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Tareas pendientes
El sector eléctrico necesita acometer acciones para ampliar generación y materializar la transición.
Las recientes lluvias no solo han marcado el principio del fin de El Niño, sino que también han ayudado a alejar el fantasma del apagón al incrementar los niveles de los embalses. El Gobierno Nacional ya anunció tanto la superación de este fenómeno climático de sequía como la eventual llegada, durante la segunda mitad de este año, de una temporada de intensas precipitaciones y la subsecuente necesidad de preparación de las respuestas.
Por ese motivo, se confirma de nuevo, a pesar de los constantes intentos por menospreciarlo, la fortaleza del aparato institucional energético que por más de treinta años ha evitado que el país vuelva a apagarse. La generación térmica cumplió su rol y entró a complementar ante la crisis de los embalses, aun cuando algunas medidas gubernamentales llegaron tarde. Este Niño le deja al país el sonoro mensaje de la necesidad de robustecer, y no desmantelar, la arquitectura sectorial eléctrica.
Una cuarta lección compete al papel crucial que juega la regulación, y en particular la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), tanto en crisis como esta recientemente superada como en el funcionamiento del sector.
Este Niño le deja al país el sonoro mensaje de la necesidad de robustecer, y no desmantelar, la arquitectura sectorial eléctrica.
Por último, superar la amenaza climática de El Niño no significa que el horizonte energético del país esté completamente despejado. Al contrario, los estudios prospectivos de la Unidad de Planeación Minero-Energética (Upme) muestran escenarios en los que, hacia 2028, Colombia encararía un déficit de energía. Si se tiene en cuenta que en los últimos tres años solo han ingresado alrededor de 2.269 megavatios nuevos –en 2023, solo entró al sistema aproximadamente un 17 por ciento de lo esperado– y que la demanda sigue creciendo, no sorprende que las proyecciones muestren faltantes.
Corresponde al Gobierno liderar las acciones para asegurar que la oferta de generación y transmisión no solo se amplíe en los próximos años, sino que la hoy rezagada por trámites, consultas y bloqueos de las comunidades se desatrase. Además de estabilizar la Creg, es hora de llevar la transición energética a una realidad tangible, gradual, con presencia de otros energéticos como el gas, accesible y confiable. Para lo anterior, los mensajes de confianza regulatoria y seguridad jurídica son indispensables ya que el futuro de la energía está en juego.
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