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Noticia
Viaje al transformado pueblo llanero que inspiró la célebre novela ‘La Vorágine’ hace más de 100 años
Sus calles y paisajes pretenden rendirle tributo por siempre al escritor José Eustasio Rivera.
Casanare no me aterraba con sus espeluznantes leyendas. El instinto de la aventura me impelía a desafiarlas, seguro de que saldría ileso de las pampas libérrimas y de que alguna vez, en desconocidas ciudades, sentiría la nostalgia de los pasados peligros.
De esta manera, José Eustasio Rivera describió la inmensidad del departamento que retrató en una parte de su aclamada novela La vorágine. Su travesía llanera en la vida real inició en el municipio de Orocué, donde reunió historias que lo deslumbraron y que perpetuó en sus páginas.
Allí como si estuvieran detenidos en el tiempo, un escritorio azul, tres sillas, una mesa auxiliar en la que acomodaba una máquina de escribir, y numerosos objetos buscan recrear la oficina que pisó hace más de un siglo. La habitación pertenece a la casa de la familia Amézquita. Esta edificación, de un piso y un vibrante color verde con blanco en su fachada, fue por alrededor de dos años el refugio del escritor.
Casa de la familia Amézquita, en donde Rivera se hospedó entre 1918 y 1920. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
En ese lugar les dio rienda suelta a las letras que plasmó en su libro que cumplirá 100 años de publicado en este 2024. La obra cuenta el abrupto recorrido de Arturo Cova al huir con su amada Alicia por los llanos orientales y la selva amazónica, donde evidencia cómo indígenas y campesinos terminan en recónditos lugares siendo explotados y, a la vez, explotando la naturaleza para extraer caucho.
Los pasos de José Eustasio Rivera
Oriundo del Huila, Rivera llegó a Orocué en 1918, recién graduado de abogado. Lo encontró a orillas del río Meta convertido en un importante puerto fluvial: recibía a decenas de barcos con mercancías provenientes de Europa y otras regiones, que entraban al continente por el Atlántico, descendían por el Orinoco de Venezuela y desviaban por el Meta. Según los relatos, el pueblo era una especie de Torre de Babel debido a la cantidad de lenguas y extranjeros que arribaban gracias a la dinámica comercial.
Orocué fue un importante puerto fluvial en el siglo XX. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Por sus aguas ya no ven las pomposas embarcaciones. Tampoco se vive el movimiento mercantil de aquellos años. Hoy, sus habitantes están dedicados mayormente a actividades agropecuarias y otros trabajan en yacimientos de petróleo. Si bien parte de lo que presenció el escritor ya no existe, Orocué sigue transformándose con el objetivo de que sus calles rindan tributo por siempre a José Eustasio para alzarse como la llamada Cuna de La vorágine.
Orocué está ubicado a orillas del río Meta. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Carmen Julia Mejía Amézquita es una de las guardianas de esta historia. Su abuelo Teodoro recibió al escritor en su casa de palma y piso en tierra; le dio posada mientras asumía un pleito judicial para el que lo había inicialmente contratado José Nieto, un hacendado.
La vivienda de la familia, convertida en la actualidad en un museo, conserva la oficina del entonces abogado. “Por acá pasó José Eustasio. Tenemos los muebles, que eran de mi abuelo, y que él utilizó, las sillas, el escritorio, un mortero de porcelana, el reloj de campana”, describe para EL TIEMPO.
Dramatización de 'Arturo' y 'Alicia', protagonistas de 'La vorágine', en la Casa Museo. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Trabajando para resolver el pleito, Rivera se convirtió en más que huésped de don Teodoro. Caminó las calles de Orocué, charló con la gente y consiguió amigos. Fue así como conoció a Luis Franco Zapata y Alicia Hernández, pareja que, según cuenta, lo cautivó por su historia de amor.
“Al encontrar algo totalmente desconocido para él, unos magníficos paisajes, un majestuoso río Meta, unos excelentes atardeceres, toda una cultura nueva y, además, una historia de amor, con su mente de poeta y su pluma de escritor se le disparó la musa. Se inspiró para escribirLa Vorágine”, añade.
Además de Nieto, Zapata y Hernández, hubo otros habitantes del municipio que le sirvieron de referente. Por ejemplo, a pocos metros de donde se hospedó, se mantiene en pie lo que alguna vez fue la tienda denominada La Puya, al igual que la extinta moneda de Venezuela. La casa de un piso, que está a orillas del río con color vainilla y unas puertas cafés, perteneció a Nacira Sabath, una libanesa, a quien la reflejó en la ficción como una osada comerciante de caucho.
“En el libro era Zoraida Ayram, conocida como la madona o la turca. Su esposo Julio Barrera Malo en la novela se llamaba Narciso Barrera, el enganchador de hombres. Actualmente, la tienda es propiedad de Leticia Camacho y se conoce como Almacén General Doña Letty”, expresa Carlos Romualdo, joven guía turístico de la región.
Tienda que antes perteneció a Nacira Sabath, en Orocué. Foto:Sebastián García. EL TIEMPO
Las vidas fascinantes en el pueblo que se revelaron ante los ojos y oídos de José Eustasio hicieron que pasará de escribir expedientes judiciales a pensar en su primera y única novela. Algunas de las páginas las ideó a orillas del río, a 28 °C, sentado en las raíces de un frondoso árbol de los tantos que, ahora, están cercados.
“Dejó de pronto abandonado el pleito por el cual venía y por eso lo perdió, pero nos ganamos un escritor y una excelente obra que nos representa en el mundo entero”, afirma orgullosa Carmen Julia.
José Eustasio abandonó Orocué en 1920 con los primeros plumazos del libro y solo hasta 1924 lo publicó, enriqueciéndolo con otras historias que recopiló tras recorrer los llanos orientales y la selva en 1922 como secretario de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana. Los años siguientes, su paso por el pueblo fue motivo de variados relatos entre los habitantes. Isabel Amézquita, tía de Carmen Julia, cuidó hasta 2012 de la casa donde la familia lo hospedó, contándole a todo aquel las experiencias del abogado.
La Casa Museo Cuna de La vorágine es un bien de interés cultural municipal, de puertas abiertas. “No podíamos dejar perder ese peso patrimonial tan grande”, dice Carmen Julia al recorrer los tres salones que la componen.
El futuro de Orocué para conservar la memoria del escritor
Casa Museo 'La vorágine'. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
Un centenario después de la estadía del escritor, el municipio fue declarado patrimonio histórico y cultural de la Nación. La Ley 2059 de 2020 dispuso que el Gobierno restaure la Casa Museo y construya un parque lineal con proyecciones en 3D de la obra, una biblioteca y una escuela de formación bajo el nombre de José Eustasio Rivera.
Lo anterior está en proyectos. El plan es que con ello Orocué pueda fortalecerse como destino turístico.
“La vorágine habla de la explotación en la selva del caucho. Y nosotros en Casanare hemos dependido mucho de la economía extractiva del petróleo. Lo que buscamos es hacer la transición hacia una economía del turismo”, enfatiza César Ortiz Zorro, gobernador de Casanare, en charla con EL TIEMPO.
Según los relatos, José Eustasio Rivera acudió a los árboles de las orillas del río Meta para idear la novela 'La vorágine'. Foto:Sebastián García. EL TIEMPO
En ese camino para aumentar su reconocimiento, Orocué logró entrar a los ocho pueblos que Colombia nominó al programa Best Tourism Villages 2024, de la Organización de las Naciones Unidas, el cual destaca a los mejores lugares enfocados en el turismo rural a nivel mundial.
“Le apuntamos al turismo literario, histórico y étnico. Estamos haciendo la tarea y vamos a entregar los proyectos”, sostiene Anderson Bernal, alcalde. “Esa es la nueva economía que queremos impulsar en el departamento, que genere miles de empleos y que cuando se acabe el petróleo la tengamos fuerte”, reitera el gobernador Ortiz Zorro.
Mientras se hacen realidad las cuatro obras, quien llegue al municipio puede disfrutar de su naturaleza, un paseo por el río Meta para apreciar las toninas, su largo malecón y extensas llanuras con chigüiros y reses.
Río Meta, en el que se pueden apreciar toninas o delfines rosados del Orinoco. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO
La visita no puede dejar pasar la Casa Museo y un amplio parque literario con esculturas que recrean escenas de la obra y con la estatua del escritor elevada en su centro. Nancy Higuera, joven guía con discapacidad visual y motriz que conoce de memoria las páginas de la novela, puede acompañarlos: “El libro cuenta la cultura que hay en mi territorio. Léanlo porque ahí está la realidad que se vive en Orocué”.
¿Cómo llegar a Orocué, Casanare?
Si usted va, puede arribar a Yopal en vuelos desde Bogotá. También, puede desplazarse en vehículo o bus hasta la capital de Casanare. De Yopal a Orocué el trayecto por carretera en plena llanura es de aproximadamente tres horas, unos 180 kilómetros.