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El refugio de los habitantes que le huyen a la calle en Barranquilla
Unos 120 beneficiarios de los Centros de Acogida del Distrito viven su proceso de resocialización.
Desde las 8:00 a. m. llegan los beneficiarios al Centro de Acogida. Foto: Vanexa Romero /EL TIEMPO
Hace ocho años, una decisión le cambió la vida al que era en ese entonces auxiliar de Aduanas Carlos Alfredo Santiago Ojito: les entregó su tiempo a las drogas y a las “malas amistades”.
Por fortuna, para él, otra decisión lo trajo de vuelta a su nueva normalidad: con voluntad, se levantó del pavimento que lo tenía cubierto en mugre y se acercó al Centro de Acogida Día, de la Secretaría de Gestión Social Distrital de Barranquilla.
Me encuentro ahora mismo en un proceso de vida, estoy comenzando a laborar como comerciante
Ahí volvió a nacer, según cuenta, pero sin dejar atrás las experiencias que vivió bajo la sombra de los malos hábitos, porque asegura que eso precisamente hace parte del proceso que sigue para dejar la calle.
“Me encuentro ahora mismo en un proceso de vida, estoy comenzando a laborar como comerciante, haciendo instalaciones de puertas, ventanas y con la intención de dedicarme a una actividad productiva”, dice el hombre, de 39 años, a EL TIEMPO.
Santiago Ojito hace parte de 120 personas que están recuperándose y resocializándose, por medio de diferentes estrategias que dirige un equipo interdisciplinario en el Centro de Acogida Día, ubicado en la calle 17 con carrera 38.
Esto encontró el auxiliar de Aduanas en las calles de la ciudad
Una mujer que venía aquí le prendieron fuego con su compañero y murió
Tras terminar el bachillerato, Santiago decidió estudiar Comercio Internacional, en una institución de educación superior local. Y, gracias a esa formación, se desempeñaba como auxiliar de Aduanas. Hasta que los malos hábitos irrumpieron en su trayectoria.
“Me había ido de mi núcleo familiar. Quedé en la calle por malos comportamientos que uno va adquiriendo estando muy joven y por la droga. Allá encontré personas buenas y malas, experiencias que te enseñan de muchas formas, ves muchos espejos reflejados y tienes que aprender para bien o para mal. Para bien, para salir de esta cuestión; y para mal, para hundirte más”, relata.
Santiago recuerda que pasaba calor durante el día y frío a media noche, que ni los periódicos con los que se cubría lograban protegerlo del viento, y veía más jóvenes que teniendo familias, estudios y recursos caían y recaían en ese ambiente.
“Vi el caso de hace como un mes, cuando una mujer que venía aquí le prendieron fuego con su compañero y murió. Son peligros a los que se está expuesto. Es algo deplorable”, describe el barranquillero.
Además de los talleres y cursos de emprendimiento, los beneficiarios cuentan con alimentación. Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO
El proceso de resocialización de Carlos Santiago Ojito
La calle no es una opción, yo digo que es una consecuencia que se paga
Todo lo anterior que señala fueron motivos suficientes para sacudirse los trapos con los que se vestía y acudir al Centro de Acogida Día, el cual describe como un “refugio” al que asiste de lunes a viernes, entre las 8 a. m. y las 12 del mediodía.
“Estoy tratando en definitiva de sentar un antes y un después. Me reconcilié de alguna forma con mis familiares y ahora estoy trabajando con ellos. La calle se deja con fuerza de voluntad, es cuestión de decidirse y decir ‘Ya no voy a seguir con esto, ¡ya basta!’ ”, sostiene Santiago, mientras una lágrima brota lentamente del ojo izquierdo.
Cada vez que llega al Centro de Acogida, el ‘Bienvenido a tu nueva casa’ colgado en la puerta lo recibe, mientras que más adelante, él mismo lee otro aviso motivacional que se pintó en la pared: ‘Cambia la calle’, un espacio en el que tiene la oportunidad de relacionarse con los demás beneficiarios.
“Este Centro me ayudó con ratos de esparcimiento, reeducación, con deportes, música. Brindándonos un espacio de aseo personal y alimentación. Definitivamente, la calle no es una opción, yo digo que es una consecuencia que se paga al tomar decisiones negativas”, concluye.
Carlos Verde Acuña llega a diario y de manera voluntaria a su refugio con la carreta para transportar el material que recicla. Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO
Más detalles del programa distrital para habitantes de la calle
A este Centro de Acogida Día se suma el Hogar de Paso y el Centro de Acogida Noche, el cual fue puesto en funcionamiento en junio por la istración distrital. En este último, incluido, encuentran “cómodos dormitorios”, como destaca Santiago.
Con respecto al Centro de Acogida que funciona durante el día, la Secretaría de Gestión Social resalta que las edades de los beneficiarios oscilan entre los 18 y los 65 años, quienes reciben una ruta de atención.
“Se desarrolla dentro de los tres proyectos que tiene el programa. El primero es recibir la solicitud, ya sea por parte de la comunidad o personalmente del individuo. Llegan al Centro Día, son evaluados por el equipo psicosocial, se les va perfilando y se les va dirigiendo, según sus características y proceso de resocialización, ya sea al Hogar de Paso o al Centro Noche”, informa esta dependencia.
De acuerdo con la Secretaría, el equipo interdisciplinario también se encarga de brindarles talleres de música, de educación física, reciben charlas psicosociales, inducciones en términos legales, manualidades, con posibilidad de comercializarlas; y cursos de emprendimiento. Todo, con el fin de que se reintegren.
Es así como funciona el refugio que han encontrado estos habitantes, quienes antes solo veían en la calle no una opción, sino una consecuencia.