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Noticia
Néstor Lorenzo y Lionel Scaloni, dos destinos cruzados en la final de la Copa América entre Colombia y Argentina
Los entrenadores argentinos tienen una historia con muchas coincidencias. Hoy, por primera vez, se enfrenten como técnicos en el terreno de juego.
Si se trata de cábalas –y para eso los argentinos siempre están listos–, esta noche Néstor Lorenzo saldrá a la cancha vestido con su infaltable camisa vinotinto y Lionel Scaloni entrará dando el primer paso con su pie derecho. No es la primera vez que los dos se reúnen en un terreno de juego, pero sí es el primer duelo en el que se verán las caras como directores técnicos. Y ambos querrán ganar. Porque de esa madera están hechos –la de buscar el triunfo– desde cuando empezaron sus vidas en el fútbol.
Néstor Gabriel Lorenzo, 58 años, nacido en Villa Celina, provincia de Buenos Aires; Lionel Sebastián Scaloni, 46, de Pujato, provincia de Santa Fe, noreste argentino. Los dos comenzaron a jugar desde niños y escalaron el camino, paso a paso, hasta llegar a vestir la camiseta de la selección nacional de su país –el sueño mayor de todo futbolista– en una Copa Mundial. Lorenzo lo hizo en el campeonato de 1990; Scaloni en el de 2006. Muchas cosas más han tenido en común a lo largo de su carrera. Y un nombre, en particular, los une: José Pekerman.
Lorenzo empezó a jugar de niño en el Club Atlético Riachuelo, del que su padre era fiel seguidor. Un solo torneo le bastó para mostrar sus aptitudes y ser llamado a las infantiles de Lanus. Dos años después ya estaba en la mira de los cazatalentos y resultó fichado por el Argentinos Juniors, que en ese momento tenía una de las mejores divisiones inferiores del país. Era manejada por un hombre nacido en la provincia de Entre Ríos: José Pekerman.
Desde entonces, con 14 o 15 años, Lorenzo fue observado y irado por quien luego se convertiría en un personaje fundamental de su vida, no solo como futbolista sino como técnico. “Lorenzo fue uno de los tantos jugadores que descubrió Pekerman –dijo en una entrevista José Yudica, técnico de Argentinos Juniors en esos años ochenta–. Era alto, fuerte, un gran cabeceador”. Con esas características, escogió la defensa como su lugar en el terreno de juego.
Después de ese plantel, Lorenzo dio el salto al fútbol italiano como parte del Bari, pasó luego al Swindon Town, en Inglaterra, y le llegó el llamado de la selección nacional, que entonces estaba bajo la batuta de Carlos Salvador Bilardo. Vistió su camiseta en los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, y la Copa del Mundo 1990. Después de esas participaciones, volvió al fútbol local de su país e hizo parte de clubes como San Lorenzo, Ferro y Boca Juniors, hasta terminar su ciclo profesional en el Quilmes. Tenía 32 años cuando se retiró.
Uno de los quince partidos que Lorenzo alcanzó a jugar con la camiseta de su país fue la final del mundial en Italia, la que perdieron por un gol contra Alemania. Ese día llevaba en su camiseta albiceleste el número 13. El mismo que, años después, Lionel Scaloni usó cuando jugó como lateral derecho contra México en el Mundial del 2006.
Conexión Pekerman
La vida como futbolista de Scaloni comenzó también de niño, en el Club Sportivo Matienzo, de Pujato, donde nació. Sus primeros pasos en el deporte los dio bajo la tutela de su padre, Ángel, que le exigía a fondo con la idea de hacer de su hijo un gran profesional. Fue él quien logró que Scaloni entrara en un equipo mayor: el Newell’s Old Boys, a mediados de los noventa.
De ahí saltó a Estudiantes de la Plata, donde se ganó muy pronto el apoyo de la afición que veía cómo su lateral dejaba el alma en el terreno. Fue entonces cuando el mismo hombre que había visto y elegido a Lorenzo años atrás –Pekerman– se fijó en el joven que sobresalía en Estudiantes. Los buenos resultados de Scaloni lo llevaron a ser tenido en cuenta para formar parte de los planteles juveniles de la selección argentina, que en esos años estaban bajo el mando del técnico entrerriano.
Lorenzo, como mano derecha de Pekerman, entrenó a Scaloni previo al Mundial 2006. Foto:AFP
Su destino también sería jugar fuera de su país. En el 98, España lo fichó y llegó al Deportivo La Coruña. Scaloni vivió allí lo que se recuerda como “la época dorada” de ese equipo: campeón de la primera división, de la Supercopa española, de la Copa del Rey, entre otros títulos, lo llevaron a ser conocido como el ‘Superdepor’.
Luego de ocho temporadas, el ‘Gringo’ –como le dicen a Scaloni–; también ha trascendido que tras bambalinas le dicen ‘He-Man’ dejó La Coruña y llegó a Inglaterra para ser parte durante medio año del West Ham. Pasó también por el Racing de Santander y, en la liga italiana, por clubes como la Lazio y el Atalanta. Fue entonces, en la temporada 2014-2015, cuando decidió decirle adiós a su etapa de jugador. Lionel Scaloni ya tenía entre sus pergaminos la Copa Mundial Sub-20, en 1997, y haber sido parte de la selección que disputó por su país la Copa Mundial de 2006, en Alemania.
Fue precisamente en el periodo de preparación para ese campeonato mundial cuando Scaloni y Lorenzo se encontraron en el camino. El primero como futbolista activo, el segundo como asistente de quien en ese momento conducía la selección. De nuevo el mismo nombre: José Pekerman.
A comienzos de este siglo, ya con estudios de entrenador entre manos, Lorenzo fue invitado por Pekerman a unirse a su equipo como parte del cuerpo técnico. “Quiero empezar a dirigir, pero en un club serio”, había dicho Lorenzo. Y qué mejor propuesta que la que le hacía su antiguo mentor. Así comenzó un vínculo entrenador-asistente que se mantuvo por más de diez años. Hasta 2018, para ser exactos, cuando Pekerman dejó de ser el director de la Selección Colombia y Lorenzo decidió seguir su camino por separado. Para el Mundial de 2006, Lorenzo trabajó de cerca con Scaloni.
Experto en la defensa, era el encargado de fortalecer a los jugadores que jugaban en ese terreno. “Néstor fue uno de mis entrenadores”, recordó en días pasados Scaloni. “Está haciendo un gran trabajo. Tiene ilusionado a todo un país”, agregó, respecto a lo que ha conseguido Lorenzo con el grupo colombiano.
Ambos, como directores de selección, saben romper récords. Y eso que por ninguno de los dos se apostaba mucho. Cuando Lorenzo decidió lanzarse como entrenador, no lo hizo en un club de alto reconocimiento. Llegó al Foot Ball Club Melgar, de Arequipa, Perú, donde obtuvo buenos resultados. Fue campeón de liga y consiguió hacer una buena presentación en la Copa Sudamericana. No obstante, cuando su nombre empezó a sonar como posible líder de la Selección Colombia, muchas voces saltaron a decir que era un error.
Lionel Scaloni, 46 años, entrenador de la selección argentina. Foto:AFP
Si bien para los jugadores era un viejo conocido, afuera las críticas no tardaron en llegar. “Es más de lo mismo”, “un mal comienzo”, fueron algunas de las frases que se escucharon cuando Lorenzo tomó el control de la selección, en junio de 2022, e hizo la primera convocatoria. Hoy esas voces –con los resultados obtenidos– se han silenciado.
Algo similar vivió Scaloni cuando asumió el control de la selección en su país. Como Lorenzo, él también había sido asistente del técnico titular, pero su nombre causaba incertidumbre. Tanto la crítica como los aficionados lo veían “muy inexperto”, “con falta de recorrido”. El momento le llegó tras el desencanto que había dejado Jorge Sampaoli. Su nombre sonó primero como algo “provisional”, mientras otros candidatos de mayor ascendencia sonaban como “mejores opciones para el cargo”. Entre ellos, Diego Simeone o Marcelo Gallardo. Pese a las dudas, Scaloni fue nombrado en propiedad. Él también supo silenciar la lluvia de reproches con un título mayor: el de campeones en el Mundial de Qatar 2022.
Actitud: ganar
Lorenzo y Scaloni tienen personalidades que coinciden en algunos aspectos: son amigos de mantener un perfil bajo, poco hablan de su vida privada. De Lorenzo se sabe que es casado y tiene dos hijos: un hombre, Juan Manuel –que lo acompaña en su trabajo– y una mujer, Natalia, que si bien es seguidora de este deporte, trabaja en un campo distinto: la medicina. Scaloni, por su parte, es casado con una mujer española, a quien conoció en Mallorca –donde él ha vivido buena parte de su vida–, y tiene dos hijos: Ian y Noah, de 12 y 8 años, hinchas del River Plate.
Los dos técnicos también coindicen en conceptos deportivos, como el hecho de considerar que un buen ambiente interno produce mejores resultados en la cancha.“Tú rindes más si te llevas bien con tu compañero”, dijo Scaloni en una entrevista. Y es claro que en la actual etapa del grupo colombiano ese objetivo también ha estado presente.
Los dos, con sus particularidades, han logrado tener ascendencia sobre sus jugadores. Metódicos, convencidos de sus propósitos, tienen el triunfo en la mira. “Uno siempre juega para ganar”, ha dicho Lorenzo. Y ese espíritu se impregna en el equipo. Su cábala de la camisa vinotinto le llegó después de una racha de cuatro meses sin perder y llevarla siempre puesta. Scaloni, por su parte, pisa primero con el pie derecho desde que empezó en el mundo del fútbol. Pierda o gane, no deja de hacerlo. Ambos rezan. Al final: nada sobra.