Alejandro Gómez, uno de los fundadores de Súmmum, dice que, después de todo lo que ha pasado, las empresas que siguen trazando planes a largo plazo están desconociendo el hecho de que la semana entrante todo puede cambiar.
De hecho, a ellos mismos les pasó y tuvieron que recibir, como el mismo Gómez lo ite, una dosis de su propia receta. Esto lo dice porque su empresa se dedica a brindarles consultorías y experiencias a otras compañías para generar los cambios que se necesitan en su comunicación.
“Todo el tiempo les estamos hablando a nuestros clientes de la importancia de la flexibilidad y de la innovación –dice Gómez–, y pues con la llegada de la pandemia tuvimos que aplicarle esos mismos valores a nuestra empresa para reinventarnos”.
La palabra summum viene del latín y significa, según la RAE, el “grado máximo al que puede llegar algo inmaterial, especialmente una cualidad”. Según Gómez, su empresa les brinda a los equipos experiencias que lleguen a ese punto máximo para que mejoren todas las deficiencias que tengan.
“Nosotros vendemos experiencias. Hay clientes a los que les organizamos expediciones 4 × 4, para que aprendan el valor de la competitividad; o viajes en velero para que se aprenda la importancia de trabajar en equipo. Lo importante, para nosotros, es identificar bien la necesidad y las deficiencias de un equipo, para entrar a actuar. Pero todos los casos son diferentes”, explica Gómez.
Pero, cuando comenzó el aislamiento, Súmmum se tropezó. Para organizar las experiencias que ofrecían necesitaban dos requerimientos que, durante la cuarentena, son imposibles de cumplir: que la gente se reuniera y estar al aire libre.
Pero, por otro lado, este es el momento en el que las empresas necesitan más ayuda que nunca. Todos los sectores de la economía están afectados y las pocas compañías que pueden seguir con sus operaciones, lidian con varios problemas. Nadie estaba listo para afrontar una situación de estas proporciones.
Los planes interrumpidos, la ansiedad, la salud, los gajes del teletrabajo, la disminución de la productividad y una larga lista de retos son los que las empresas tuvieron que asumir de un momento para otro.
Algunas se han adaptado mejor que otras, pero un buen ejemplo de cómo reaccionar rápido y de forma útil es el de la empresa de Gómez. Lo curioso es que su equipo, conformado por diez personas, se preparó precisamente para ayudar a las otras empresas a enfrentar la situación.
Algunos jefes no entienden que no todo es Zoom y WhatsApp. Hay que encontrar otras maneras de hacer que el teletrabajo fluya. Para eso estamos nosotros.
Gómez agrega que, de alguna forma, su equipo sigue operando bajo los mismos principios que antes. “El más fundamental es el de brindar experiencias. Por eso, así sea de manera virtual, intentamos hacer juegos, retos y actividades que se adapten a cada equipo y que les demuestre que la distancia no tiene por qué ser un impedimento”.
La lección que quiere que todos aprendan es que hay que “reinventarse a diario. Hay que entender que en cualquier momento todo puede cambiar, y es mejor ser flexible.
Y parece que esa estrategia le ha funcionado bien en su propia empresa, pues, después de crear un nuevo portafolio de servicios adaptado a las necesidades de las compañías durante la cuarentena, los clientes no han parado de llegar. Más de uno ha visto los desafíos que implica la situación.
Gómez dice que cada empresa tiene una necesidad particular y que esa condición se ha acentuado en esta situación. “Algunos jefes no entienden que no todo es Zoom y WhatsApp. Hay que encontrar otras maneras de hacer que el teletrabajo fluya. Para eso estamos nosotros”, concluye.
-MATEO ARIAS ORTIZ
EL TIEMPO
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