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Taninos Park Wines: mejor un bar de vinos que una boda
Los 'wine bar' se expanden por la ciudad y el Park Way no podía ser la excepción. Entrevista.
Aspecto de la parte interior de Taninos Park Wines, Foto: Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO.
¿Puede una boda transformarse en un bar de vinos? La historia de Edwin Quiroga y Ángela María Orbes prueba que sí. A esta pareja de arquitectos –y grandes enamorados del vino– la idea de abrir un wine bar en su barrio de toda la vida, el Park Way, en La Soledad, les venía dando vuelta en sus cabezas desde hace ya un buen tiempo. El proyecto los entusiasmaba mucho, pero llegó la pandemia y el asunto quedó en ‘modo pausa’, como muchas cosas en aquel tiempo.
No mucho después, los entonces novios tomaron la decisión de vivir juntos y se comprometieron formalmente el 24 de diciembre de 2021, en la Laguna de Bacalar, un sitio paradisíaco en la península de Yucatán (México).
Ese compromiso lejos de los suyos los llevó a la idea de que había que hacer una fiesta de matrimonio en Colombia, donde estuvieran los amigos y las familias de ambos. Se pusieron a la tarea de averiguar cuánto podría llegar a costar el festejo. Pero rápidamente se ‘bajaron de esa nube’. “Descubrimos –cuenta Ángela María– que las bodas son muy caras y dijimos: ‘no, esto es absurdo, más bien hagamos realidad el sueño que tenemos en común, que es el bar de vinos’. Y ahí fue cuando decidimos: ‘que la boda fuera Taninos Park Wines’. Así que este lugar es nuestro compromiso como pareja, materializado en un wine bar”.
La pareja habla con entusiasmo de la profunda relación que tiene el lugar con su compromiso: “Venir a este wine bar es como ir a una fiesta de bodas permanente, cuando entras al lugar estás en un matrimonio, un matrimonio que no se acaba nunca”, dice Ángela María. A lo que Edwin agrega: “Vemos a cada cliente como un invitado a la boda, que es una celebración sin fin gracias a este wine bar”.
EL TIEMPO visitó esta boda non stop que es Taninos Park Wines, un sitio cálido, acogedor, que invita a quedarse, y habló con sus dos dueños: ella, arquitecta de la Universidad Piloto, y él, de la Universidad Nacional.
¿Qué hacen dos arquitectos montando un bar de vinos?
Edwin: Bueno, porque nos encanta el vino y el arte, y vemos el vino como una obra de arte en torno a la cual se pueden relacionar las diferentes artes, desde las mecánicas hasta las liberales. Por allí es que todo se conecta con el tema de la arquitectura.
Ángela María: Aunque es un negocio, lo que buscamos con este proyecto es aprender cosas, y el vino te enseña mucho: de historia, de geografía, de culturas, de climas, de terruños… y por eso tratamos de tener aquí una oferta de vinos lo más variada posible, cosa que logramos trabajando con varios importadores.
En el lugar se ofrecen 140 etiquetas, del viejo y nuevo mundo. Foto:Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO.
¿Cuál es la filosofía del lugar?
Ángela María: Tenemos 140 referencias del Viejo Mundo y del Nuevo Mundo, y la idea central es ofrecer el vino a un precio asequible y que el vino no sea un tema de tanto protocolo, que no sea un tema de entendidos o económicamente inaccesible. Además, nuestra propuesta es que la persona que llegue acá elija su botella en un o directo con ella y se la lleve a la mesa como si estuviera en su casa.
¿Recuerdan el momento en que se enamoraron del vino?
Ángela María: Cuando tenía 18 años me fui de mochilera durante 6 meses por Suramérica. Tuve la oportunidad de conocer viñedos en Chile y en el norte de Argentina, en Salta y Jujuy, y ahí empecé a descubrir que el vino no es solo una bebida, sino gente, historias, culturas y un montón de posibilidades de aprender de él.
Edwin: Mi padre trabajó en la industria de licores de Boyacá, en todo el proceso de rones de la licorera, y particularmente en el tema de las barricas. A menudo me hablaba del tema de los taninos, y de allí el nombre de nuestra vinoteca. Además, tenemos en mi familia un cuñado italo-alemán que también ha enriquecido nuestras experiencias en torno al vino.
Desde su punto de vista como arquitectos, ¿qué es Taninos Park Wines?
Edwin: Lo diseñamos como un hogar, como un lugar cálido que brinda regocijo a la gente que nos visita. Es un lugar para compartir. Todos los objetos que tenemos los escogimos cuidadosamente. Hay varios muebles de la década de los 60 y 70. La idea es que la gente se sienta como en la sala de una casa.
La terraza exterior de Taninos Park Wines. Foto:Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO.
¿Por qué en el Park Way?
Ángela María: Hemos vivido, estudiado y trabajado acá casi toda la vida. Este es el barrio donde me mordió un perro de chiquita; donde nos conocimos; donde sacamos a pasear a Mercury, nuestro perro; donde vamos a tomarnos un helado… No era posible otro lugar. Y, además, hemos visto cómo el barrio se ha ido consolidando con una propuesta muy bonita. La parte cultural es superfuerte, el tema gastronómico se ha venido consolidando y la parte patrimonial del sector le da mucho encanto al barrio. Nosotros notamos que había la necesidad de una propuesta de vinos en la zona y nos lanzamos.
¿Cómo les ha ido en estos seis meses que llevan abiertos y qué sorpresas se han llevado?
Ángela María: Muy bien. Vemos con entusiasmo una gran afluencia de gente del sector, y que regresan. Aunque también nos ha llamado la atención que vienen personas de sectores que quedan lejos de Teusaquillo. Hay gente que llega a las 5 de la tarde y se queda hasta muy tarde: empiezan con una copa, luego piden una botella y se quedan a comer.
¿Cómo es su oferta de copeo?
Ángela María: La vamos variando cada semana, y a veces por día. La norma es que abrimos cualquier botella que el cliente quiera probar por copas que esté por debajo de los 120.000 pesos. Hoy tenemos una garnacha, pero la otra semana podemos tener un riesling, o un xarel-lo o un monastrell, porque la idea es que la gente empiece a conocer variedades que no le sean tan familiares como el cabernet y el chardonnay.
Edwin: Siempre tratamos de tener tres gamas diferentes en copeo, para que nadie se quede sin poder probar el vino por un tema de poder adquisitivo, y porque también somos conscientes de que así como muchos apenas empiezan en esto, también hay gente con un cierto recorrido que ya busca cosas un poco más especiales.
¿En qué precio arranca el copeo?
Ángela María: En 16.000 pesos, y va hasta los 23.000 pesos.
Edwin: También manejamos 2×1 en ciertos días de la semana, que también aplica para nuestra oferta de coctelería. La idea es dar opciones para tardear.
Edwin: Van desde los 45.000 pesos hasta los 450.000: un Brunello di Montalcino.
En el lugar hay vinos interesantes y a precios muy razonables. Foto:Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO.
Hablemos un poco de la oferta de platos para acompañar el vino. ¿Cuál es la idea y qué cosas tienen?
Edwin: El tema del maridaje es muy importante, no solo para disfrutar más y mejor del vino, sino porque aquí la idea central es sentarse a compartir momentos en torno al vino y a los platos.
Ángela María: Por eso tenemos varios platos para compartir. Los llamamos tapas, pero no son necesariamente platos españoles. Tenemos, por ejemplo, nuestras versiones de los famosos cicchetti, que son las tapas del norte de Italia. Tenemos unos con pan de masa madre con pesto, con stracciatella y prosciutto, y tenemos la versión vegetariana, con aguacate y tomates secos. Están muy ricos. Tenemos rollitos negros de morcilla, tacos crocantes de chicharrón, carpaccio, canastillas de ropa vieja y nuestros huevos cabreados, que son una adaptación muy original de los huevos rotos o estrellados españoles. Ahora, si alguien quiere un plato fuerte, tenemos tres cortes de carnes maduradas: el Lomo Taninos, un Ribeye de 350 gramos y un Tomahawk de 450 gramos. También hay tablas de queso y/o charcutería.
¿El día más concurrido?
Ángela María: El viernes, pero hay martes que nos han puesto a ayudar a brillar copas...
¿Qué viene en el futuro?
Ángela María: Catas, descuentos, club de vinos, clases de vinos, de cocina… Y más de nuestras charlas, que son de los más variados temas. Tenemos muchas ideas.
¿Cómo son esas charlas? Suena interesante…
Ángela María: De distintos temas: de educación diferencial, de arquitectura, de género, de literatura, de vinos…
¿Y cómo se les ocurrió eso?
Edwin: Va muy relacionado con la idea del vino como parte de las artes y de cómo las artes se pueden juntar en torno al vino. Y aquí le damos la oportunidad a gente de todos los temas.
¿Cuál ha sido la charla más interesante hasta ahora?
Edwin: Una sobre ciclismo, con varios autores expertos, que nos contaron historias del ciclismo. Fue muy bonito. Las tres grandes vueltas son en países vitivinícolas: Francia, Italia y España. Y es interesante ver cómo el deporte y la literatura permiten interconectar historia, momentos y memorias, tal como sucede con el vino.
El dato
Pregunte por los ‘Martes de experiencias’, que son ‘vuelos’ con tres copas de tres vinos diferentes que suelen estar en torno a los 52.000 pesos, y ese precio incluye un maridaje de tres tapas distintas. Juegan con distintas ideas, como vuelos de solo rosados o de solo blancos. O por variedades y países.
En este lugar es posible encontrar cosas tan sofisticadas como un Tokaji. Foto:Foto: César Melgarejo. EL TIEMPO.
Informaciones básica del lugar
Dirección: calle 39 n.º 21-19. Barrio La Soledad. Bogotá.
Horarios: lunes a miércoles, desde las 3 p. m. hasta las 10 p. m. Y de jueves a sábado van desde el mediodía hasta la medianoche.
En Instagram: @taninosparkwines Clave para enterarse de sus actividades y días con música en vivo.