En Argentina, decirle a alguien “sos un groso” es tanto como decirle que es un grande, que es alguien importante. Es una palabra que viene del lunfardo, esa jerga de los barrios bajos de Buenos Aires en la cual se mezclaban diversas lenguas de las que llevaron los inmigrantes. Hay muchos términos del lunfardo en el tango y en el habla popular, en el lenguaje que emplean los amigos entre sí.
En fin, todo esto para contar que conocí en Bogotá una pastelería argentina que así se llama, Groso. Sin duda, un nombre maravilloso para un lugar que rinde tributo a las recetas clásicas de la repostería argentina. Buen nombre, además, porque encaja con la calidad de lo que allí se come. En efecto, se trata de un lugar que debió ser concebido por unos “grosos”.
¿Y qué hay en Groso, que se presenta como pastelería? Para empezar, medialunas, que son la versión argentina del croissant, y que no obstante su aparente sencillez son un pequeño manjar, doraditas, esponjosas y con una discreta capa de dulce que las hace muy tentadoras.
Al lado de ellas, en las estanterías de Groso, desfila gran variedad de tortas: de coco y dulce de leche, de chocolate y frutos rojos, de queso y arándanos, de queso y dulce de leche... Y, entre ellas, mi favorita del sur del continente: la pasta frola, que tradicionalmente va rellena de dulce de membrillo o de batata, aunque también hay versiones con dulce de guayaba.
Y al lado, por supuesto, los alfajores. Esas galletas sin las cuales no se podría hablar de repostería argentina. Están los clásicos, llamados de Maizena, y siete variedades más, entre ellos los de chocolate blanco y los de chocolate negro. Y unos que bien vale la pena tener en cuenta: de chocolate negro y naranja.
Pero no solo de dulce vive Groso. También hacen su presencia las empanadas argentinas. Y los choripanes y las milanesas y la pasta rellena. Y a la hora del almuerzo ofrecen un menú del día, con un par de opciones, por un precio más que razonable. Por ejemplo, una milanesa de pollo o de berenjena, unas papas de verdad al horno, una ensalada fresca y generosa y, por supuesto, algún pequeño postre... al fin y al cabo es una pastelería. Y todo eso, más jugo o agua, por muy poco más de veinte mil devaluados pesos.
¿Dónde y cuándo?
Groso Carrera 21 n.º 39A–73,
La Soledad. Calle 65 n.º 5–77,
Chapinero. Tel. 320-9970468
SANCHO
CRÍTICO GASTRONÓMICO
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