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En recuerdo de Gustavo Arias De Greiff: fanático de aviones y trenes
Una mirada al legado de ingeniero, acuarelista, escritor y melómano, fallecido hace pocos días.
El bogotano Gustavo Arias de Greiff se formó como ingeniero aeronáutico de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Foto: Cortesía de Gustavo Arias de Greiff / Karenn López
Era tal su obsesión por los ferrocarriles que tenía en su cabeza la marca, el modelo y el número que identificaba a cada una de todas las locomotoras que circularon por las carrileras de Colombia a lo largo de su historia.
Hijo de José Vicente Arias y Leticia de Greiff (hermana de Otto y del poeta León), Gustavo fue el menor y el más extrovertido de cuatro hermanos. Nació en Bogotá el 26 de julio de 1933, estudió en el Gimnasio Moderno y, tras hacer el ciclo básico de ingeniería en la Universidad de los Andes, en 1958 terminó su carrera en la Universidad de Pittsburgh, Pennsylvania, donde obtuvo dos diplomas: el de ingeniero mecánico y el de ingeniero aeronáutico, con la distinción Magna Cum Laude. Se casó en 1962 con Sylvia Vega González, fue padre de Marcela y Ricardo y abuelo de Ignacio, Marcelo y Mauricio.
Su viaje de estudios marcó su vida por completo. Criado en un entorno donde solo se oía música clásica, en Pittsburgh se aficionó al jazz y se volvió seguidor incondicional de los Piratas, el equipo de béisbol de la ciudad, pasión que solo igualó su amor por Santa Fe, pero sobre todo por Independiente de Avellaneda, club de fútbol argentino que aprendió a querer desde niño gracias a la lectura de las crónicas que publicaba la revista El Gráfico, que llegaba a su casa en Bogotá en los años 40.
Su pasión por Independiente lo acompañó a lo largo de su vida. En su pequeña casa campestre en Guasca exhibía un gran banderín que daba fe de cuál es el verdadero Rey de Copas y un afiche del equipo que ganó el Campeonato Nacional de 1978. En la década de los 90 su trabajo como consultor en ferrocarriles lo llevó a Buenos Aires. Un día se subió a un taxi, comenzó a hablar con el conductor, ya entrado en años, y le dijo que desde niño era hincha de Independiente.
El conductor le preguntó: “¿Recuerda usted aquella delantera de Independiente que ganó la Copa Libertadores en 1964, la que conformaban Bernao, Mura, Mario Rodríguez, Luis Suárez y Savoy?”. Gustavo le contestó que sí, y el conductor le replicó: “Yo era Suárez”.
Acuarela de memorable avión Douglas DC-3. Foto:Archivo particular
Fútbol, béisbol y jazz; locomotoras, barcos y aviones, y un entusiasmo por todos los oficios que desempeñó, no solo como consultor, sino también como Director General de Talleres de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia; director de Mantenimiento y de Proyectos de Ingeniería de Acerías Paz del Río; director de Ingeniería de Mantenimiento de Avianca; interventor para diseños del ferrocarril en el Proyecto de El Cerrejón; presidente de Industrias Kapitol; director de proyectos de Morrison Knudsen (luego Wabtec) para reconstrucción de locomotoras en México y gerente de ventas para América Latina de su División de Ferrocarriles.
Dotado de un gran talento para escribir de manera amena y divertida, su cercanía con las locomotoras y los aviones lo llevó a investigar acerca de la historia de la aviación, los ferrocarriles y la navegación fluvial en Colombia. Fruto de ese interés que traía desde su infancia fueron los numerosos artículos sobre estos temas que se publicaron en revistas colombianas y también sus libros 'La mula de hierro' y 'La segunda mula de hierro (historia de los ferrocarriles colombianos)' y 'Otro cóndor sobre los Andes', 'Decolando contra el viento' (dedicados a la historia de la aviación en el país) y 'El Douglas DC-3 en Colombia', que cuenta la historia de este emblemático avión en los cielos y aeropuertos del país, además de traer un registro sistematizado de todas las aeronaves de este tipo que se matricularon en el país.
Foto:Cortesía Gustavo de Greiff
'La mula de hierro' recibió en 1986 el Premio Diódoro Sánchez, que otorga la Sociedad Colombiana de Ingenieros; 'La segunda mula de hierro' obtuvo una mención honorífica de la misma entidad en 2007; 'Otro cóndor sobre los Andes' mereció en 1999 una distinción compartida de la Cámara Colombina del Libro como mejor obra de historia editada en el país; 'Decolando contra el viento' recibió un premio de la Cámara Latinoamericana del Libro, en Nueva York, como uno de los dos mejores libros de historia publicados en 2013.
No contento con escribir, también se dedicó al aeromodelismo y a la pintura. Entre sus obras se destacan sus magníficas acuarelas de locomotoras y aviones que recrean cómo se viajaba en Colombia en las primeras décadas del siglo XX. Precisamente una de sus acuarelas de aviones ilustra la portada del libro El DC3 en Colombia.
Por su trabajo, actividades y publicaciones recibió la medalla al mérito ‘Julio Garavito’ (en categoría de Comendador), la mayor distinción que otorga el Gobierno colombiano a sus ingenieros; la medalla Marco Fidel Suárez, de la Fuerza Aérea Colombiana, y las medallas al mérito del Instituto Newberiano de Argentina y de la Academia de Estudios Históricos y Aeroespaciales de Perú.
Este año publicó el libro 'Rafael Álvarez Salas - Ingeniero de ferrocarriles por excelencia y sus fotografías', una exaltación de uno de los personajes más importantes (y poco reconocidos) en el desarrollo de los ferrocarriles en Colombia.
La muerte, provocada por una penosa enfermedad, lo sorprendió en su casa de Bogotá el pasado primero de octubre, antes de poder lanzar el libro, razón por la que su familia realizará próximamente un homenaje especial a toda su obra con el lanzamiento del último libro, una exposición de sus acuarelas, además de poner al alcance del público la colección completa de sus libros, todos editados de manera independiente.