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Botadero de doña Juana: la historia del basurero más grande de Bogotá
El Relleno Sanitario Doña Juana empezó operaciones el primer día de noviembre del año 1988.
La capital genera 7.500 toneladas de residuos sólidos, y de ellas, 6.200 se disponen en el relleno Doña Juana, lo que tiene un impacto ambiental y social en la zona. Con la termovalorización no se enterrará basura, y las emisiones se reducen en un 66 por ciento. FOTO: Foto: Mauricio Moreno El Tiempo
En Bogotá se encuentra el Botadero de Doña Juana, uno de los vertederos de basura más grandes de América Latina y una fuente constante de controversia ambiental y social. Esta es su historia.
Este botadero de basura está ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar, cerca de los barrios Mochuelo alto y bajo, en el sur de la capital de la República.
Según la Unidad istrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp), es la principal obra de ingeniería que tiene Bogotá para la disposición final de los desechos.
Antes de ser el vertedero de basura, Doña Juana era una zona agrícola, de acuerdo con el medio 'Usme'. Fue en la década de los 70 cuando se empezó a planear su uso como botadero de basura por la necesidad de un lugar para depositar los desechos de la ciudad.
Su primer día de operaciones fue el 1.° de noviembre de 1988 en un terreno rural con menos de 30 familias. Las cercanías del Relleno Sanitario estaban ocupadas por fincas familiares como La Alberca, Barranquilla y Cañada del Zorro. Lo que hoy se conoce como Mochuelo era completamente zona rural.
El vertedero fue construido en una superficie de aproximadamente 327 hectáreas, con 623 en 2021, según el Observatorio Ambiental de Bogotá, con el propósito de que fuera utilizado como lugar temporal de disposición de residuos sólidos de la ciudad.
Sin embargo, con el tiempo se convirtió en un problema ambiental y social, debido a la falta de planeación y de gestión adecuada.
Las inconsistencias en los contratos del relleno Doña Juana son las más preocupantes. Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO
El Botadero de Doña Juana se volvió problemático a finales de la década de los 90 y principios de los 2000, cuando se registraron numerosos incendios y deslizamientos en la zona. Estos eventos afectaron tanto a los trabajadores del vertedero como a las comunidades aledañas, que se vieron expuestas a los gases y olores nocivos que emanaban de los desechos.
De acuerdo con la página oficial de la acción de grupo que demandó el Relleno Doña Juana, Demanda Doña Juana, los primeros deslizamientos de basura se produjeron el 27 de septiembre de 1997, y con ellos la liberación de más de 1'200.000 toneladas de residuos tóxicos y descompuestos.
Como resultado, se produjo una nube de gases irritantes y tóxicos que se propagaron por el suroriente de la ciudad, lo que provocó diversos problemas de salud y de vida diaria en los habitantes del sector.
La demanda se inició en 1999, con el fin de indemnizar a los afectados por el derrumbe de basura.
Según los datos de este grupo, después de 13 años y 96 cuadernos con más de 100.000 hojas, el Consejo de Estado finalmente dictaminó que el Distrito de Bogotá debía indemnizar a los vecinos de Doña Juanapor los daños causados tras el deslizamiento de basura.
Estos daños incluyen los sufrimientos físicos y emocionales de los vecinos, así como la afectación de sus derechos a la intimidad familiar, la recreación y el uso del tiempo libre, debido a los cambios en sus hábitos causados por los malos olores.
Ante la gravedad de la situación, las autoridades locales y nacionales implementaron diversas medidas para mitigar los impactos negativos del Botadero de Doña Juana.
Una de las acciones más importantes fue la construcción de la Planta de Tratamiento de Residuos Sólidos (PTRS), inaugurada en 2008, que, de acuerdo con el 'Informe nacional de disposición final de residuos sólidos 2020', tiene como objetivo:
La "proporción de desechos sólidos urbanos recogidos periódicamente y con una descarga final adecuada respecto del total de desechos sólidos urbanos generados."
Actualmente, el Botadero de Doña Juana sigue siendo un desafío para las autoridades y la sociedad en general. Aunque se han logrado avances en la gestión y disposición de los residuos sólidos, todavía existen preocupaciones en cuanto a la contaminación ambiental y la salud de las personas que viven cerca del vertedero.