a acuerdos que, aunque frágiles, pueden romperse en cualquier momento. Y creo que eso fue lo que pasó en la región. En realidad, el tema del Catatumbo no está solo ligado a la producción de drogas, sino también al tráfico y a su salida de las drogas del país.
¿Es decir, que el control hegemónico de un grupo o los acuerdos criminales evitaban el conflicto?
Exactamente. Históricamente, en el Catatumbo existían diversos grupos. Luego, hubo una separación, incluso al interior de estos grupos. Si bien muchos pertenecen aún a los grupos disidentes de las Farc o al Eln, la unidad de mando no estaba tan bien definida, no solo en el Catatumbo, sino en otras regiones. Eso hace que los acuerdos puedan romperse en cualquier momento. Sin embargo, quiero insistir en que no es solo el cultivo de coca lo que está detrás de la situación en el Catatumbo, sino que existen otras economías ilegales que comienzan a prosperar allí, lo que genera un ambiente de alta vulnerabilidad para las comunidades.
Norte de Santander tiene sembradas más de 43 mil hectáreas de coca. Foto:Julián Ríos Monroy. EL TIEMPO
¿Qué otras economías ilegales hay?
Además de la fase de producción, la fase de tráfico es muy importante. Las zonas de frontera, como es el caso del Catatumbo, tienen características particulares. Aunque no tenemos tantas evidencias de explotación de oro aluvial con maquinaria en el, sí sabemos que hay zonas cercanas donde se extrae oro subterráneo. La confluencia de estos elementos en una zona de frontera genera un enorme interés por parte de los grupos ilegales.
Sin embargo, el punto crítico aquí es la ruptura de los acuerdos que existían. No es que haya nuevos grupos entrando en el territorio, esos grupos ya estaban presentes. Pero lo que ocurrió fue una ruptura de los acuerdos en la zona, y eso ha generado la situación compleja que estamos viviendo.
¿Qué influencia tiene el territorio venezolano y la zona fronteriza en el conflicto armado y en el narcotráfico? ¿Han identificado complicidad por parte del régimen o de tropas ilegales que operan al otro lado de la frontera?
Una de las tendencias que hemos observado es que los cultivos de coca tienden a moverse hacia las zonas de frontera, no solo hacia la frontera norte, sino también hacia la frontera sur. Hemos visto que los principales núcleos de cultivos están cerca de la frontera sur, tanto en Nariño como en Putumayo. Lo mismo sucede en la frontera norte, en Norte de Santander y en el lado de Chocó, pegado al Tapón del Darién.
La sustitución de economías ilícitas es una de las causas que se busca conjurar con la conmoción. Foto:Juan Pablo Rueda. Archivo EL TIEMPO
Hay una tendencia generalizada a que la coca se mueva hacia las zonas de frontera, independientemente de lo que pase del otro lado. Esto sucede porque los enclaves productivos son mucho más funcionales para el tráfico de drogas, no solo para la producción, sino también para la rapidez con la que se puede sacar la cocaína del país. Esto es una situación que afecta todas las fronteras en Colombia.
En este momento, estamos bajo conmoción interior en la región. Uno de los puntos en los que el gobierno está poniendo el foco es la sustitución. ¿Qué puede hacer realmente para reemplazar una economía ilícita que representa el 20 % en algunos municipios?
Lo primero es centrarse en las causas estructurales. No hay que pensar solo en la sustitución del cultivo, sino en abordar las causas estructurales. Este es un gran desafío que va a tomar tiempo. No es algo que se solucione de la noche a la mañana. Hay comunidades aisladas en el territorio, dificultades para acceder a los mercados y condiciones sociales, políticas y económicas que hay que corregir. Es positivo que nos estemos centrando en las causas estructurales, pero también es importante recordar que la coca es solo lo más visible; no es el único origen del problema en este territorio. Lo que hay que hacer es trabajar desde una perspectiva estructural, de sostenibilidad, y pensar en no solo sustituir los ingresos de estas comunidades, sino también en aumentar la competitividad, mejorar las capacidades y poner instituciones en el territorio. Este es un desafío de largo plazo.
¿En qué errores ha incurrido el Estado colombiano para que durante los últimos cinco años se mantenga la misma proporción de narcocultivos en la región?
No hablaría de errores, porque esta situación viene desde hace mucho tiempo. El incremento de los cultivos en el Catatumbo comenzó en 2003, y ha sido una tendencia que no depende de un gobierno o dos. Lo que debemos encontrar son opciones basadas en un concepto de desarrollo, no solo de sustitución. La sustitución es clave, pero debe ir acompañada de la comercialización, el fortalecimiento de las capacidades comunitarias y la reducción de la dependencia económica. Esto requiere mucho más que lo que se puede hacer en un periodo de gobierno o de una istración local. Es un problema cuya solución tomará tiempo.
Catatumbo, en Norte de Santander. Foto:Andrés Carvajal
¿Cómo ven el tema de la conmoción interior para abordar esta causa?
Es una herramienta más, una herramienta adicional. Tenemos una situación muy compleja, especialmente por el tema humanitario. Es necesario recurrir a todas las herramientas posibles en este momento para salvar vidas. Lo más importante ahora es detener el conflicto para poder comenzar a trabajar en las medidas de largo plazo.
¿Qué está pasando en el Putumayo? Según el último informe, se posicionó como el segundo departamento con más hectáreas del país. ¿Qué dinámicas identificaron allí?
Sí, el problema está creciendo no solo en Colombia, sino también a nivel global, en términos de cómo aumenta la producción potencial. Los mercados a los que está llegando la droga, la cantidad de personas que están consumiendo cocaína y los actores involucrados están aumentando. Estamos en un momento de expansión general del mercado de la cocaína a nivel mundial.
En Putumayo específicamente, observamos un incremento. Los cultivos se están acercando cada vez más a zonas de frontera, lo que genera más interés por llegar a acuerdos. Si esos acuerdos se rompen, existe el riesgo de situaciones de conflicto.
Es una señal de alerta, pero en realidad no lo sabemos con certeza. Es un tema difícil de investigar, aunque es claro que la presencia de múltiples grupos en los mismos territorios genera dos escenarios: o existen acuerdos, o hay ejercicios de control territorial, ya sea a través de los precios, la coerción o el uso de la fuerza.
30 años de guerra en el Catatumbo | El Tiempo Foto: