La Fundación Corona, junto con el Social Progress Imperative y Deloitte lanzaron la quinta versión del Índice de Progreso Social (IPS) para Colombia. La Red de Ciudades Cómo Vamos lideró esta publicación que analiza el comportamiento de 3 dimensiones y 12 componentes en 15 ciudades capitales del país. El objetivo es evaluar las variables que evidencien la hipótesis de que el desarrollo económico no siempre significa progreso social y, de esta manera, generar discusiones más profundas sobre aspectos de inclusión, sostenibilidad ambiental y satisfacción de necesidades básicas de las personas que habitan los territorios.
¿Cómo le fue a Bogotá? Primero, es importante aclarar que, debido a la pandemia, la socialización de los resultados del Índice 2020 no se realizó y es por eso por lo que hasta hoy se está discutiendo. Segundo, la entrega contempla los resultados de 15 ciudades para el periodo 2016 – 2020 y, debido a cambios metodológicos, solo es comparable consigo mismo. Finalmente, el resultado de la medición 2020 debe ser utilizado como referencia; ya que es una actualización aún parcial en términos de la información que fue tomada en cuenta para la construcción de la herramienta.
Bogotá obtuvo un puntaje de 68,1 puntos sobre 100 para 2020, lo que significa 2,6 más que la última medición realizada en 2019 (65,5). Este puntaje ubicó a la ciudad en el séptimo lugar entre las 15 capitales que participaron. Entonces, ¿qué quiere decir la calificación? Lo que responde la medición es cómo va Bogotá en 3 dimensiones:
1) necesidades básicas humanas;
2) fundamentos de bienestar y
3) oportunidades.
En la primera, las fortalezas de la capital estuvieron en los indicadores de a agua potable (99,9%) y a saneamiento básico (99,4%), ubicándonos en el primer puesto. En cuanto a vivienda, Bogotá se ubicó en el segundo lugar en el análisis de indicadores de hacinamiento no mitigable y calidad en servicio de electricidad, entre otros. En esta dimensión, los resultados más bajos se registraron en la variable de seguridad personal: la tasa de hurto a personas, hurto a residencia, violencia interpersonal y percepción de seguridad nos relegó al último puesto.
La segunda dimensión, correspondiente a fundamentos de bienestar, evidenció algunos avances que la ciudad ha tenido en a información y comunicaciones, y a conocimientos básicos. Para este último, indicadores como analfabetismo en adultos (1,6%) y calidad de educación básica (55,8), nos ubicaron en el segundo lugar. Para la variable de a información y comunicaciones, gobierno abierto local (94%) y a internet (25,2%) posicionaron a Bogotá en el primer puesto. A la ciudad no le fue bien en medio ambiente: se evidencia un bajo desempeño en ruido en la ciudad (14,9%) y calidad del aire urbano (12,7%).
Finalmente, la dimensión de oportunidades cierra la clasificación. La capital ocupó el puesto 15 en la variable de derechos personales. Indicadores como eficiencia de la justicia (76,7%) y tasa de casos de violencia contra niños (202,3) estuvieron por debajo de la media de las 15 ciudades. En cuanto a temas de inclusión, tampoco le fue bien: se registraron bajos resultados en indicadores como agresión a personas LGBTI (1,3) y respeto por los desplazados por la violencia (19,1%); aunque tuvo una mejoría en la tasa de feminicidios (2,5).
Es difícil evidenciar las realidades de un territorio desde la frialdad de los datos, pero sí pueden contribuir a entender cuáles son los puntos de presión para focalizar y priorizar acciones. El IPS se suma a una serie de índices como City Prosperity Index (I) de ONU Hábitat, el Índice de Ciudades
Modernas (ICM) del Departamento Nacional de Planeación, entre otros, que tienen como propósito medir lo que está pasando en los entornos urbanos. Esperamos que los gobiernos cada vez más basen sus decisiones en evidencias como las que describen estos ejercicios, coordinadamente con un conocimiento de primera mano de los territorios.
FELIPE MARIÑO
DIRECTOR DE BOGOTÁ CÓMO VAMOS